El rumbo de la Armada está en manos desde esta semana del almirante Antonio Piñeiro. El nuevo Ajema, de 63 años y natural de Mugardos (A Coruña), toma las riendas de una Armada inmersa en un proceso de transformación digital, con dos programas estrella ya encauzados, el submarino S-80 y la fragata F-110, que tiene no obstante importantes retos en el horizonte como los proyectos de modernización de sus cazaminas, buques de asalto anfibio o sus fragatas F-100. Estas últimas las que conoce muy bien; estuvo al mando de la F-101 Álvaro de Bazán.
Estas no son las únicas necesidades de la flota, también hay que cerrar la compra de un sustituto de los cazas Harrier que operan en el LHD Juan Carlos I y empezar a pensar en nuevos programas de adquisición de buques. El Estado Mayor de la Armada trabaja, por ejemplo, en la definición de dos nuevos BAM con capacidades de guerra antisubmarina. Y todo esto sin dejar de lado al personal, el recurso más preciado al final de un ejército. Piñeiro ha sido los dos últimos años jefe de Personal, por lo tanto, tiene muy claras cuáles son las necesidades. Este caso, uno de los principales retos es adaptar los planes de formación a esa transformación digital antes mencionada.
El almirante además pasa a dirigir la Armada en un contexto internacional complejo en el que la guerra en Ucrania está redefiniendo las estrategias de las marinas de todo el mundo. El conflicto ha puesto de manifiesto la necesidad de recuperar capacidades de guerra antisubmarina (ASW), descuidas por la mayoría de países tras el fin de la Guerra Fría, o la importancia de los cazaminas para asegurar el tráfico marítimo.
Piñeiro tiene sobre la mesa tres programas de modernización de buques: los cazaminas, los buques de asalto anfibio y las fragatas F-100. Todos están pendientes de financiación para su lanzamiento y la previsión es ponerlos en marcha entre 2024 y 2026.
Respecto a la modernización de las fragatas F-100, la Armada fija la entrada en servicio de los buques actualizados entre 2028 y 2032. En este caso, la MLU permitirá que los buques continúen en servicio al menos entre 15 y 20 años más. La Armada trabaja desde 2020 en la definición de las acciones necesarias para acometer esta modernización, que incluirá sistemas, equipos y componentes dentro de las áreas de plataforma, sistema de armas, sistema de combate y de sistemas de información y comunicaciones.
La intención es buscar la “comunalidad” con los sistemas desarrollados para la F-110, especialmente en los que se refiere al sistema de combate, así como emplear el mismo armamento.
La Armada también trabaja en la definición de la corbeta europea, junto con las marinas franceses e italiana, un buque que entrarán en servicio a partir de 2030, de acuerdo con las previsiones actuales. Asimismo, tiene en marcha otro proyecto para el reemplazo de los cazas Harrier AV8B, que será retirado al final de esta década. En este caso, el programa ya tiene una primera partida asignada en el presupuesto de Defensa para este año. El ministerio no ha dado detalles del sustituto, aunque solo hay una opción, el F-35 B, la versión de despegue y aterrizaje vertical.
Otro de los grandes desafíos es la transformación digital y la irrupción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, el big data, el 5G, la computación cuántica o la nube que revolucionarán ámbitos con la logística, el sostenimiento y también la forma de operar a bordo. En este sentido, sobresale la iniciativa, puesta en marcha hace muy poco, para dotar a los arsenales con las últimas tecnologías.
Compra del MH-60R
La que ya está cerrada es la compra de ocho helicópteros MH-60R Romeo. El Ministerio de Defensa acaba de recibir el visto bueno del Gobierno a un programa con un presupuesto de 820 millones de euros para la adquisición de este lote junto con equipos y sistemas necesarios para la operación y armamento.
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