Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor
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Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor

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Las actuales circunstancias que viven el planeta, el país y nuestra Región de Magallanes y Antártica chilena no impiden sentir el orgullo al iniciar este fin de semana un nuevo Mes del Mar. Cada mayo, desde hace ya 141 años, el inicio del Mes del Mar y la emotiva ceremonia que conmemora la gesta heroica del combate naval de Iquique nos pone en situación de hacernos quizá la pregunta que el mismo Arturo Prat Chacón y sus 202 hombres y niños se hicieron en la cubierta de la gloriosa Esmeralda, alrededor de las 07:30 de aquella mañana del 21 de mayo de 1879.

¿Sabemos qué pasará, cuál será el resultado de esta batalla, que será de nosotros,nuestras familias y sus vidas si ésto no termina bien…?

Los marinos decimos que la vida es como una rueda del timón de los barcos, donde cada una de cabillas gira, estando a veces arriba y otras veces abajo, dándole esa característica casi mística al destino de nuestras vidas, donde la historia se repite siempre en formas y características distintas, pero se repite de una u otra forma.

En esta oportunidad, en la emergencia sanitaria 2020, quizá no en la manera de una confrontación bélica donde lo que estaba en disputa era la sagrada convicción de la soberanía, el territorio y el amor a la Patria. En esta ocasión, se libra una lucha, una guerra donde el enemigo si tiene nombre, pero no tiene bandera ni representa a un Estado con el cual, a lo menos, se podría negociar.

El enemigo Covid-19 es cruel, no parlamenta, no negocia ni se disuade aun cuando se posea la mejor diplomacia y la flota más poderosa de buques. Este enemigo a lo único que responde es a las intangibles respuestas humanas frente a la adversidad…tal como lo dijo Prat: “Muchachos, la contienda es desigual, pero ánimo y valor”.

Ánimo, para responder con la actitud de salir adelante; de poner el máximo de nuestras energías cuando sintamos que ya estamos agotados; ánimo para contagiar optimismo, energía y fe en que aún cuando la contienda sea desigual, hay algo en el fondo de nuestros corazones y voluntades, que nos impulsa a superarnos y salir adelante como tantas veces lo ha hecho el pueblo de Chile a lo largo de su historia, en otro tipo de desastres naturales, como también frente a otras pandemias que nos han asolado en el pasado.

Valor, para afrontar los momentos de dificultad con entereza. Con valor físico para afrontar largas horas de guardia en las calles; largos, y durísimos turnos en las urgencias y UCI de nuestros hospitales; y para estar presente en todo el resto del sistema productivo del país para que los servicios básicos que toda la población necesita estén disponibles y en general, también, para afrontar las largas cuarentenas al interior de nuestros hogares.

Pero, igualmente importante es el valor moral para afrontar esta situación extrema,entendido como la valentía o fortaleza para dominar por medio de la voluntad al miedo, aquella misma virtud que el comandante Prat hizo carne en la arenga que dio a sus hombres previos al inicio del combate.

Prat sabía lo difícil de la tarea, sabía lo incierto del resultado, no tenía respuestas a las preguntas de sus compañeros y pese a eso, encaró el desafío con esa fortaleza que pudo traspasar a sus muchachos, hasta lograr que incluso pusieran sus vidas a disposición de ese bien superior.

Cuanto echo de menos a Prat.

Se suele afirmar que una persona inteligente es aquel que identifica cuales son la batallas que vale la pena dar en la vida. Bueno, la batalla contra el Covid-19 es la batalla de nuestra generación, la que nuestros hijos y nietos recordarán y que los libros de historia harán perdurar en el tiempo para que el futuro juzgue a quienes tuvimos decisiones que tomar y responsabilidades que asumir.

Este es el momento de buscar en la figura de Arturo Prat ese ánimo y valor que motivó en la cubierta de la corbeta Esmeralda. Busquemos en la arenga inmortal la inspiración que necesitamos. Es el momento de ser responsables, cada uno en su puesto como autoridad, servicio público, político o simplemente como ciudadano, para ser consecuente con la historia y con el mensaje que queremos dejarles a nuestros hijos.



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