La defensa latinoamericana y el tercer sector
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La defensa latinoamericana y el tercer sector

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La Declaración Política del Mercosur, Bolivia y Chile como Zona de Paz cumplirá un cuarto de siglo este año. Los firmantes de aquella declaración, se comprometieron a mantener una zona de paz, libre de armas de destrucción en masa, basada en el respeto al Derecho Internacional y en los principios y propósitos de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas.

A través de este instrumento, los países signatarios afirmaban que la paz era un elemento esencial para la continuidad y desarrollo del proceso de integración del Mercosur y acordaban fortalecer los mecanismos de consulta y cooperación en temas de seguridad y defensa que existieran entre los países, realizando esfuerzos conjuntos en los foros internacionales pertinentes para avanzar en la consolidación de acuerdos internacionales tendientes a la implementación del desarme y la no proliferación nuclear en todos sus aspectos.

Desde entonces, el mundo ha cambiado drásticamente y nuestro continente, específicamente Latinoamérica, sufre esos cambios de manera directa. Conflictos internacionales y locales, la creciente injerencia de Rusia, Irán y China en la región o el avance de organizaciones criminales transnacionales son algunos de estos cambios. Podemos incluir también la degeneración del sistema político y las violaciones a los derechos humanos en países como Venezuela, Nicaragua o Cuba, la proliferación del “negocio indigenista” que atenta contra la soberanía de diversas naciones, con apoyo, entrenamiento y financiación de terceros países, la presencia directa extracontinental (vaya como ejemplo la base china en Neuquén) o la propia alteración del espíritu democrático a través de la “esclavización electoral” mediante planes sociales y subsidios a la población más vulnerable.

Otros aspectos a tener en cuenta y que, sin duda, tienen impacto en la región, son el desmedido avance armamentista de Venezuela, hipotecando su futuro e independencia, principalmente a manos de China y Rusia, así como las operaciones de desestabilización del “castro-chavismo” en países de la región o la propia invasión de Rusia a Ucrania, entre otros muchos acontecimientos, nos permiten afirmar que vivimos una realidad muy distinta a la declaración de zona de paz y que claramente requiere una visión de futuro sin ingenuidad, adaptada tanto a las amenazas crecientes como a las oportunidades que se presentarán.

Ante amenazas híbridas, soluciones híbridas

Hace más de veinte años que el concepto “hibrido” ganó un lugar entre los expertos en asuntos de defensa, acunando así el nacimiento de un nuevo tipo de conflicto, diferente tanto de la guerra convencional como de la guerra irregular, pero que, a su vez, se nutre de ambas formas de hacer la guerra e incorpora los más modernos avances tecnológicos. Ya en 2008, el general George W. Casey, jefe de Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos, afirmaba que "las amenazas híbridas (combinaciones diversas y dinámicas de capacidades convencionales, irregulares, terroristas y criminales) harán difícil la utilización de enfoques singulares, siendo necesario soluciones híbridas e innovadoras que impliquen nuevas combinaciones de todos los elementos del poder nacional".

La proliferación de actores estratégicos no estatales, con posible acceso a capacidades estratégicas propias de un estado e incluso de destrucción masiva, tornan aún más complejos los escenarios de nuestra propia región. En este contexto, las declaraciones de la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, general Laura Richardson, de enero de este año, no hacen más que confirmar la permanente puja de intereses que existe sobre nuestros espacios en el marco de la competencia entre potencias hegemónicas. Estas declaraciones, lejos de sorprendernos, deben llamarnos a la acción.

El exitoso escritor norteamericano Tom Peters, dedicado al mundo de los negocios e inspirado desde un inicio en los principios de un estratega militar como fue el coronel de la Fuerza Aérea John Boyd, organizó un seminario bajo el titulo: "Los tiempos de locura requieren de empresas locas”. En el, se dedicó a explicar como en un ambiente de cambio, surgen nuevos modelos para los que las organizaciones deberán ser flexibles y adaptarse ya que, de lo contrario, no habrá esperanzas de sobrevivir. Bajo esta premisa, es que Latinoamérica debe, lejos de hacer locuras, aprovechar todas sus capacidades para producir y gestionar conocimiento útil a la toma de decisiones en materia de seguridad regional.

La defensa no es una cuestión exclusivamente militar

Negar los tipos de guerra modernos y la multiplicidad de actores estratégicos, la existencia de conflictos internos generados por otro estado o la actualización de capacidades defensivas, tanto militares como no militares y pensar que simplemente una declaración de zona de paz, como la ya mencionada en el Cono Sur, mantendrá protegidos a sus firmantes, no beneficia a la defensa de nuestros intereses como región, sino que facilita el avance de quienes los apetezcan y ello, además, podrá transformar a cualquiera de nuestros países en el campo de batalla de otros actores.

Las diferentes realidades económicas, sociales, culturales e ideológicas de los gobiernos en Latinoamérica, no deben ser un obstáculo para que, allí donde la libertad, la democracia y el estado de derecho sean valores fundamentales, respetados y protegidos, pueda organizarse una nueva herramienta en apoyo a las necesidades regionales en materia de defensa y seguridad.

Un socio fundamental en la arquitectura de esta visión debería ser Estados Unidos, potencia que tal vez comience a revisar su estrategia de relacionamiento con sus propios vecinos, dado el impacto que tiene y tendrá la estrategia implementada por China, por arriba y por abajo de la mesa, tanto con democracias respetuosas de los derechos humanos como con los gulags latinoamericanos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

El tercer sector de la defensa con sus think tanks - organizaciones que producen conocimiento, ideas y soluciones para la aplicación de políticas - registra una extensa y productiva actividad en gran parte del mundo. En este mundo loco, como diría Peters, globalizado y complejo, marcado por la importancia de los medios de comunicación de masas, de gobernanza compartida, de consensos, de negociación, de contrapoderes; en este mundo, los think tanks pasan a ser actores mucho más relevantes en la producción de información y con su impacto en la generación de políticas de defensa, así como en el desarrollo de estrategias en operaciones militares.

Europa cuenta con una larga tradición en el tercer sector de la defensa. Numerosos centros y foros especializados en temas de seguridad, que generan conocimiento y brindan herramientas eficientes y objetivas que ponen a disposición de los tomadores de decisión. Existen dos modelos sumamente interesantes entre los más prestigiosos espacios que, entre sus muchas acciones, organizan foros de expertos internacionales.

El primero al que debo referirme es la Munich Security Conference (MSC), organizada anualmente con una visión claramente europea y atlantista. Se trata del principal foro mundial de debates sobre política de seguridad internacional que, a su vez, actúa como un amplificador de iniciativas y enfoques diplomáticos sobre las amenazas de seguridad más relevantes a nivel mundial. Entre sus muchas actividades, se destaca la conferencia principal que se organiza en el mes de febrero, la que reúne a más de 450 tomadores de decisión de alto nivel y destacados líderes de opinión de todo el mundo. Es presidida por el embajador Christoph Heusgen, acompañado por el embajador Boris Ruge como vicepresidente y, en su carácter de presidente de la Fundación MSC, por el ex embajador Wolfgang Ischinger.

El otro modelo interesante a destacar es el Royal United Services Institute (RUSI), fundado por el Duque de Wellington en la Gran Bretaña de 1831, que produce una impresionante cantidad de información de reconocida calidad, basada en el análisis, investigación y el debate. Se trata de una institución británica que se propone operar con una perspectiva internacional, vocación que se refuerza con sus oficinas en Nairobi y Bruselas. En la actualidad lo preside el Duque de Kent, mariscal de campo del ejército británico, acompañado por el general norteamericano y exdirector de la CIA David Petraeus, por el político conservador británico David Lidington y por John Scarlett, exjefe del Servicio Secreto de Inteligencia Británico MI6. En este ámbito se organiza un foro que ha ido ganando espacio merecidamente: la "Latin American Security Conference" con la participación de especialistas de distintos países latinoamericanos que, en algunos casos, son exfuncionarios de gobierno y expertos colaboradores de RUSI.

Hacia un Foro Latinoamericano

Latinoamérica se debe un espacio propio, donde pueda repensar los desafíos y oportunidades de la seguridad entendida bajo un enfoque integral, abarcando la defensa y relaciones entre los países de la región y hacia afuera de la misma. Donde pueda analizar, sin interferencias ni tutores extraregionales, el mundo y los posibles escenarios futuros. Un espacio que facilite desde lo nacional a lo regional, la identificación de amenazas trasnacionales, de oportunidades en materia de inteligencia y en cooperación en el área de ciencia, tecnología y producción. Que le permita trabajar con un enfoque prospectivo y un horizonte temporal, atento en el corto, mediano y el largo plazo.

Este nuevo espacio deberá congregar a funcionarios, especialistas, profesionales de la defensa y seguridad, think tanks, empresarios y académicos, respetando condiciones a fijar, que garanticen objetividad, ausencia de sesgos ideológicos y la búsqueda permanente de contribución sustentable a la seguridad latinoamericana. En Argentina, hemos dado un primer paso con la conformación del Foro Argentino de Defensa (FAD). A raíz de la exitosa iniciativa del FAD, con foco en la realidad argentina, otros países de la región comenzaron a contactarse para compartir experiencias e información sobre sus foros locales.

Para la construcción de este nuevo actor regional, solo es necesario replicar las mejores prácticas internacionales, las que nos permitan dotar a las autoridades democráticas de la región, de un elemento más para el análisis de la realidad y la toma de decisiones. Por el momento, las respuestas han sido muy esperanzadoras en todos los niveles. Será necesario, en una segunda etapa, lograr materializar el Foro Latinoamericano de Seguridad, dotarlo de una estructura y de una agenda, de manera de poder pensar los desafíos en seguridad y defensa de nuestros pueblos sin intermediarios.

Ya hemos comenzado a trabajar, en la idea de hacer realidad un Foro Latinoamericano de Seguridad a partir de 2024. Lo que Latinoamérica no haga en esta materia, lo harán otros, pero atendiendo a sus intereses y no los de la región.



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