El Gobierno de Australia ha anunciado este martes la adquisición de once fragatas clase Mogami fabricadas por la empresa japonesa Mitsubishi Heavy Industries, en un contrato valorado en aproximadamente 6.400 millones de dólares estadounidenses (unos 10.000 millones de dólares australianos o 5.600 millones de euros). Se trata de uno de los mayores acuerdos navales del país en las últimas décadas, enmarcado dentro de una ambiciosa reestructuración de sus Fuerzas Armadas ante el creciente desafío estratégico que representa China en la región del Indopacífico.
Según ha detallado el ministro de Defensa, Richard Marles, en una rueda de prensa celebrada tras el anuncio, la primera de estas fragatas será entregada en 2029. Ocho de los once buques serán construidos en territorio australiano, mientras que los tres primeros se producirán en Japón, lo que permitirá acelerar los plazos de entrega y garantizar una transferencia progresiva de tecnología naval a la industria local.
A este contrato habían optado varias empresas, entre ellas la española Navantia. Sin embargo, en noviembre del pasado año el Ministerio de Defensa australiano eligió a Mitsubishi Heavy Industries (MHI) y a la compañía alemana ThyssenKrupp Marine Systems (TKMS) como finalistas, dejando fuera a la coreana Hanwha Ocean y a Navantia, que ya le ha suministrado el grueso de la nueva flota adquirida por Canberra en las últimas dos décadas.
Una flota más grande y letal
La adquisición forma parte del nuevo plan estratégico de Canberra para dotar a sus fuerzas armadas de capacidades de combate más avanzadas, en especial en el ámbito marítimo, donde el Gobierno busca construir una Armada “más grande, más moderna y más letal”, según expresó el ministro de Industria de Defensa, Pat Conroy.
“Estamos dando otro paso hacia la creación de una Armada mucho más grande y letal, con fragatas que tranquilizarán a nuestros aliados y disuadirán a nuestros adversarios”, afirmó Conroy, que subrayó también el impacto positivo que la operación tendrá en la industria naval australiana y en la generación de empleo cualificado.
Por su parte, el titular de Defensa subrayó el papel estratégico que jugarán los nuevos buques para la protección del país: “La fragata clase Mogami ayudará a asegurar nuestras rutas comerciales marítimas y nuestros accesos al norte como parte de una flota de combate de superficie naval más grande y más letal”.
Fragatas de última generación
Las fragatas Mogami (también designada como 30FFM) son buques de guerra de nueva generación desarrollados por Japón a partir de 2015, que han sido integrados recientemente en la Fuerza Marítima de Autodefensa nipona. Su desarrollo se enmarca en la estrategia japonesa de contar con buques extremadamente polivalentes y automatizados, capaces de operar en escenarios de guerra antisubmarina, antiaérea y de superficie.
Entre sus características más sobresalientes destacan:
Armamento y sensores
La dotación de armas y sensores de la Mogami consolida su perfil como fragata polivalente:
El diseño de la Mogami prioriza la discreción radar (furtividad), la flexibilidad operativa y la modularidad tecnológica, permitiendo así diferentes configuraciones según necesidades. Su alto grado de automatización no solo minimiza la dotación, sino que reduce los costes operativos y mejora el control sobre tareas complejas, optimizando la reacción ante amenazas.
El hangar y plataforma de vuelo están concebidos para operar no solo helicópteros militares sino también sistemas no tripulados, anticipando la integración definitiva de drones marítimos en las misiones navales del futuro.
Según fuentes del Gobierno australiano, estas características permitirán a la Armada responder con mayor eficacia a amenazas convencionales y asimétricas en su entorno marítimo más inmediato.
El acuerdo contempla además programas de entrenamiento, integración tecnológica e inversión en infraestructuras de apoyo, lo que facilitará la adaptación progresiva de la Royal Australian Navy a los nuevos sistemas y doctrinas operativas.
Hasta la fecha, Japón es el único país que opera estas fragatas y prevé contar con una flota de hasta 22 unidades. El primer buque, JS Mogami (FFM-1), se incorporó en 2022. Hasta mitad de 2025, al menos cinco unidades están en servicio activo, y la producción avanza a ritmo anual.
Comparativa con las fragatas españolas F-100 y F-110
La comparación entre las fragatas japonesas de la clase Mogami y las españolas F-100 y F-110 de Navantia pone de manifiesto tres enfoques distintos para el diseño de escoltas navales.
La clase Mogami es una fragata más compacta y ligera, con 133 metros de eslora y un desplazamiento de 5.500 toneladas a plena carga. Destaca sobre todo por su elevada automatización, que permite operar con una tripulación mínima de unos 90 integrantes, bastante por debajo de las unidades españolas. Por su parte, las fragatas F-100 (Álvaro de Bazán) y F-110 (Bonifaz) son más grandes y pesadas: la F-100 alcanza casi 147 metros de eslora y un desplazamiento de 6.400 toneladas, con una dotación estándar de unas 230 personas; la F-110 mantiene dimensiones similares pero introduce mayores niveles de automatización y digitalización.
En cuanto a la propulsión, la Mogami emplea un sistema combinado diésel y turbina de gas que le da una velocidad superior a 30 nudos y una autonomía destacada, pensada para operar en extensas áreas del Indo-Pacífico. La F-100 también utiliza un sistema combinado diésel y gas, mientras que la F-110 incorpora propulsión silenciosa eléctrica para optimizar sus capacidades antisubmarinas y alcanzar velocidades cercanas a los 35 nudos.
Respecto al armamento, la diferencia más marcada se encuentra en la cantidad de misiles que cada plataforma puede desplegar desde sus sistemas de lanzamiento vertical (VLS). La Mogami puede montar entre 16 y 32 celdas Mk.41, lo que le proporciona una capacidad polivalente para defensa aérea y ataque a superficie, reforzada por ocho misiles antibuque Tipo 17 de diseño japonés, sistemas antiaéreos de corto alcance SeaRAM y tubos lanzatorpedos. La F-100 dispone de hasta 48 celdas, lo que la convierte en una referencia en defensa aérea dentro de la OTAN, complementado con misiles Harpoon y cañones de 127 mm. La F-110 equipará entre 16 y 32 VLS y el mismo cañón principal, pero añade sistemas de defensa próxima más modernos, torpedos antisubmarinos de última generación y una mayor modularidad para la integración de sistemas no tripulados.
En sensores y sistemas de combate, la Mogami integra radar multifunción AESA de última generación, sistemas de guerra electrónica nacionales y mástil sigiloso, además de sonar en proa y remolcado. Su diseño prioriza tanto el sigilo como la flexibilidad operativa, con capacidad nativa para operar drones aéreos y de superficie desde su hangar y cubierta multifunción. Las F-100 han sido pioneras en dotarse del sistema de combate AEGIS, clave para el control y defensa aérea de grupos navales, junto con radares SPY-1D y sistemas de guerra electrónica y control español. La F-110 da un salto adelante integrando radar AESA, mástil inteligente con sensores optrónicos, guerra electrónica de nueva generación, ciberdefensa avanzada y gestión digitalizada del buque.
En síntesis, la F-100 es sobresaliente como escolta de defensa aérea y nodal en grupos de combate, por número de misiles y su sistema de mando. La F-110 busca el equilibrio entre poder antiaéreo, capacidades antisubmarinas avanzadas y flexibilidad. La Mogami, por su parte, representa una evolución hacia la máxima eficiencia logística, polivalencia tecnológica y personal mínima.
Rivalidad en el Indo-Pacífico
La compra de las fragatas japonesas se enmarca en un contexto geopolítico marcado por la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China en la región del Indo-Pacífico, así como por la preocupación de varios países del entorno ante la expansión militar y la presión diplomática ejercida por Pekín sobre territorios en disputa, como el mar de China Meridional o Taiwán.
Australia, uno de los principales aliados estratégicos de Estados Unidos en el Pacífico, ha intensificado en los últimos años su cooperación en materia de defensa con países como Japón, Corea del Sur y Filipinas, al tiempo que ha reforzado su participación en iniciativas multilaterales como el AUKUS —el pacto de seguridad entre Australia, Reino Unido y Estados Unidos— y el Quad, que incluye también a India.
En este sentido, Marles destacó que esta nueva inversión tiene un componente claro de disuasión: “Queremos estar preparados para un entorno regional más incierto. Estas fragatas fortalecerán nuestra capacidad de proyectar poder, garantizar la libertad de navegación y responder rápidamente ante cualquier eventualidad”.
Incremento del gasto en defensa
Con esta operación, el Gobierno australiano continúa con su hoja de ruta para incrementar el presupuesto de defensa hasta alcanzar el 2,4 % del producto interior bruto (PIB), una cifra superior al gasto actual, pero todavía por debajo del 3,5 % que Washington reclama como objetivo a sus socios estratégicos.
Esta tendencia al alza en el gasto militar ha generado cierto debate interno, especialmente en sectores sociales y políticos que reclaman una mayor atención a políticas de bienestar y sostenibilidad. No obstante, desde el Ejecutivo se defiende que en el escenario geopolítico actual, la inversión en defensa es una “prioridad esencial” para garantizar la soberanía nacional y la estabilidad regional.
El acuerdo con Mitsubishi Heavy Industries refuerza además los vínculos bilaterales entre Australia y Japón, que han ido intensificándose en los últimos años no solo en el ámbito comercial, sino también en defensa. Ambos países comparten preocupaciones comunes sobre la seguridad regional. Además, para Japón, el contrato supone una victoria industrial y diplomática significativa, ya que marca uno de los primeros grandes acuerdos de exportación de armamento desde que el país revisara su política de defensa para permitir la venta de equipos militares a aliados estratégicos.
España, el gran suministrador
Navantia ha sido en la última década el principal suministrador de buques de la Marina Real Australiana (RAN). En los últimos diez años suma en total más de 110.000 toneladas en grandes buques militares entregados a la RAN. Se trata en concreto de dos buques de asalto anfibio (el HMAS Adelaide y el HMAS Canberra, de 231 metros de eslora y 27.000 toneladas cada uno), tres destructores AWD de la clase Hobart (el HMAS Hobart, el HMAS Brisbane y el HMAS Sydney, de 147 metros de eslora y 6.250 toneladas cada uno) y dos buques de suministro (el HMAS Stalwart y el HMAS Supply, de 174 metros de eslora y 19.500 toneladas de desplazamiento cada uno). Además ha entregado 12 embarcaciones de desembarco LLC, basadas en el modelo español LCM-1E, de 23 metros de eslora y 110 toneladas a plena carga cada una.