La defensa del espacio aéreo, a prueba en Alicante y Murcia
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La defensa del espacio aéreo, a prueba en Alicante y Murcia

F18 eagleye
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Una flota de aeronaves enemiga ataca por sorpresa el Levante español, provocando importantes daños en el sistema de vigilancia aérea de la zona y en las defensas antiaéreas terrestres y marítimas. Este es uno de los supuestos escenarios sobre los que se desarrolla estos días en las provincias de Alicante, Murcia y sus aguas adyacentes el ejercicio Eagle Eye, dirigido por Mando de Defensa y Operaciones Aéreas (MDOA), y en el que participan medios de diferentes unidades del Ejército de Tierra, el Ejército del Aire y la Armada española.

Parte de la ofensiva tiene lugar sobre el Escuadrón de Vigilancia Aérea (EVA) 5 ubicado en la sierra de Aitana (Alicante) que queda totalmente inutilizado. Todas las alertas saltan en el centro de control aéreo Pegaso, en la base de Torrejón de Ardoz, que ordena el envío inmediato de un radar móvil desplegado desde Sevilla para ocupar el vacío en la seguridad que deja el ataque.

Este caso permite analizar de forma realista el tiempo necesario para el traslado y despliegue de una solución alternativa de garantías, así como la respuesta del nuevo sistema una vez integrado junto con el resto de plataformas del entramado aéreo defensivo, entre otras variables, según explica el teniente coronel Bueno Caballero en un jornada con la prensa durante el trascurso del ejercicio.

En otro supuesto, un avión de transporte C-295 que realiza el trayecto entre Madrid y San Javier (Murcia) es ‘interceptado’ por dos cazas de combate F-18 del Ejército del Aire, después de que la aeronave mantuviera un comportamiento sospechoso durante parte de su recorrido. Tras confirmar el rumbo y comprobar que tan solo tiene la radio apagada, los cazas abandonan el seguimiento de vuelta a su base.

Cerca de 1.000 efectivos

Estos son solo dos ejemplos de los múltiples escenarios simulados durante el ejercicio a lo largo de la primera quincena de diciembre. En total, participan en el tercer Eagle Eye del año -el primero fue en Huelva y el segundo en Cantabria y Vizcaya- unos 1.000 efectivos de los tres Ejércitos, dos buques, cuatro baterías de misiles y hasta 28 aeronaves, entre helicópteros y cazabombarderos.

La fuerza defensiva está integrada por una Unidad de Defensa Antiaérea (UDAA) del Mando de Artillería Antiaérea del Ejército de Tierra, cuyo núcleo de fuego son los misiles Hawk, Nasams y Mistral y un cañón de 35/90; la fragata Álvaro de Bazán de la Armada y seis aviones F-18 del Ala 12 del Ejército del Aire. A esto hay que sumar unidades de protección de la fuerza, transmisiones y el Grupo Móvil de Control Aéreo (Grumoca).

El LHD Juan Carlos I, enemigo

Por su parte, el grueso de las fuerzas de oposición está compuesto en esta ocasión por el LHD Juan Carlos I, con una dotación de 300 personas, desplegado en las aguas del Mar Mediterráneo. A bordo, cuatro cazas de combate Harrier para las operaciones de ataque y dos Sea King para misiones de transporte y apoyo.

También colaboran en diferentes tareas del ejercicio diez Eurofighter de Morón y Albacete, dos F-18 y dos C-130 Hercules de Zaragoza y dos C-101 de Matacán.

El principal objetivo es engrasar los procedimientos de actuación ante un escenario en el que es necesaria la participación coordinada de los tres Ejércitos.

El Estado Mayor de la Defensa (Emad), a modo de resumen, detalla que durante las maniobras se ejecutan misiones aéreas defensivas como respuesta a incursiones y movimientos de aeronaves no identificadas, con el objetivo de adiestrar y evaluar a los medios terrestres, navales y aéreos asignados al MDOA para mejorar los procedimientos de integración y conseguir la sinergia adecuada.



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