A vueltas con la cultura de Defensa

Desde hace dos décadas los distintos gobiernos han impulsado diferentes iniciativas y esfuerzos para potenciar lo que se ha denominado cultura o conciencia de defensa, un aspecto que se ha reflejado en sucesivas directivas de defensa nacional. De esta manera, y siguiendo esta línea de política de defensa, han surgido en ese tiempo diferentes centros de pensamiento y se han potenciado los estudios en política de seguridad y defensa, que tradicionalmente habían recibido una atención secundaria en el mundo académico español salvo honrosas excepciones.

Uno de tales centros ha publicado recientemente un interesante estudio sobre el tratamiento que han recibido diferentes asuntos en la Comisión de Defensa del Congreso entre 2004 y 2016, es decir, las tres legislaturas más recientes y en especial las que vivieron la crisis de los últimos diez años. En el estudio se plantea que las agendas institucionales de la comisión incluyeron en su orden del día un total de 389 puntos, unos 32 por año. De ellos 100, aproximadamente el 25%, estaban relacionados con presupuesto (47), industria (44) o modernización de las Fuerzas Armadas (9). El otro 75% afectaba a otras materias principalmente política de personal y, en segundo orden, participación en operaciones.Son unos datos que nos resultan significativos.

En relación con financiación y presupuesto prácticamente la totalidad de los debates se centraron en la presentación y aprobación anual de los presupuestos. Solo tres veces se incluyó en el debate de la comisión la evaluación de la gestión realizada. Es decir se ha realizado un esfuerzo en debatir la asignación de fondos, pero se ha dejado de lado si esos fondos se han dedicado correctamente a los fines perseguidos.

Se incluyeron 44 puntos relacionados con la industria,en su mayoría (27) relacionados con cuestiones de comercio exterior. La problemática de los programas especiales se abordó cinco veces y la situación general de la industria un total de tres, una media de una vez por legislatura. Recordemos que en esos años se ha producido la reconducción de los programas con la correspondiente reprogramación de pagos y disminución de cantidades de sistemas, se paralizaron primero y reactivaron después los pagos a los contratistas, y se produjo una fuerte caída del mercado doméstico con una repercusión importante sobre el sector que se ha proyectado con mucho esfuerzo hacia el exterior. Aunque este tema se ha tratado en comisión junto con otros, quizás su importancia hubiera requerido una mayor atención parlamentaria.

Por su parte, la modernización de las Fuerzas Armadas, mereció su inclusión en los debates en comisión un total de 9 veces a lo largo de las tres legislaturas estudiadas. Algo menos de una vez por año. Recordemos que en esos años no se han abordado nuevos programas de obtención significativos y se ha producido un desplome en los créditos de sostenimiento asignados los Ejércitos con la consiguiente repercusión sobre los niveles de operatividad.

El papel del parlamento es controlar la acción de gobierno. Su acción de control debe ser especialmente atenta sobre aquellas políticas que tratan cuestiones de Estado. La defensa nacional es una de ellas con dos componentes básicos: modernización de las Fuerzas Armadas y fomento del desarrollo industrial.

A la vista de los datos que ofrecen las tres últimas legislaturas no puede afirmarse que desde el parlamento se haya realizado una evaluación y control estrechosde cuál es la situación en cuanto a ambos componentes. Quizás no eran temas prioritarios como para suscitar el interés de nuestros diputados. Si esto ha sido así durante los años de la crisis, una década especialmente dura para los Ejércitos y la industria, cabe preguntarse si en otras situaciones la defensa requerirá mayor atención. Es importante la conciencia de defensa de la ciudadanía. Pero no la habrá si no la tienen sus representantes en las Cortes.