La Haya, España y la transversalidad de la inversión en Defensa
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La Haya, España y la transversalidad de la inversión en Defensa

Francisco J. Girao
Francisco J. Girao, director de Defensa, Seguridad y Aeroespacial de Atrevia
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¡Ah, aquellos tiempos! Nos hemos pasado la vida tratando de crear cultura de Defensa en España e intentando encontrar fondos para ello (sin hallarlos) y nunca pudimos imaginar que el dinero para el sector (desarrollo, programas, adquisición, tropa, y también cultura) iba a llegar al revés, ‘mágicamente’ antes que la concienciación de la ciudadanía. 

De hecho, hay quien diría que llega, empujado desde el exterior, a pesar de la falta de convencimiento de nuestra clase política, que no lo ve. También es difícil ver todavía que lo que se exija en La Haya, en la cumbre de la OTAN de finales de junio, será infinitamente transversal. Nunca una cumbre de la OTAN tuvo tanta sensación de obligación y urgencia. Dibujo estas líneas para Infodefensa a punto de coger un avión para Bruselas. El por qué, hasta donde se puede detallar, es importante; lo contaré más adelante. Al igual que es importante también entender que La Haya no está lejos de Bruselas. Baste afirmar que la transversalidad de la inversión en Defensa es tal que quien pretendiera descolgarse en La Haya de la necesidad urgente y compartida de seguridad colectiva, debería despedirse también de poder lograr nada en Bruselas.

Creo que conviene que me explique: 2025 y La Haya marcarán el momento en que la inversión en Defensa se convierta en una exigencia compartida y obligada. En 2014, tras la invasión rusa de Crimea, la exigencia del 2% se vio como un nuevo objetivo político. Como tal, podía cumplirse o no. A los resultados me remito, con nuestro país como lamentable ejemplo. Eso se acabó. Desde ahora será obligatoria y común. Arrastrará a otros sectores, interesará más a los medios, todo el mundo sabrá más sobre ello y la clase política que quiera sobrevivir, la asumirá. Lo que se dice una materia ‘transversal’, vamos.

Y quien no invierta en Defensa, que se olvide de pintar nada en el ámbito internacional aliado. ¿Quiere decir eso que, si el Gobierno de Pedro Sánchez hubiera podido aprobar unos PGE nuevos con un 5% real de inversión en el sector, habría tenido más sencillo que se comenzara a usar el catalán en Bruselas? Pues mire… sí. Puede que el cuestionado objetivo, en nuestro escenario real o en ese supuesto, no sea factible ni realista pero ¿que lo habría tenido más fácil? No me cabe duda. Y ahora piense usted en cualquier otro tema que, ese sí, le importe de verdad a los ciudadanos o al conjunto del país. Si no sumas a protegernos a todos, olvídate. Ni pesca. Ni agricultura. Ni tus problemas futuros con Marruecos. Ni refuerzo del flanco sur. Ni relajación de normas de deuda. Ni más Frontex en nuestra parte del Mediterráneo. Olvídate del Atlántico. Ni que la Unión Europea haga suyas las preferencias españolas sobre el acuerdo con Gibraltar. Nada. Y aplicará a Sánchez y a su sucesor. Y seguramente al sucesor del sucesor independientemente del partido al que pertenezcan.

Usted sabe como yo que el cuento se cuenta solo: había una vez un granjero que cultivaba los frutos más dulces del valle. Invirtió en mejores semillas, riego, abejas y maestros para sus hijos. Pero nunca reforzó la vieja cerca que rodeaba su granja. “No da frutos”, decía. Una noche, llegaron los lobos. En minutos, el trabajo de años se perdió. Desolado, comprendió: la cerca no producía, pero protegía. Desde entonces, cada cosecha reservaba algo para reforzarla. Y así, sus hijos crecieron con miel, libros… y la paz de saber que todo estaría a salvo. El paralelismo es malísimo en realidad: nuestra Defensa produce, claro, en forma de avance tecnológico, propiedad industrial nacional, empleos de calidad… (ya se sabe usted la cierta retahíla).

Y es que estamos en crisis. No. Peor: estamos en crisis y hay quien aún no se ha enterado. Como escribió Gramsci “la crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”. La impotencia de quien ve que Europa debe protegerse (dejo Washington y sus intenciones para con nuestros incrementos presupuestarios ahora aparte, a posta) y que hay quien aún no lo entiende es la protagonista de este proceso de La Haya. Por encima de Vladimir Putin.

Para acabar: no. La Haya no está lejos de Bruselas. Mi vuelo está en ‘última llamada’ y voy a embarcar y volar a Bélgica porque ya tenemos clientes que entienden que la necesidad de protección en las sociedades de Occidente ha llegado para quedarse; que, por tanto, el protagonismo de las empresas industriales de Defensa ha llegado para quedarse; y que, entonces, su actividad externa, sus estrategias relacionales, al igual que la inversión de los estados en Defensa, deben ser transversales. Y eso incluye su carácter de planificadas y ejecutadas por expertos. Poco importa si la exigencia de La Haya en junio, que lo será también de Bruselas (que, para ser pesado, diré por última vez que no está lejos), es el 3% ya o el 5% en 5 años. Lo que importa es que la inversión en Defensa ha llegado para quedarse y se convierte en transversal, como el gasto social, el capítulo 1 o el plan nacional de infraestructuras y transporte.

 

 



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