Los drones han tomado el campo de batalla moderno. Es una realidad. La guerra de Ucrania ha sido el escenario donde ha eclosionado el uso generalizado de los vehículos aéreos no tripulados. En uno y otro bando, los drones están por todas partes; en la trinchera en el frente, en las misiones de inteligencia, en los ataques estratégicos a la retaguardia... Es precisamente la versatilidad, esa posibilidad de actuar en un amplio abanico de misiones lo que ha extendido rápidamente su empleo.
La irrupción de los drones también ha transformado prácticamente sobre la marcha las tácticas militares para sacar el máximo partido a esta nueva arma y a la vez proteger a las unidades de esta nueva amenaza.
Todos los ejércitos miran a Ucrania e intentan extraer lecciones en el uso de los UAV. En España, la Legión pone a prueba desde hace meses en el desierto almeriense todo tipo de sistemas no tripulados, no solo aéreos, para extraer conclusiones sobre su utilización en misiones y desarrollar doctrina.
Mientras, en Madrid, personal del Parque y Centro de Mantenimiento de Material de Ingenieros (Pcmmi) ha dado los primeros pasos para el desarrollo de drones caseros. El Mando de Apoyo Logístico del Ejército (MALE) ha aprovechado una reciente visita de la ministra de Defensa, Margarita Robles, para presentar las primeras versiones: munición merodeadora, dron granadero y dron dispersador de minas contracarro.
Los tres modelos expuestos han sido desarrollados dentro de un proyecto que busca demostrar la capacidad de diseñar y fabricar este tipo de drones con recursos materiales propios y con el conocimiento de los ingenieros politécnicos del Ejército de Tierra.
Lecciones aprendidas de Ucrania
En Ucrania, los soldados ucranianos utilizan desde hace meses drones caseros kamikazes -también llamados suicidas- con cargas de alrededor de un kilo y medio de explosivo que pueden llegar a inutilizar un vehículo que vale millones de euros. En muchos casos, el montaje tiene lugar en las propias casas de los militares en talleres camuflados, con un precio que puede rondar los 500 euros. El bajo coste convierte a los sistemas aéreos no tripulados de pequeño tamaño en la mejor opción en la actualidad.
El Ejército de Tierra plantea que los tres modelos desarrollados por el momento puedan ser reutilizables con un precio desde los 500 euros (merodeador), hasta los 1.000 (granadero) y 1.500 euros (dispersador). En una segunda fase, también contempla incorporar GPS a cada versión.