​¿Por qué Bolivia, Chile y Colombia lideran la revuelta contra Israel en Sudamérica?
EDICIÓN
| INFODRON | INFOESPACIAL | MUNDOMILITAR | TV
Firma invitada >
Opinión

​¿Por qué Bolivia, Chile y Colombia lideran la revuelta contra Israel en Sudamérica?

|

Ante acontecimientos internacionales dramáticos y controvertidos como el ataque de Hamás a Israel, los analistas empiezan a examinar las posiciones de los diferentes países del mundo, pero en este caso intentaremos evaluar la situación en una región que por razones históricas y de dominación político/ideológica siempre miró más hacia la derecha que hacia la izquierda.

Los países sudamericanos son más duros contra Israel que algunos países árabes

Fuera de Oriente Medio, América Latina es precisamente la región en la que algunos presidentes son más duros con Israel por sus acciones de represalia por los ataques terroristas y por la consiguiente muerte de un gran número de civiles en los bombardeos de Gaza. Si analizamos detenidamente la situación, las reacciones sudamericanas parecerían incluso más radicales que las de los países árabes, algunos de los cuales continúan manteniendo relaciones diplomáticas con Israel, y que de momento parece no las vayan a interrumpir.

Es el caso de las posiciones que algunos gobiernos latinoamericanos han adoptado respecto de lo que, sin embargo, se ha convertido en una verdadera guerra entre Israel y ya no sólo contra Hamás, sino también contra los palestinos, Hezbolá, Irán (que sin duda quisiera entrar en una guerra de la cual tiene mucho miedo) y en cualquier caso, aunque sea de palabras, contra los países árabes o mejor dicho en general contra los países islámicos, que en la cuestión de Palestina y sus habitantes, en realidad siempre han hecho muy poco. El conflicto palestino-israelí siempre ha sido un falso problema para ellos, ahora finalmente o al menos aparentemente todos parecen estar de acuerdo en la condena del Estado judío.

Ya he escrito que la solidaridad con Israel dura usualmente cuatro o cinco días como máximo, luego prevalecen el anti-sionismo, el antisemitismo y el anti-occidentalismo y hay que revisar la situación con diferentes perspectivas.

En los días inmediatamente posteriores al atentado del 7 de octubre, el periódico mexicano Reforma había señalado a Venezuela entre los partidarios de Hamás, acompañada por Cuba y Nicaragua. Entre los gobiernos no alineados incluyó a México, Brasil y Bolivia, mientras que del lado de Israel incluyó a Argentina, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay.

Los representantes alzan la voz contra la guerra de Israel

La situación actual demuestra que las expectativas trazadas por el periódico mexicano se mantuvieron durante esos cuatro o cinco días que indiqué anteriormente. Bolivia fue la primera en romper relaciones diplomáticas con Israel, seguida inmediatamente por Chile y Colombia. El Gobierno de Luis Arce ha condenado la que considera "la agresiva y desproporcionada ofensiva de Israel" y ha pedido el fin del bloqueo a Gaza, que impide la entrada de alimentos, agua y combustibles, vitales para mantener en función a los hospitales de Gaza, en emergencia permanente desde hace ya más 45 días. Llamó a otros países de la región a pedir “soluciones estructurales”. 

Con esa decisión, Luis Arce sucumbió a las presiones de su exjefe político, Evo Morales, quien pidió al Gobierno tomar decisiones más drásticas que el apoyo a Palestina expresado por el presidente. Sin embargo, tras el anuncio, Morales subrayó que "todavía no es suficiente".

Probablemente al final no fue una sorpresa, pero posiciones tan claras y disruptivas todavía nos hacen reflexionar sobre la deriva que han tomado estos países sudamericanos.

En Chile vive la comunidad palestina más grande del mundo fuera de Medio Oriente, pero no creo que este hecho haya influido mucho en las decisiones tomadas por Gabriel Boric quien prácticamente condenó el derecho de Israel a defenderse de los ataques de Hamas.

En realidad, a exclusión del presidente salvadoreño Nayib Bukele, de ascendencia palestina, que sorprendentemente declaró, tratándolos de animales: "Mejor que los de Hamás desaparezcan", ninguno de los líderes sudamericanos expresó gran sensibilidad hacia las víctimas del 7 de octubre incluidos los rehenes, y en algunos casos responsabilizaron a Israel de su lamentable suerte, lo mismo que hizo el secretario de las Naciones Unidas Antonio Guterres que señaló que las acciones del grupo militante palestino no ocurrieron “de la nada”.

El colombiano Gustavo Petro, sin embargo, no se centró en los sangrientos ataques de Hamás, sino que definió las operaciones militares israelíes como genocidio y casi equiparó la situación en la Franja de Gaza con la del campo de exterminio de Auschwitz provocando la ira de la comunidad judía de Bogotá. En Colombia surgió inmediatamente el tema de los suministros militares que Israel interrumpió de inmediato. Analistas del sector, entre los cuales el colombiano Erich Saumeth afirmaron que estas medidas provocarán una crisis importante para la seguridad del país.

Ahora será interesante ver la posición de Argentina, donde vive la comunidad judía más grande del continente. Aunque la posición del Gobierno de Fernández no fue muy dura, seguramente habrá un cambio de rumbo con la nueva administración. La elección de Javier Milei va en contra de la tendencia de los profundos cambios políticos que han traído las últimas elecciones en América Latina.

Las victorias de la izquierda en América Latina

Las últimas victorias electorales de líderes y partidos de izquierda han marcado un profundo giro (en el caso de Colombia, un nuevo giro) en las oscilaciones de la política latinoamericana.

Luiz Lula regresó a Brasil, ganando contra el detestado, quizás más en el exterior que en casa, Jair Bolsonaro, considerado de extrema derecha.

Pero una profunda sorpresa, aunque si en muchos casos las victorias se esperaban con márgenes muy amplios de certeza, fueron los éxitos de los candidatos de izquierda en los países tradicionalmente considerados defensores del neoliberalismo.

En México, Andrés Manuel López Obrador, en Chile, vimos a Gabriel Boric reemplazar a Sebastián Piñera, quien había sustituido dos veces a Michelle Bachelet en una perfecta alternancia democrática derecha/izquierda. Sin duda, la elección de Gustavo Petro en Colombia, donde la izquierda ganó por primera vez en la historia del país, es la más sorprendente.

Dejando a un lado los países veteranos Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde la izquierda lleva ya varias décadas en el poder, podemos ver idealmente que casi todo el continente de América Central y del Sur está teñido casi del mismo color rojo, a veces más pálido, a veces más oscuro, pero siempre de rojo se trata.

¿Cómo explicar estos éxitos electorales de la izquierda en América Latina que han caracterizado los últimos quince años y que hoy nos "sorprenden" por sus posiciones quizás extremistas y antioccidentales?

Los giros a la izquierda no son transitorios y regionales, son globales

Una respuesta es que el aflorar y la afirmación de la izquierda es simplemente una consecuencia de la alternancia electoral normal (véase en Chile y Perú) y del sentimiento de decepción de los electores tras los gobiernos de derecha por las promesas electorales incumplidas y el aumento de la pobreza, que también golpea duramente Europa (donde una buena cantidad de gobiernos es de izquierda), pero que en América Latina no deja esperanzas de redención a las poblaciones más desfavorecidas. Desde la época de Hugo Chávez, la lógica que ha guiado las decisiones de los votantes ha sido recompensar a los líderes que han dado o han hecho creer que han dado recompensas efectivas a la población más necesitada.

Otra opinión es que las victorias electorales de la izquierda siguieron a ciclos de protestas y malestar social. Todos recordamos las protestas en Ecuador (2019), Bolivia (2019-2020), Chile (2019-2020), Perú (2020) y Colombia (2019 y 2021) animadas por la frustración y el enojo del sector popular en respuesta al declive económico y a la gran desigualdad todavía presente en el continente.

Los giros a la izquierda iniciados a principios de nuestro siglo se revelaron en América Latina como algo nuevo y por eso despertaron consternación y asombro; no fueron fenómenos coyunturales ni extemporáneos, sino que son parte de procesos históricos más amplios y duraderos, tanto globales como regionales que, como observamos hoy, han conducido a decisiones radicales, discutidas y quizás incluso cuestionables.



Los comentarios deberán atenerse a las normas de participación. Su incumplimiento podrá ser motivo de expulsión.

Recomendamos


Lo más visto