El submarino O´Higgins de la Armada de Chile fiscaliza en el norte del país
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El submarino O´Higgins de la Armada de Chile fiscaliza en el norte del país

Submarino chileno de la clase Scorpene
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El submarino SS-23 General O´Higgins de la Armada de Chile desarrolló un operativo de fiscalización para resguardar los intereses marítimos nacionales y comprobar el efectivo cumplimiento de las medidas de conservación de los recursos pesqueros en el norte del país.

La institución desarrolla de manera permanente esta labor conforme a la Ley General de Pesca y Acuicultura Nº18.892 de 1989 además de la Convención y Ordenamiento de los Recursos Pesqueros en alta mar en el Océano Pacífico Sur (ORP-PS). Esta última busca la conservación, el uso sostenible de los recursos pesqueros y la protección de sus ecosistemas marinos, a través de la implementación de un enfoque ecosistémico y precautorio, a largo plazo.

La unidad de la clase Scorpène de la Fuerza de Submarinos zarpó de la base naval de Talcahuano a mediados de mayo y navegó 2.711 millas náuticas efectuado tareas de vigilancia en una superficie total de 54.220 millas náuticas cuadradas.

El submarino empleó sus sofisticados sensores embarcados como el periscopio de ataque APS y el mástil óptronico SMS de Safran Electronics & Defence que permiten a la tripulación actuar de manera discreta y sin ser detectados desde las profundidades del océano aprovechando las capacidades de sigilo, detección, permanencia y movilidad de la plataforma.

La labor de fiscalización del SS-23 General O´Higgins se desarrolló desde el 18 de mayo al 5 de junio y abarcó desde Talcahuano al Límite Político Internacional (LMI) y desde Arica a Valparaíso, hasta las 200 millas náuticas de la costa.

Capacidades al servicio de Chile

El SS-23 General O´Higgins fue construido por los astilleros Naval Group y Navantia y entró en servicio en 2005. Su unidad gemela, SS-22 General Carrera, se incorporó a la institución en 2006. Estas plataformas de propulsión diésel-eléctrica son las más avanzados que existen en la actualidad en América Latina.

Los submarinos de la clase Scorpène tienen 66,4 metros de eslora, 8 metros de manga total incluyendo hidroplanos, 16,4 metros de puntal total y 5,4 metros de calado medio. Desplazan 1.711 toneladas sumergidos, logran una velocidad de 21 nudos bajo el mar y alcanzan una autonomía de 6.500 millas náuticas a 8 nudos en superficie.

Las unidades chilenas poseen seis tubos lanzatorpedos de 533 mm capaces de disparar torpedos pesados, misiles o sembrar minas. El sistema automático de manejo y recarga de los torpedos permite su disparo en salva. Cada submarino puede transportar un máximo de 18 torpedos o misiles o bien 30 minas. Su arsenal está compuesto por torpedos Black Shark de Leonardo, SUT Mod 1 de Atlas Elektronic y misiles antibuque SM-39 de MBDA.

Asmar finalizó en 2018 el primer programa mundial de recuperación integral de submarinos de la clase Scorpène. Este programa, efectuado en las instalaciones de Talcahuano, permitió recobrar las capacidades nominales originales de diseño de las dos unidades el que abarcó la recuperación completa del casco, motores eléctricos y diésel, activación y reemplazo de las baterías además de la revisión y recuperación de todos los componentes mecánicos, eléctricos, electrónicos, ópticos e hidráulicos que poseen estas plataformas de combate.

El primer refit se realizó en el SS-23 General O´Higgins y concluyó en 2016. Por su parte el SS-22 General Carrera finalizó este programa en el segundo semestre de 2018. Cabe destacar que el SS-23 General O´Higgins incorporó un disipador de calor para reducir la firma térmica generada por los gases de escape con el propósito de dificultar las tareas de detección de sensores térmicos embarcados en aeronaves



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