Tal día como hoy, 13 de agosto, pero de 1659, comenzaron las negociaciones que derivaron en el Tratado de los Pirineos, firmado por el español Luis Méndez de Haro y Guzmán y por Jules Raymond Mazarin, más conocido como el cardenal Mazarino, nacido en Italia pero al servicio de los franceses. Las negociaciones del tratado de paz -de 124 artículos- duraron meses y pusieron fin a la guerra entre Francia y España iniciada en 1635.
El resultado de esta firma conllevó el reparto de una serie de territorios para un bando y para otro. Mientras que en la frontera norte Francia recibió el condado de Artois (excepto una pequeña región) y una serie de plazas fuertes en Henao, Flandes y Luxemburgo; en la frontera sur se concertó la cesión a Francia del Rosellón, el Conflent, el Vallespir y una parte de la Cerdaña. A cambio, los españoles recibirían Cadaqués, Castellón de Ampurias, Puigcerdá y Rosas. También volverían a poseer el Charolais y las conquistas de Italia Mortara, Valenza y Vigevano a cambio de que España devolviera Vercelli a Saboya.
Carlos IV percibiría de nuevo el Ducado de Lorena y, además, el rey francés perdonaba a Luis de Borbón, apodado El Gran Condé, que se había exiliado a la zona española de los Países Bajos tras la derrota de la Fronda. Además, se le devolvieron sus títulos y posesiones.
El tratado incluyó un indulto general a los perseguidos durante la sublevación catalana, así como la restitución de todos los bienes. Este compromiso también aceptaba mantener la vigencia de las Observancias o Usatges de Barcelona, así como sus instituciones al norte de los Pirineos, pero esto, posteriormente, no fue respetado por el rey francés Luis XIV.