La cultura de Defensa, preámbulo de una buena industria de Defensa
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La cultura de Defensa, preámbulo de una buena industria de Defensa

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"El oficial cuyo propio honor y espíritu no le estimulen a obrar siempre bien vale muy poco para el servicio; el llegar tarde a su obligación aunque sea de minutos; el excusarse con males imaginarios o supuestos a las fatigas que le corresponden; el contentarse regularmente con hacer lo preciso de su deber, sin que su propia voluntad adelante cosa alguna, y el hablar pocas veces de la profesión militar son pruebas de gran desidia e ineptitud para la carrera de las armas".

La cultura de Defensa como preámbulo de una buena industria de Defensa fundamenta unas bases sólidas para integrar una filosofía de trabajo en el seno de la industria. Conocemos el diseño orientado al producto y el diseño orientado a procesos; incluso conocemos la filosofía Lean tan de moda en la actualidad pero tan difícil de implementar en la industria española, casi siempre debido a un carácter poco predispuesto a cambios y novedades, abundando en la superficie de la estética de actuación y muy pocas veces profundizando en la verdadera identidad transformadora.

De las Reales Ordenanzas de 1768 es el primer párrafo del texto y completamente en vigor en la actualidad en las reales ordenanzas militares, aplicable a todo aquel que se tenga como buen profesional en su ámbito competencial y laboral, más aún, en cualquier faceta de la vida. Los integrantes de la Industria de Defensa, personas competentes, que en la generalidad de los casos buscan ser mejores profesionales encontrarán en la cultura de Defensa una base sólida para mejorar las relaciones profesionales, el desarrollo de proyectos, de productos,… y poder entender y estar en consonancia con la idiosincrasia del cliente que en este caso son las Fuerzas Armadas y nadie podrá decir que esto no repercute beneficiosamente en el producto, en las relaciones interprofesionales y en definitiva en la sociedad.

Buscar una comprensión y una ejecución en el modo de hacer las cosas más allá que la ingenieril o mercantil en este ámbito de la industria no sólo lo creo beneficioso sino también necesario.

La relación de las Fuerzas Armadas y de la industria de Defensa no se puede desligar de la relación existente entre las Fuerzas Armadas y el resto de la sociedad. Una sociedad que busca buenos profesionales en la industria, en la enseñanza, en la sanidad, en el ámbito privado y en el público, buscará también buenos profesionales que integren las Fuerzas Armadas. Y para que las Fuerzas Armadas puedan cumplir con lo que demanda la sociedad, ésta deberá otorgarle los instrumentos necesarios para lograrlo y la cultura de Defensa ayuda en gran medida en este punto.

La industria de Defensa no hace caramelos, tampoco automóviles ni lavadoras. Hace armas, material bélico, buques de guerra, cazas, carros de combate, armas ligeras…, productos que van a usar nuestros militares, por lo que términos como sacrificio o servicio no les deberían ser ajenos. Aquellos de entre los profesionales que busquen en la autoexigencia la excelencia estarán más predispuestos a conocer esta idiosincrasia castrense, que no es otra cosa que conocer a tu cliente, entenderlo, comprenderlo, participar de sus éxitos y llorar con ellos sus pérdidas. Es conocer y hacer por conocer.

Disciplina y subordinación son los valores que ofrece la ética militar como valores principales frente a otras vertientes ideológicas y que en la sociedad civil están ciertamente relegadas a un segundo o tercer plano o ni siquiera existen. ¿Pueden estas virtudes ser ejemplo para la sociedad civil?

La disciplina en el ámbito militar es entendida como solidaridad en la acción para un fin común. El concepto de disciplina se sustenta en el principio de jerarquía, deber y orden. La disciplina obliga a mandar con responsabilidad y a obedecer lo mandado. Un aspecto universal de lo que es disciplina y por lo tanto aplicable a la sociedad civil y por ende a los que forman parte de la Industria de Defensa, indica Villamartín: "es respeto al ciudadano y a la propiedad, es el aprecio a sí mismo, al aseo, los buenos modales, la aversión a los vicios, la puntualidad en el servicio, la exactitud en la obediencia, el escrupuloso respeto a las leyes y reglamentos, la austera dignidad en la subordinación".

La subordinación supone jerarquía y se manifiesta por la obediencia. El sentido moral de la subordinación es aceptar voluntariamente la posición en la escala jerárquica del mando y obrar de acuerdo con lo mandado por el superior.

De estos términos se desprende una clara vocación de servicio atendiendo al respeto por el compañero y la obediencia al superior. Puede que hallemos establecido el marco de lo que supone la idiosincrasia castrense de la que ya hemos hecho mención.

La prevalencia en el seno de las Fuerzas Armadas de valores como la obediencia, el honor, la disciplina, el valor, la lealtad, que no son prioritarios en el mundo civil y menos en el empresarial uniendo esto a una mentalidad, la castrense: rígida, disciplinada, lógica, hace que parezca difícil la integración de lo que hemos denominado cultura de Defensa en el seno de la Industria, y sigue siendo difícil en la industria de Defensa aunque cultura e Industria en este caso compartan apellido.

La Industria se apoya principalmente en el dinamismo, la flexibilidad, resultados económicos, cálculo… y aunque parezca contradictorio también en el individualismo. La Industria es competitividad y las Fuerzas Armadas aúnan profesionalidad y entre estos términos sí puede haber un nexo común que facilite la proyección de la cultura de Defensa en la industria de Defensa.

El Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada (Ajema), almirante general Teodoro López Calderón, en una reciente entrevista indica que la Armada tiene como uno de sus cometidos el apoyo de la industria nacional que es algo recogido en la Directiva de Defensa Nacional de 2012 a propósito de una pregunta de las F-100 en Australia, con motivo del interés suscitado por la armada australiana por dichos buques y la posibilidad de su construcción por parte de Navantia. ¿Existe esa reciprocidad por parte de la industria?

Parece que la incertidumbre en el sector industrial de defensa es permanente. Hoy sigue siendo así. Quizá hoy es más patente que nunca. Incertidumbre en la industria significa debilidad, causada a mi juicio por tres puntos a tener en cuenta:

-Crisis financiera.

-Adaptabilidad de la industria a las nuevas maneras de enfrentamiento.

-Grandes corporaciones alejadas cada vez más de la idiosincrasia de sus potenciales clientes.

La crisis financiera mundial afectó doblemente a la industria de Defensa: por un lado la disminución constante de los presupuestos de defensa de la mayoría de los países de occidente y, por otro, los problemas financieros propios de cualquier industria durante la crisis. Sin tener claro que estos dos aspectos se hayan revertido, la industria tiene que seguir lidiando con ellos.

Desde hace ya algunos años, el enfrentamiento en los conflictos actuales ha ido evolucionando de una manera muy dinámica. La guerra contra el terrorismo islamista internacional ha consolidado los conflictos asimétricos. Esta nueva realidad en el enfrentamiento aún no tiene la repercusión necesaria en los productos que ofrece la Industria de Defensa, sacando hoy al mercado, productos cuyos proyectos datan en muchos de los casos de mediados de los noventa del pasado siglo o primeros años de este siglo.

El punto que nos interesa a nosotros es el tercero. Grandes corporaciones alejadas cada vez más de la idiosincrasia de sus potenciales clientes. La crisis, fusiones, transacciones mercantiles, compra de acciones, intereses políticos o empresariales… La industria de Defensa es una industria muy heterodoxa, puede ser una textil, de alimentación, electrónica, una industria de armas. Aquí el apellido de Defensa no lo da el producto sino el cliente, que suele ser, generalmente, los ministerios de defensa de cada país.

La distorsión en este punto la marcan las grandes corporaciones de armamento. Multinacionales o no, que en España han abandonado u olvidado o relegado a un segundo plano la idea de que el cliente principal es el del propio país. Esto es debido a las respuestas dadas para solucionar los problemas generados por la crisis financiera mundial que aún hoy mantiene algún grado de virulencia.

Esta respuesta se fundamentó por un lado en la búsqueda de clientes fuera de nuestras fronteras y por el otro, en aliarse con empresas de otros países. Esto por sí solo no es malo, todo lo contrario. El problema está cuando la novedad de nuevos clientes y nuevos socios embriagan a toda la corporación olvidando al cliente primario, el propio, el natural, el del país, o sea, sus Fuerzas Armadas. La 'nueva manera de hacer' busca clientes globales, busca cifras globales, por ejemplo números en ventas que se aproximen a cifras industriales más que a cantidades artesanales.

Una manera de conseguir esto es ofreciendo un único producto a un único cliente, un producto global a un cliente global, que no es más que pretender tratar a todos los potenciales clientes como uno solo, evitando así, dar soluciones concretas a clientes concretos. Fabricando mucho de uno y no poco de muchos. Como ejemplo: el nuevo avión F-35. Buscando clientes globales, atendiendo a intereses globales y no nacionales, perdiendo de vista el mercado nacional, distanciando la relación formada, de una manera cada vez más evidente,el binomio conformado por las Fuerzas Armadas nacionales y la industria de defensa nacional.

No hay una inversión en la Industria de Defensa por y para incentivar el conocimiento y cultura militar entre las partes integrantes de los proyectos de Defensa. Inversión que no debería ser tal, sino iniciativa por aprender, por involucrarse y fomentar el buen hacer de un producto para un buen cliente, uno permanente, las Fuerzas Armadas de tu propio país.

La Armada apoya a la industria nacional aún cuando no parece que debiera, el Ejército del Aire y de Tierra hacen lo propio. La respuesta a la pregunta que quedó sin responder es no. No hay reciprocidad porque no se conoce la idiosincrasia castrense, el estilo de vida militar en el seno de la Industria de Defensa. Se desarrolla un producto para un cliente que no se conoce. Se quiere imponer un producto global para un cliente global y todo esto ocurre porque no se conoce ni se hace por conocer. ¿Por qué entonces cimentar la cultura de defensa? Simplemente porque es lo correcto.



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