Un nuevo recorte, y no será el último
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Un nuevo recorte, y no será el último

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Por Enrique Navarro - El próximo 31 de marzo el Gobierno presentará sus presupuestos para lo que queda de 2012, y ya comenzamos a saber las líneas generales del mismo. El ministro de Defensa ha conseguido que los recortes no sean tan brutales como podría haber ocurrido, pero el presupuesto del resto de 2012 en términos equivalentes será de 300 millones menos de euros, que se repartirán a partes iguales entre personal y material. También sabemos que para 2013, el recorte será similar, llevando el presupuesto de Defensa a un 0,6% sobre el PIB, ligeramente superior al ratio de Costa Rica. A su vez sabemos que la rigidez en la gestión presupuestaria impedirá que los ingresos generados puedan allegarse al propio Ministerio así como que las modificaciones presupuestarias serán mucho más complejas, de manera que la cifra final de gastos se acercará mucho a la inicial, y no como venía ocurriendo hasta ahora, que el crédito total incrementaba el inicial en un 20%, especialmente por los gastos de operaciones en el exterior.

Ante este entorno, todavía no sabemos que ocurrirá con los casi 800 millones sin pagar de 2011 a las empresas, ni con los más de 1.500 millones que habrá que pagar este año, para los cuales la consignación presupuestaria apenas cubre el diez por ciento de dichas necesidades.

El Ministerio ha abordado una reforma de su estructura orgánica consistente en transformar tres niveles 30 en niveles 28, pero todavía necesitamos saber en cuánto se recortarán los recursos sin modificar la actual estructura y cómo ello va a ser posible.

Ante esta situación y coyuntura, y viendo que no debemos esperar grandes cambios en la orgánica, ni parece que se vaya a reducir el personal, deben analizarse las consecuencias del entorno al que asistiremos en los próximos años.

Si no se resuelve de inmediato el problema de los programas especiales, el impacto en la industria puede ser demoledor, con una pérdida inmediata en dos años del 50% del empleo dependiente directo, y, de esta forma, echar a pique el esfuerzo iniciado cuando Juan de la Cierva inventó el autogiro hace 90 años, o cuando en los años veinte ENOSA era líder mundial en óptica o los motores de aviación de Hispano Suiza tenían un reconocimiento internacional, por citar algunos ejemplos.

Si los sistemas adquiridos se incorporan, los recursos actuales servirán apenas para que operen el 20% de los sistemas, incluyendo EF-2000, A400 M, submarinos, etc. Y entonces, suponiendo que lo hayamos pagado, ¿para qué habrá servido semejante inversión?

Si los recursos operativos y de inversiones se destinan a soportar las operaciones en el exterior; nos sobrará el 70% de las Fuerzas Armadas.

Si el presupuesto continúa su línea descendente, el nivel de entrenamiento y formación continuará reduciéndose por debajo de los límites admisibles para garantizar el cumplimiento de las misiones.

Pensar que la situación se va a revertir en dos o tres años, cuando salgamos de la crisis, es una falacia; está demostrado que los presupuestos de defensa desde 1987 sólo han tenido una tendencia a ser reducidos, y ningún gobierno va a asignar recursos superiores a la Defensa en términos reales, cuando las expectativas de paro para 2020 todavía están en el 15% de la población activa.

¿Cuándo alguien en el Gobierno va a hacer un ejercicio de realismo y admitir la realidad y adoptar decisiones a futuro conforme a esa realidad, y no esperar a que la tempestad amaine, a que las personas sean relevadas o simplemente a autoconvencerse de que el presupuesto todo lo admite y que más recortes son siempre posibles?

En estos momentos el Ministerio de Defensa dispone de un equipo capaz y preparado, conocedor de los problemas. Yo les animo a poner todo el coraje en convencer al resto del Gobierno de que hay demasiado en juego para ponerlo en peligro. La supervivencia de la nación española, su seguridad, su desarrollo tecnológico e industrial, que son sus bases de futuro, son los grandes retos que ninguna crisis puede llevarse por delante.



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