Aviación naval inglesa
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Aviación naval inglesa

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(Infodefensa.com) - Comentaban los foros en la red hace unos días la supuesta intención inglesa de adquirir el Raphale naval para sus futuros portaviones. No mencionaban fuentes solventes que respaldasen el aserto. Resulta sospechoso que los franceses no hayan lanzado las campanas al vuelo de ser cierta la noticia, dado el escaso éxito exportador obtenido hasta ahora por su avión emblemático. Algunos foristas apuntaban, además, como poco creíble que el Reino Unido se inclinara por un sistema galo. Apostaban como más lógico que los británicos optaran por una compra en USA o por un desarrollo conjunto con la industria norteamericana. Especulaban incluso con un F-18 modificado.

No se olvide que el Reino Unido es miembro del club Eurofighter. Hay quien especulaba, pues, en este debate con una versión navalizada del Typhoon. Y quien, más informado, le contestaba que conseguirla supondría en realidad el desarrollo de un nuevo avión, con un coste astronómico. Precisamente en esta línea, el CEO de EADS Defence & Security señalaba en Madrid por los mismos días -hace dos semanas- que la empresa sólo se plantearía la navalización si algún país estaba dispuesto a financiar el alto precio del desarrollo.

Las citadas especulaciones en los foros contradicen una realidad. Inglaterra ya está en un programa de futuro avión embarcable con Estados Unidos: el JSF STOVL F-35B, del que tiene encargadas 138 unidades, parte de ellas para dotar a los dos nuevos portaviones de la Royal Navy, parte para la RAF. Pero lo que se argumenta precisamente como causa de la hipotética elección del Raphale es la desconfianza de los socios del programa Joint Strike Fighter de que Estados Unidos les permita el acceso a las capacidades electrónicas y el software más avanzados del nuevo avión.

No pondríamos la mano en el fuego de que eso no sea así. Al fin y al cabo es verdad que muy pocos países, entre ellos España con los F-18, han logrado la transferencia total de los códigos críticos de aviones avanzados americanos. Es cierto también que durante los últimos años, las propias autoridades inglesas han sido las que más visiblemente se han quejado de la cicatería americana. Y las que más han reiterado la intención de abandonar el programa si la situación no se enmendaba. Pero el hecho es que no se han salido.

Nosotros pensamos que en esta ocasión el Reino Unido tampoco adoptará una decisión alternativa al JSF, ni americana ni mucho menos europea, por varias razones:

La industria aeronáutica británica tiene hoy una vocación más americana que europea. UK es el único socio de primer nivel de Estados Unidos en el JSF. BAE Systems está a la misma altura que Northrop Grumman como subcontratista principal en el esquema industrial. Su aportación tecnológica en el F-35B, especialmente en el sistema de sustentación vertical, es relevante. La inversión que ha realizado en este programa es ya muy fuerte.

Al propio coste que implicaría inclinarse ahora por la compra o el desarrollo de un nuevo avión, habría que añadir el precio de redefinición del proyecto de portaviones. Téngase en cuenta que cuando se habla del Raphale o de un nuevo F-18 o de un Eurofighter naval como sustitutos del F-35B no se comparan aeronaves equivalentes. El Reino Unido, primer país de la OTAN y único europeo desarrollador de una avión VSTOL operativo, el Harrier (al que luego se incorporó Estados Unidos), ha optado desde el primer momento por la estrategia de continuar dotando a sus nuevos portaviones de cazas STOVL y no, por ejemplo, con la versión C embarcable de carrera convencional del F-35. Así pues, el cambio a un avión de este tipo, aún cuando las dimensiones de los buques permitirían su empleo, condicionaría una modificación y un encarecimiento del proyecto, al tenerle que dotar de catapultas y sistemas de captura y frenado por gancho entre otros sistemas.

Abundando en todo lo dicho, no parece creíble que BAE Systems, contratista principal tanto de los dos portaviones como de los F-35B británicos, aceptara de buen grado un cambio de avión embarcado.

Seguramente, la clave de la reciente polémica con el Raphale ha radicado en la proximidad del 12 de Junio, la fecha/hito en que el F-35B ha efectuado en Texas su primer vuelo. Por cierto, pilotado por un inglés. Una ocasión que los británicos pueden no haber querido desaprovechar para meter un poco de presión en el tira y afloja que, realmente, deben estar manteniendo con sus primos americanos por las transferencias de códigos. Pero de ahí a cambiar toda su estrategia y doctrina de empleo de los aviones embarcados, va un largo trecho.



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