España entra en un selecto club
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España entra en un selecto club

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Quisiera comenzar agradeciendo a Perfiles IDS la publicación de una versión actualizada de la publicación dedicada al submarino S-80, así como que me haya dado la oportunidad de escribir este breve artículo sobre un programa que, sin lugar a dudas, posee una gran relevancia para la defensa y la industria nacional.

Es bien conocido el valor estratégico que tienen los submarinos y por este motivo, España nunca ha querido renunciar a esta capacidad desde que, en 1915, se creó el Arma Submarina de la Armada. A partir de entonces, la Flota, la Fuerza de la Armada, siempre ha contado con submarinos entre sus unidades.

Si hablamos de un submarino, la primera característica que nos viene a la mente es su discreción. Esta discreción le otorga la capacidad de operar sigilosamente en escenarios donde sólo este tipo de buques pueden hacerlo. Otra característica destacable del submarino es su alta capacidad de combate que, unida a la mencionada discreción, le confiere un enorme poder de disuasión y un gran valor estratégico, puesto que, la sola sospecha de su presencia en una zona, supone de por sí una amenaza potencial. Además, el rango de misiones que es capaz de realizar un submarino, tanto en solitario como integrado en una fuerza, le convierten en un instrumento clave para cualquier operación naval.

El submarino opera en un medio que por naturaleza resulta hostil al ser humano. Las exigentes condiciones que presenta el seno marino obligan a realizar un extraordinario esfuerzo de ingeniería para concebir un navío capaz de desenvolverse con seguridad en un ambiente de tales características. Por ello, son muy pocas las naciones en el mundo que poseen la tecnología y la capacidad de diseñar y construir un submarino. Con el submarino S-80, España figurará entre los miembros de ese selecto club.

Desde que se iniciaron, allá por la década de los 80, los estudios iniciales para definir el submarino que habría de relevar a los de las series ‘S-60’ y ‘S-70’, hasta el día de hoy, el proyecto S-80 ha recorrido un largo y difícil camino cuyo término está cada vez más próximo.

El ‘S-80’ constituye un gran avance tecnológico con respecto a los veteranos submarinos de la clase Galerna que siguen aún hoy en servicio en la Armada. El salto que supone, de casi cuatro décadas, trae consigo un alto grado de automatización que obligará a cambiar la mentalidad de nuestros submarinistas, habituados a manipular directamente los distintos elementos del submarino.

Pero, sobre todo, como he dicho, el S-80 es el primer submarino de la historia de la Armada que ha sido diseñado y construido por España, gracias a Navantia, que ha conseguido un alto grado de nacionalización, implicando a numerosas empresas españolas. Es un reto sin parangón en nuestra industria naval que, además, nos otorga una valiosa autonomía estratégica. Todo el conocimiento adquirido por Navantia y por la industria auxiliar durante estos años permitirá en el futuro abrir la puerta a la posibilidad de exportar el programa a otras naciones. Del mismo modo, la unión entre la industria naval y la Armada, deberá proseguir el camino iniciado con el programa S-80, buscando nuevos retos para la próxima serie de submarinos.

Las nuevas armas y sensores del S-80, junto con su moderno sistema de combate, servirán para mejorar las capacidades actuales del Arma Submarina. Además, el innovador Sistema de Propulsión Independiente del Aire (AIP), de diseño nacional, permitirá la producción de energía eléctrica a cualquier profundidad, a partir de bioetanol, lo que incrementará la autonomía en inmersión pura, sin necesidad de hacer ‘snorkel’, aumentando de este modo aún más su discreción.

Con la puesta a flote del primer submarino de la serie, el S-81 Isaac Peral se cumple un hito más en el arduo camino de la construcción. Sólo echando la mirada atrás, y viendo el enorme trabajo y esfuerzo que nos han llevado hasta aquí, se puede comprender la verdadera importancia de este momento, que supone un acicate para afrontar con entusiasmo lo que queda todavía por la proa antes de la entrega definitiva del submarino a la Armada: las exigentes pruebas en puerto y, sobre todo, en la mar.

La llegada del S-80 también traerá consigo nuevos retos para la Armada, que tendrá que ser capaz de operar y sostener, en colaboración con Navantia, el nuevo submarino durante todo su ciclo de vida, exprimiendo al máximo todo el potencial que aporta. Para ello, es preciso no solo formar adecuadamente a las dotaciones y al personal encargado del sostenimiento, sino también disponer de unas instalaciones en tierra capaces de dar servicio a estas unidades.

No quisiera terminar sin destacar el trabajo realizado por todos aquellos, tanto de Navantia como de la Armada, que han hecho posible que el programa ‘S-80’ se encuentre próximo a ver la luz.

Finalmente, quisiera resaltar que, a pesar de todas las innovaciones tecnológicas, el verdadero valor del Arma Submarina lo sigue constituyendo su personal, los marinos, hombres y mujeres, que operan nuestros submarinos bajo unas exigentes condiciones, poniendo en riesgo sus vidas, y manifestando con hechos el espíritu de abnegación y servicio que caracteriza a la Armada.

Hoy, transcurridos 106 años desde su creación, el Arma Submarina sigue fiel a su lema Ad Utrumque ParatusPreparados para todo–. Es un personal formado y adiestrado, listo para comenzar las pruebas de mar, que está deseoso por corroborar todas las expectativas puestas en el programa ‘S-80’; y así, vivir, esta vez en un submarino del siglo XXI, las mismas experiencias que aquellos pioneros de los siglos XIX y XX que dan sus nombres a los cuatro submarinos de esta serie: Isaac Peral, Narciso Monturiol, Cosme García y Mateo García de los Reyes.


El texto aquí reproducido ha sido elaborado por el Almirante General Antonio Martorell Lacave, Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada (Ajema), para la publicación ‘S-80: el submarino español, puesto a flote’, de la línea editorial Perfiles IDS. El documento completo se puede conseguir en el siguiente enlace:


S-80: el submarino español, puesto a flote




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