Las naciones y la industria frente a la oportunidad de la EDAP
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Las naciones y la industria frente a la oportunidad de la EDAP

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En el largo y siempre difícil camino hacia una verdadera Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la Unión Europea (UE), la actividad de las instituciones del viejo continente en los últimos años ha supuesto un gran salto hacia la consecución de dicho objetivo. Con un renovado nivel de ambición respecto al papel que la UE debe jugar en la seguridad y la defensa de sus ciudadanos, recogido en la Estrategia Global de la UE (EUGS) de 2016, se puso en marcha un paquete sin precedentes de medidas relacionadas con la defensa europea.

Es un paquete con tres grandes pilares: nuevos objetivos políticos y mayores compromisos para que los europeos asuman mayores responsabilidades por lo que respecta a su propia seguridad y defensa; nuevos instrumentos financieros, el denominado Plan de Acción Europeo de Defensa (EDAP), para ayudar a los Estados miembros y a la industria europea de la defensa a desarrollar las capacidades identificadas como prioritarias en el marco del Plan de Desarrollo de Capacidades (CDP), y con ello contribuir a una autonomía estratégica de la Unión, y un conjunto de acciones concretas en respuesta a la Declaración Conjunta UE-OTAN relacionada con los ámbitos de cooperación entre ambas organizaciones supranacionales.

El primer pilar se concretaba, interalia, con la adopción por parte del Consejo en noviembre de 2017 de una Decisión [figura del Derecho comunitario europeo de carácter vinculante] por la que se estableció la Cooperación Estructurada Permanente (Pesco), una fórmula ya recogida en el artículo 42 del Tratado de Lisboa, si bien ha sido implementada nueve años después y con el criterio de inclusividad, en clara oposición al propio artículo 42 del TUE (Tratado de la Unión Europea), donde se habla del cumplimiento de criterios “más elevados de capacidades militares y que hayan suscrito compromisos más vinculantes en la materia para realizar las misiones más exigentes”. En cualquier caso, la Decisión sobre la Pesco abre una formidable oportunidad para que los Estados miembros que lo deseen y puedan hacerlo, desarrollen conjuntamente capacidades de defensa, inviertan en proyectos compartidos y mejoren la contribución y la disponibilidad operativa de sus fuerzas armadas, con lo que contribuyen a la consecución de una verdadera PCSD.

Dicha Decisión establecía además una lista de compromisos comunes más vinculantes, entre los que se haya incrementar los presupuestos de defensa, los gastos en investigación y desarrollo o el número de proyectos estratégicos colaborativos. Uno de esos compromisos, el número 18, consideraba a la Organización Conjunta para la Cooperación en materia de Armamentos, la OCCAR, que tengo el honor de dirigir, como la organización preferida para la gestión de programas de armamento. Sin duda, un espaldarazo de las instituciones y de los Estados miembros a la gestión de la Occar, de la que España forma parte desde 2005 y que en el pasado mes de septiembre conmemoraba el 20 aniversario de la firma de la convención que la rige.

Pero el segundo pilar del paquete de defensa al que antes me refería, es decir, el de los nuevos instrumentos financieros, es, con mucho, el que ha supuesto un hito más que reseñable en los 62 años transcurridos desde que la actual Unión Europea comenzó su andadura.

El Programa de Desarrollo Industrial de la Defensa Europea (EDIDP), el instrumento financiero propuesto por la Comisión Europea dentro del EDAP y cuyas reglas de juego fueron aprobadas en el verano de 2018, se presentó como programa piloto de cara a la posible inclusión de una línea de presupuesto en el próximo Marco Financiero Plurianual (MFF) 2021-2027 de la UE. El EDIDP abrirá las puertas al Fondo Europeo de Defensa (EDF) que será el programa asociado al MFF 2021-2027 y marcará un antes y un después en la forma de financiar los programas de defensa en Europa.

Este programa, que a la fecha de redacción de este artículo tiene prevista su aprobación en los primeros meses de 2019, financiará con 500 millones de euros el desarrollo de programas cooperativos que cuenten con la participación de al menos tres Estados miembros y que contribuyan a la innovación y a la competitividad de la industria europea de defensa.

Pesco y EDIDP son oportunidades tanto para favorecer la cooperación multinacional en la obtención de capacidades como para fortalecer y promover la innovación y la competitividad de la industria europea de defensa. Pero toda oportunidad siempre viene asociada a un reto. El reto es doble: para las naciones, es decir para los Gobiernos, y también para las industrias de defensa europeas.

Para las naciones el reto sigue siendo primero, dentro de su proceso de planeamiento de capacidades, identificar aquellas que estarían dispuestas a compartir mediante una obtención en cooperación con otros países. Después, encontrar un común denominador en los requisitos operativos de los sistemas de armas que pretenden obtener, para a continuación gestionar su adquisición en cooperación. Considero que la contribución de organizaciones ya existentes como la EDA (Agencia Europea de Defensa) para la identificación de capacidades y la armonización de requisitos, y la Occar para la obtención de dichas capacidades, sobre la base de sus 20 años de experiencia en la gestión de programas complejos de armamento, va a ser clave en 2019 y los siguientes años.

Para las industrias, la oportunidad que brinda la UE con la aportación de fondos adicionales para promover la cooperación, y por tanto el lanzamiento de programas de adquisición de armamento, pasa por el reto de acudir al mercado europeo con un alto nivel tecnológico y de competitividad, además de con una elevada capacidad de internacionalización y muy particularmente de buscar socios con los que, en consorcio, presentar proyectos innovadores que puedan ser elegidos dentro del programa de trabajo del EDIDP.

El año 2019 se presenta, por tanto, como la prueba de fuego para superar los retos mencionados y aprovechar las oportunidades que se brindan tanto a las naciones, para poder adquirir capacidades en cooperación, que de otra forma no podrían obtener, como para la industria, que podrá con ello asegurar su viabilidad a través de su participación en el desarrollo de la PCSD. De cómo las naciones y la industria entiendan el concepto de cooperación multinacional, dependerá su futuro. Para las naciones, está en juego poseer unas Fuerzas Armadas adecuadamente equipadas y capaces de hacer frente a los compromisos internacionales, sean en el marco de la OTAN o en el de la UE. Para las industrias, será la clave de su supervivencia y continuo desarrollo, en el competitivo sector de la defensa.

El texto aquí reproducido ha sido elaborado por el general de División Arturo Alfonso Meiriño, director de la Organización Conjunta para la Cooperación en Armamentos, OCCAR, para la publicación ‘Spain Defence and Security Industry 2019. La oportunidad europea’, publicado por ‘IDS’. El documento completo está disponible de forma gratuita, tanto en español como en su versión en inglés, en el siguiente enlace:

Spain Defence and Security Industry 2019. La oportunidad europea



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