La necesidad argentina de un verdadero fighter parte II
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La necesidad argentina de un verdadero fighter parte II

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(Infodefensa.com) Por Gustavo Eduardo Andrés Saralegui, Buenos Aires – Luego de la guerra de Malvinas, Argentina sufrió importantes cambios en el plano político. El último gobierno autocrático, que gobernó mediante juntas militares desde el 24 de marzo de 1976 en el marco del llamado Proceso de Reorganización Nacional, se vio obligado a traspasar el mando a la cuarta y última junta militar. Esta llama a elecciones para el 30 de octubre del año siguiente y el 10 de diciembre de 1983, asume la conducción del estado argentino el partido radical (UCR).

En el plano de la Defensa, este cambio trajo profundas consecuencias en el instrumento militar argentino. Desde la reafirmación del estado nacional, con la aprobación de la Constitución de 1853, las fuerzas armadas argentinas, fueron consolidándose como actores internos del quehacer nacional. De acuerdo a la sintonía que los altos mandos tenían con las administraciones de turno, lograron equiparse en función de las hipótesis de conflicto que marcaban las relaciones con los países limítrofes.

El desenlace del enfrentamiento en Malvinas, el cual nunca fue una hipótesis de conflicto y la historia previa de los gobiernos militares en la vida institucional, fueron el argumento por el cual a partir de 1983 las administraciones democráticas, concentraron esfuerzos hasta el día de hoy para restarles “poder” a las fuerzas militares, ya que para los políticos nunca fueron orgánicamente fiables. Las consecuencias materiales de esta visión, llevó en la actualidad a tener instituciones sin objetivos operacionales, formadas por servidores públicos con un bajo nivel profesional, en relación a ejércitos como los de EE.UU, Canadá, europeos y últimamente latinoamericanos.

Pero las fuerzas armadas argentinas, poseen un background poco común en otros ejércitos del mundo, producto de haber combatido en una guerra convencional contra fuerzas de la NATO durante setenta días, sin la pérdida de su organización militar y doctrina. A diferencia de la antigua Yugoslavia o Irak, donde sus fuerzas armadas fueron desguazadas y nuevamente organizadas bajo el planeamiento propio de los ejércitos vencedores, Argentina participó en la guerra contra Irak de 1991 y EE.UU concedió en febrero de 1998 la condición de gran aliado extra – NATO. Esto representa un cúmulo de experiencias, una situación rara e inédita, que muy pocos pueden ostentar en occidente.

Junto a la entrega anterior, el presente análisis para la adquisición de un sistema de armas que compita en un plano de igualdad aparente con los aviones británicos, parece válido no obstante ser teórico y no estar en la mente de ningún político argentino.

Hay dos condiciones esenciales que debería reunir la compra de un avión para misiones ASA y/o DCA en el Atlántico sur y que deba enfrentar, el probable contacto con los Eurofighter Typhoon. Estas son su capacidad BVRAC y su autonomía en el radio de acción. En la parte uno se mencionó que los aviones ingleses, no están a la altura de los F-15 C/F o los SU 27/30 en cuanto a relación empuje/peso y radio de acción.

Mientras el mundo aeronáutico, en países de occidente con avanzada tecnología militar y presupuestos onerosos, está expectante en la próxima incorporación del avión de quinta generación Lockheed Martin F-35 Lightning II, producto del programa Joint Strike Fighter, los países de oriente encuentran actualmente solución con los MIG -35 y Sukhoi Su 47 (4.5 generación). Argentina no puede dejar de evaluar frente a los productos europeos de cuarta generación avanzada, Typhoon, Rafale y Gripen, la posibilidad que brinda el caza aeronaval de 4.5 generación F/A-18 E/F Super Hornet construido por The Boeing Company.

El Super Hornet es sustancialmente un nuevo avión, que comparte sólo algunas coincidencias estructurales con la familia F/A-18 A/D. Mientras que el fuselaje delantero del F/A-18 E/F deriva del diseño F/A - 18C, las alas, fuselaje y superficies de cola a partir del cockpit son totalmente nuevos. El sistema de aviónica de base, es también heredado del F/A-18C, con un radar más evolucionado, EW y sistemas de aviónica centrales y nuevos.

Desde una perspectiva de diseño, el cambio más notable es su mayor tamaño, para llevar en los depósitos internos de combustible (JP5) aproximadamente 6.700 kg o sea un 36 % más que el F/A-18 C/E y un 22,5% superior al Typhoon.

Su planta motriz son dos reactores turbo fan F414-GE-400 desarrollados por General Electric Aviation a partir del F412-GE-400 sin cámara de postcombustión, que equipa al McDonnell Douglas A-12 Avenger II. Desarrolla un empuje estándar de 58 KN y 92 KN con postcombustión. Al igual que su predecesor, el Super Hornet fue diseñado desde el principio para un doble rol, caza y bombardero, focalizado en las maniobras transónicas y optimizado para las operaciones desde portaaviones. Su radio de acción en perfil de interdicción es de 778 km y en ataque 900 km.

Proporciona una significativa mejor resistencia en patrullas aéreas de combate (CAP) y radio de acción, en virtud de su ala más grande y la mayor carga de combustible interno. Una característica notable en su aerodinámica, es el diseño ampliado de las aletas en ángulo, destinadas a mejorar las maniobras en alto ángulo de ataque (AoA) yreducir la estabilidad estática para mejorar el lanzamiento. Las alas ampliadas tienen tres pilotes cada una, para un par de tanques 480 USG intra borda y armas en el par de estaciones fuera de borda. La punta del ala conserva el carril Sidewinder.

Estructuralmente, el Super Hornet está construido en gran parte de aleaciones de aluminio, con un amplio uso de superficies con compuestos de fibra de carbono en las alas y titanio en varias áreas críticas.

En su aviónica cuenta con el radar de dirección electrónica AN/APG- 79 de Raytheon Company, un Active Electronically Scanned Array (AESA). El APG- 79 se considera que tiene un rendimiento ligeramente mejor el APG- 81 AESA (F-35), pero inferior al APG- 77 del F- 22A. Respecto a este último se sabe que proporciona 120° de campo visual en acimut y elevación, el valor más alto posible para una antena de elementos múltiples en fase plana. Su alcance se estima en 201-241 km.

El Super Hornet está equipado con un nuevo sistema de contramedidas defensivas AN/ALQ-124 integrado, Integrated Defensive Countermeasures (IDECM) de ITT Electronics System y BAE Systems Electronic, sistema Electronics warfare self protección (EWSP), incluyendo el señuelo remolcado AN/ALE -55 de BAE, que puede trasmitir señales de interferencias para datos recibidos a través del IDECM. Para adquirir blancos por telemetría láser posee el AN/ASQ-228, Advanced Targeting Forward Looking InfraRed (ATFLIR) también de Raytheon.

Lleva once estaciones de carga, dos en los extremos de las alas, seis bajo el par de alas y tres en el fuselaje. El arsenal para el combate aéreo esta formado por los misiles AIM - 9 Sidewinder de corto alcance y para largo alcance más allá de la visual, el AIM - 7 Sparrow o AIM - 120 AMRAAM. En misiones de ataque adopta configuraciones donde porta misiles AGM - 84 Harpoon SLAM/SLAM-ER desarrollado por Boeing, AGM-88 HARM misil anti radiación aire-superficie y AGM-65 Maverick ambos producidos por Raytheon, AGM-154 joint stand-off weapon (JSOW), fabricado por un joint venture entre USN y USAF y el misil crucero AGM -158 joint air-to-surface stand-off missile (JASSM) de Lockheed Martin. Puede transportar un GPS con guía inercial, Joint Direct Attack Munition (JDAM) para el guiado del AGM-154 o infrarrojo. En cuanto a bombas, de caída libre puede transportar Mk-76, BDU-48, Mk-82LD, Mk-82HD, Mk-84 o también dirigidas por láser, GBU-10 y GBU-51 Paveway de Raytheon.

En la guerra de Malvinas, los pocos combates aéreos que se produjeron fueron cerrados tipo dogfighter y con uso de misiles de corto alcance Sidewinder y Matra R 530, R 550 Magic y Shafrir. Solo los pilotos de la Escuadrilla Aeronaval 2 de la ARA, constituida por aviones Dassault Supér Etendart y armados con ASM M-39 Exocet, conocieron lo que es un combate más allá de la visual. Desde aquel momento se fortalecieron en el mundo aéreo militar dos importantes tendencias. La primera es la importancia del combate aéreo más allá de la visual (BVRAC), en razón del avance en la calidad de los sensores que ha permitido el aumento de la confianza para discernir si un objetivo es de hecho hostil.

La segunda tendencia ha sido la proliferación de misiles heat seeking extremadamente ágiles para el combate cuerpo a cuerpo y la incorporación del casco H-mount-D o HMD en modernos aviones de combate, conformando el Integrated Helmet and Display Sight System (IHADSS). La efectividad y letalidad de los misiles heat seeking de cuarta generación hace que la situación de cuerpo a cuerpo con un oponente, sea un juego de alto riesgo. Los misiles como el AIM- 9X, ASRAAM, Python 4/5 de Rafael Advanced Defense Systems, o los rusos R- 73/74 de Vympel NPO actualmente Tbilisi Aircraft Manufacturing, son casi imposibles de derrotar por maniobra, dada su excepcional aceleración G y la ayuda del empuje vectorial Thrust Vector Control (TVC).

La guerra aérea del futuro pasará por la información anticipada que tenga cada contrincante del otro. Es decir sobre la base de similares prestaciones en cuanto a potencia de fuego, velocidad, agilidad, alcance y rendimiento en la maniobra, la superioridad en el conocimiento de la situación, mediante una visión clara de la zona de combate y estar donde el otro no lo espera, será clave.

Los ingleses deberían recibir un mensaje claro, en cuanto a que el escenario del Atlántico sur en el futuro, no sería propio de un entorno asimétrico, por estructura de medios, aunque si lo podría ser por la calidad de los mismos, dado que Argentina está muy lejos de tener pilotos y equipos de soporte de la calidad que tuvo en la guerra de Malvinas y tiene el Reino Unido.

No parecería apropiado alejarse de occidente y explorar en Rusia y China sistemas tecnológicos desconocidos para nuestros ingenieros, técnicos y pilotos. Si comparamos el Super Hornet con los Flanker –nombre NATO para la serie SU 27/30– este último lo supera en cuanto a rendimiento aerodinámico, velocidad, performance de ascenso y giro, como en radio de acción. El radar que llevan aún los modelos más avanzados de la serie, como el Su 35, todavía no alcanza el rendimiento del APG -79 AESA incorporado en el Super Hornet. Esta situación convalida el avance tecnológico de occidente todavía por delante de oriente. Aun así resulta interesante, la filosofía del combate aéreo ruso fuera de la visual. Los Flanker portan entre ocho y doce misiles de largo alcance y una vez adquirido el blanco, disparando varias rondas de misiles, el cálculo matemático da una efectividad probable del 75 al 80% contra una amenaza hostil.

Sin embargo parece muy aleatorio, que el congreso americano apruebe un programa de exportación de estos aviones a un país tan particular como Argentina, donde en veinte años las relaciones pasaron de nivel aliado, a relaciones carnales con los enemigos de su antiguo aliado.

A pesar de ser el Reino Unido amigo y aliado de los Estados Unidos, el juego estratégico crea dilemas en el proceso decisorio, que deben ser considerados por parte de los Estados Unidos al evaluar una negativa a una futura adquisición de material de vuelo y training a Argentina.

Por último parecería poco real, estar analizando una adquisición cuyo Life Cicle Cost (LCC) es de alrededor de 500 millones de dólares por unidad, cuando la Argentina oscila continuamente en procesos económicos cortoplacistas como el actual, próximo a culminar probablemente en forma no ortodoxa, producto de un gobierno que sin la ayuda de nadie, se adentro en una tormenta perfecta. No obstante la consolidación de ideas básicas y la mirada en el horizonte, es la constante de un país serio. La clase política actual ciertamente no está a la altura de la historia de este país. Quizás en el futuro comprenda que así como una planta de bambú japonés tarda luego de sembrar, varios años en formar su estructura radical, base de su sostén y solo seis meses en crecer enormemente en altura, la defensa nacional no es producto de un declamación del gobierno de turno, sino la consolidación de medios necesarios para alcanzar fines, en función de la visión del mundo que tenga Argentina.

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