Venezuela y el fortalecimiento de la Aviación Naval, otra asignatura pendiente
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Venezuela y el fortalecimiento de la Aviación Naval, otra asignatura pendiente

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La necesidad de contar con medios aéreos para la vigilancia de las costas se le planteó a Venezuela un año antes de la creación de su arma aérea. En 1919, el agregado militar de Francia en Caracas apuntó: “Sin duda la aviación marítima o al menos mixta, sería la que rendiría los mayores servicios (tanto en paz como en la guerra) en un país que posee un largo litoral…”

Y esa fue la razón por la que la misión aeronáutica francesa, contratada por el Gobierno venezolano para establecer, en 1920, la Escuela de Aviación Militar, incluyera a un experimentado piloto de la Aeronavale, el alférez de navío Robert Guerin, quien dos años después organizó una Base Escuela de Aviación Marítima dotada aviones Caudron G.4 y Farman F.40 que, al poco tiempo, fue desmantelada. Además, desde el mismo momento de su creación, la Aviación Militar, a pesar de pertenecer al Ejército, contó entre sus filas con oficiales pilotos y mecánicos de la Armada. Todo eso hace que al origen de la Aviación Naval venezolana se le sitúe en 1920.

Antes de continuar, es necesario explicar la diferencia entre los términos “aviación naval” y “aviación marítima”. La aviación naval es el empleo del poder aéreo por parte de la Armada con aeronaves propias. Mientras, la aviación marítima es el uso de aeronaves en misiones marítimas bajo el mando de fuerzas distintas a la Armada como, por ejemplo, la Fuerza Aérea.

En 1936 la Aviación Militar creó una Escuadrilla de Vigilancia y Defensa de Costas, al mando de un oficial naval, dotada de tres hidroaviones franceses Lioré et Olivier Le-O.H.23-2, pero su existencia fue efímera debido a la mala calidad del material volante. A final de esa década, se proyectó el establecimiento de bases para hidroaviones a lo largo de la costa dotadas del modelo italiano CANT Z.501 Gabbiano, mientras que la Armada negoció la adquisición de un crucero dotado de un hidroavión embarcado; no obstante, el estallido del la Segunda Guerra Mundial impidió que se concretaran ambos proyectos. Y fue la carencia de aviones de patrullaje marítimo y antisubmarinos durante el conflicto mundial lo que impidió a la Armada y a la Aviación Militar vigilar de manera efectiva las aguas territoriales donde merodearon los uboote alemanes que hundieron no pocos buques mercantes y petroleros, tanto venezolanos como de los países aliados.

En 1947, la Aviación Militar alcanzó su plena autonomía del Ejército y se convirtió en la Fuerza Aérea Venezolana. En los años subsiguientes no se conoció de nuevos proyectos para crear unidades de aviación marítima o aeronaval.

Nace la Aviación Naval

Fue en 1962 cuando la Armada incorporó su primera aeronave, un avión Cessna 310 al que le siguieron otros aviones del mismo modelo y dos Douglas DC-3/C-47. En 1974, creó la primera unidad táctica: el Escuadrón Aeronaval de Patrullaje Antisubmarino, dotado de seis aviones Grumman S-2E Tracker. Además, en esa década recibió aviones de transporte BAe 148 y Beechcraft King Air 90E.

Finalmente, entre 1980 y 1982, con las seis fragatas tipo Lupo /clase Mariscal Sucre llegaron, también de Italia igual número de helicópteros Agusta/Bell AB-212ASW, dando así inicio a la aviación naval embarcada. Así mismo, se creó el Comando de Aviación Naval.

España, el principal proveedor

A lo largo de esos años se recibieron aviones, nuevos, de enlace Cessna 310R, de transporte De Havilland Canada DHC-7-102 Dash 7 y Cessna 402C, y varios de segunda mano: un King Air 200 y un Rockwell AC-980 Turbo Commander. También se adquirieron tres helicópteros AB-212ASW adicionales. Sin embargo, las compras más importantes se realizaron en España: cuatro aviones de transporte Eads Casa C212-200 Aviocar y cuatro de patrullaje marítimo C212-200PM.

Del mimos modo, se repotenciaron cuatro S-2 E Tracker y se adquirieron dos más pero, inexplicablemente, al poco tiempo fueron retirados esos nobles aviones que, 30 años después, continúan en servicio con algunas armadas, incluyendo la de Brasil.

En la década de los noventa llegaron tres helicópteros Bell TH-57A Sea Ranger y un avión Cessna 310 Centurión, todos para instrucción. En 1998 se compraron a EADS Casa dos C212-400 de transporte, a la vez que se le encomendó la actualización y repotenciación de tres C212-200 Aviocar y tres C212-200PM.

Escuadrón aeronaval de ataque

La Guerra de las Malvinas dejó muchas enseñanzas, una fue la importancia de contar con unidades de ataque aeronaval. La Armada venezolana elaboró un proyecto, anunciado en 1984, para la creación de un Escuadrón Aeronaval de Ataque. Una de las primeras opciones para su equipamiento fue la versión navalizada, inédita, del avión de entrenamiento avanzado y ataque ligero C101 presentada por CASA. No obstante, el proyecto quedó estancado a final de esa década, cuando la Fuerza Aérea adquirió misiles aire-buque AM39 Exocet para sus cazas Dassault Mirage 50.

Años después se conoció la oferta de la U.S. Navy a la Armada venezolana para transferirle aviones de ataque LTV A-7 Corsair II. Más recientemente, a mediados de la década pasada, el proyecto continuaba vigente y en ese momento se planteaba la adquisición de aviones de ataque ligeros Embraer EMB-314 Super Tucano o Sukhoi Su-25, pero desde entonces no ha habido más información al respecto.

Los últimos 15 años

En los últimos tres lustros la Aviación Naval ha incorporado pocas unidades. En la década pasada recibió ocho helicópteros Bell 412EP y seis Mi-17V5, y, al menos, un avión Cessna 208B Grand Caravan. Por lo demás, actualizó en Italia los helicópteros AB-212ASW.

No obstante, hay que recordar que, en 2005, la Armada venezolana contrató a EADS Casa (actual Airbus Defense and Space) el suministro de cuatro aviones de transporte C295M y dos de patrullaje marítimo C295MPA Persuader, pero la empresa española no pudo cumplir debido a la prohibición impuesta por Estados Unidos a la transferencia de material y tecnología militar, de origen norteamericano, a Venezuela. Ante tal circunstancia, se intentó encontrar sustitutos en otros países, pero en Occidente no fue posible debido al veto estadounidense y, respecto a Rusia, los modelos evaluados, según se comentó, no convencieron a los pilotos navales venezolanos.

En 2012 se anunció el proyecto para adquirir en China ocho helicópteros antisubmarinos Harbin Z-9EC, para dotar a los ocho buques patrulleros construidos por Navantia, y seis Z-9WA de ataque para apoyo de la Infantería de Marina, lo cual no se ha concretado. El hecho es que el parque aeronáutico de la Aviación Naval está envejeciendo y, por ser en su mayoría norteamericano o contar con componentes de ese origen, es de suponer que su operatividad esté siendo afectada ante la dificultad de obtener piezas de recambio debido al embargo.

La Armada venezolana dispone de 19 buques con cubiertas de vuelo para helicópteros, de los cuales diez tienen hangar, que no es poco. Además, cuenta con una importante red aeroportuaria, militar y civil repartida a lo largo de la costa e islas desde la que pueden operar sus aeronaves. Por lo tanto, lo que necesita son medios aéreos idóneos y suficientes para cumplir con su misión en unos momentos en los que Venezuela necesita reafirmar su soberanía en sus vastos espacios marítimos, principalmente en su fachada atlántica.



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