No podemos desaprovechar esta oportunidad (II)
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No podemos desaprovechar esta oportunidad (II)

A330 MRTT getafe IV
Montaje del primer MRTT del Ejército del Aire en la planta de Airbus en Getafe. Foto: Infodefensa
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Viene de: 'No podemos desaprovechar esta oportunidad (I)'

En los últimos años, hemos estado tan acostumbrados a vivir en la “indigencia económica” en cuanto a disponibilidades presupuestarias en el mercado español de defensa, que ahora que se anuncian tiempos de bonanza, que parece que van a ser persistentes en el tiempo, nos va a pillar a todos, desentrenados. Y cuando digo a todos, incluyo a la industria nacional de defensa y a los responsables del Ministerio de Defensa en sus dos vertientes: la de gestión de programas y la rama operativa que define requisitos.

En mi opinión, existen tres factores de riesgo a tener en cuenta para optimizar las inversiones de los próximos años:

- El peligro de establecer requisitos demasiado ambiciosos sobre los sistemas a adquirir para luego defraudar las expectativas.

- La capacidad de las industrias nacionales para dar soluciones tecnológicamente avanzadas a las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas y absorber la carga de trabajo asociada.

- La capacidad de gestión de la Administración para sacar adelante los numerosos programas que se lanzarán próximamente.

La primera y la última son responsabilidad del Ministerio de Defensa y la otra, de la industria. Analicemos cada uno de estos factores e intentemos prepararnos para el futuro.

El primer factor es evitar los “sobre-requisitos” en los productos y/o sistemas de desarrollo propio. Es una tendencia natural. Siempre queremos lo mejor. Como el presupuesto siempre es escaso por definición, cuando disponemos de fondos queremos adquirir un sistema que cumpla multitud de requisitos y, si es posible, que sea el mejor del mercado. No solo mejor que el de nuestros potenciales adversarios, lo cual es lógico, sino mejor también que el de nuestros potenciales aliados.

Cuando establecemos los requisitos de un sistema de nuevo desarrollo debemos tener en cuenta que cada nuevo requisito significa más coste, más tiempo de desarrollo y más riesgo. A veces, un solo requisito o la implementación de una norma, supone un 40% más de coste o de plazo de entrega. Y debemos pensar que el resultado final, además de cumplir las expectativas deberá estar sometido a un período de maduración. Nada sale perfecto de la primera, ni aquí en España ni en ningún país, incluyendo a EEUU a pesar de su poderío económico en el ámbito de defensa. Cuantos más requisitos, más riesgos en obtener un producto/sistema con un buen nivel de maduración, es decir, un producto fiable.

No quiero citar programas con nombres y apellidos, pero en los últimos 25 años hay claros ejemplos de sistemas que nacieron con demasiados requisitos y el resultado final distaba mucho de lo previsto. Por tanto, debemos diferenciar entre requisitos necesarios y deseables y focalizarnos, básicamente, en los necesarios. Un ejemplo personal en lo que respecta a este factor. Un oficial de alto rango, viejo conocido mío, me dijo en cierta ocasión que él había utilizado en el ámbito operativo productos españoles y europeos con buenos resultados, pero que, si había que ir a la guerra, prefería producto americano. Esto viene a colación sobre lo comentado respecto a la madurez: efectivamente los productos americanos suelen ser más maduros, más robustos y, en definitiva, más fiables porque allí se gasta mucho más tiempo y más dinero en la fase de pruebas, lo que hace que se vayan corrigiendo errores y el producto final tenga un alto nivel de fiabilidad. Como colofón, mi opinión es que cuando pensemos en nuevos desarrollos, “lo mejor, es enemigo de lo bueno”, como asegura la sabiduría popular.

El segundo factor está en manos de la industria: dar soluciones tecnológicamente avanzadas a las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas y absorber la carga de trabajo asociada a la fuerte demanda prevista. Hay quien dice que la industria de defensa en España está muy mal acostumbrada, y probablemente sea verdad. Tradicionalmente ha habido una corta distancia entre el Ministerio y la industria nacional, lo cual es positivo en muchos aspectos, pero no nos debe hacer olvidar que cada uno defiende sus intereses y que es responsabilidad exclusiva de la industria satisfacer las necesidades tecnológicas y operativas de nuestras Fuerzas Armadas. Si se firma un contrato para suministrar o desarrollar un sistema a un precio cerrado y en un cierto plazo, estos factores son una obligación legal. Si los requisitos no se cumplen, no debería haber apaños y negociaciones con el Órgano de Contratación para buscar excusas, pidiendo más dinero, más tiempo o relajación de requisitos. La LCSP (Ley de Contratación del Sector Público) declara que si los requisitos no se cumplen, se puede cancelar el contrato por incumplimiento del contratista y éste queda castigado con un largo período sin contratar con la Administración.

Retos para la industria

En el nuevo ciclo inversor, la industria nacional debe incrementar su nivel de desempeño. Lo de firmar lo antes posible para obtener el contrato y luego ya veremos cómo capeamos el futuro, no parece un planteamiento muy profesional. Lo de minusvalorar los requisitos logísticos y ambientales, que se irán apañando a lo largo del contrato, y focalizarse solo en que el sistema funcione, solo añade problemas en las últimas fases.

Pasar las pruebas no consiste en que un día en presencia del cliente el sistema cumpla uno a uno los requisitos. Consiste en que lo haga ese día y todos los siguientes, en todas las condiciones ambientales y meteorológicas y de forma sostenida. Volvemos otra vez al concepto de fiabilidad, creo que el verdadero talón de Aquiles de la industria nacional de defensa. Ahí es donde hay que mejorar, y mucho. Si con el poco dinero que ha estado disponible para la industria de defensa nacional los resultados son los que son, ¿qué puede pasar con un fuerte incremento en necesidades y carga de trabajo? Insisto, la industria nacional debe incrementar su nivel de desempeño.

La gestión de los programas, clave

Por último, el tercer factor a analizar es si los recursos humanos que el Ministerio va a tener que poner para gestionar los programas serán suficientes, en cantidad y calidad, para abordar el nuevo ciclo inversor. Si hacemos una trasposición de lo ocurrido hasta ahora, el panorama no es muy optimista. Con relativamente pocos Programas en marcha, creo que el personal militar dedicado a la gestión de los mismos, es claramente insuficiente. Por mucho que se intente suplir la falta de recursos propios con encomiendas a Isdefe, se necesitan más gestores de uniforme, y más especializados, en las oficinas de programa de la DGAM. Buenos gestores al frente de los programas son una de las garantías del éxito de los mismos.

Necesitamos prestigiar los destinos en las oficinas de programa. Los cuartales generales de los Ejércitos, que al final son los dueños de los recursos, “deben ceder” sus mejores profesionales como jefes de programa, ya que a la larga redundará en su propio beneficio. Si son los mejores, al cabo de un tiempo dejarán el programa porque ascenderán a generales o almirantes. Pero no importa si llega otro de igual o mayor valía. Lo que no debería ocurrir es que al frente de las jefaturas de programa no estén los mejores profesionales de nuestras Fuerzas Armadas. Y si un programa, por complejidad, requiere tener en plantilla a cuatro, cinco o seis jefes y/o oficiales, destínense los necesarios.

Si con pocos programas en marcha, estamos como estamos ¿Qué puede ocurrir cuando se multipliquen las necesidades en este ámbito? Oficinas de programa sin los necesarios recursos humanos tanto en cantidad como en calidad pueden desembocar en ineficacia, descontrol y finalmente en el fracaso del programa.





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