La crisis aeronáutica por el Covid-19 dificulta la rifa del avión presidencial de México
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La crisis aeronáutica por el Covid-19 dificulta la rifa del avión presidencial de México

Avión presidencial de México. Foto: Archivo
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La crisis global en la industria aeronáutica debido al Covid-19 podría dificultar aún más la reventa o la factibilidad de una rifa -para recuperar algunos millones de dólares de la adquisición inicial a partir de la venta de boletos- del avión presidencial de México, un Boeing 787-8 Dreamliner.

De por sí en una industria sana, como la de hace tan solo unos meses atrás, la factibilidad de que una aerolínea estuviera interesada en adquirir el 787-8, con matrícula XC-MEX / TP-01 (Transporte Presidencial 01), era muy remota, aún comprándolo muy por debajo de su valor inicial, según reflejó en su momento el estudio de la consultora aeronáutica británica Ascend, realizado en 2015 por la administración del expresidente Enrique Peña Nieto.

Esto porque las compañías aéreas hasta han dejado en stand by la adquisición de flota nueva, lo que también está perjudicando a los principales fabricantes de aeronaves, Airbus y Boeing. El gigante estadounidense ya venía con una fuerte crisis financiera por lo sucedido con 737 MAX, que dejó en tierra a cientos de aviones de ese modelo alrededor del mundo, lo que también ya era un factor que venía perjudicando a las aerolíneas que operan ese modelo, como es el caso de la panameña Copa Airlines, una de las más afectadas en la región.

Airbus y Boeing están sufriendo a partes iguales la crisis del coronavirus. El fabricante europeo se ha desplomado un 60% en bolsa desde principios de enero, hasta los 54,4 euros por título, mientras que el estadounidense un 62%, hasta los 124 dólares. Para la primera semana de marzo, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA en inglés) amplió el impacto por el Covid-19 en los fabricantes de aeronaves a una horquilla de entre 60.000 y 114.000 millones de dólares. Pero a la fecha, incluso el rango más alto ya se queda corto y se puede prever de posibles impactos sobre la liquidez, inclusive, de los fabricantes.

Fuerte caída del tráfico de pasajeros

Las cifras son graves en las líneas áreas. De acuerdo con nuevas estimaciones de la IATA, las aerolíneas alcanzarán, a nivel global, pérdidas de 252.000 millones de dólares por tráfico de pasajeros en 2020 con la reducción del 38% del RPK global (cantidad de pasajeros transportados por la distancia recorrida). En América Latina y el Caribe se estima una reducción del 41% del RPK y un incremento en las pérdidas de 15.000 millones de dólares, también para este 2020.

Comparado con el número de vuelos realizados en 2019 por las aerolíneas, ya se alcanzó la reducción del 65% en viajes internacionales desde y hacia la región en las últimas semanas de marzo. En algunos países las reducciones de vuelos internacionales alcanzan el 99% y algunos de los principales hubs (centros de conexiones) como Tocumen, en Panamá; Quito, en Ecuador; y El Dorado, en Bogotá, están completamente paralizados y atendiendo unicamente vuelos humanitarios.

La recuperación de la demanda de pasajeros no será rápida y JP Morgan estimó que, si todas las aerolíneas latinoamericanas cancelan el 100% de sus itinerarios por tiempo prolongado, sobrevivirán entre tres y 10 meses, como máximo.

El único sector que está teniendo cierto movimiento para no detener del todo la productividad de las aerolíneas es el rubro de carga, donde hasta Avianca por ejemplo, se encuentra operando su flota de B787-8, de configuración de pasajeros, como cargueros en la zona de carga de la barriga de dichos aviones, donde tal vez pudiera tener un mercado el avión presidencial mexicano, pues es posible que la configuración de su área de carga sea la estándar de la gran mayoría de 787 en el mercado, sin importar su configuración de lujo y personalizada en la cabina de pasajeros.

La aeronave presidencial, un avión de pruebas

Al recordar lo más relevante del estudio de Ascend, se debe tener en cuenta, según documenta el mismo estudio, que el 787-8 de la Presidencia de México, fue uno de los seis aviones originales de prueba de Boeing para dicho modelo, con matrícula N787ZA, al salir de fábrica el 20 de julio de 2009, lo que de por sí es un factor que reduce su valor y probabilidad de venta, pues las aeronaves de este tipo se someten a las más extremas pruebas para garantizar la confiabilidad del modelo en los siguientes equipos, nuevos de fábrica, que se entregarán a las compañías aéreas u otros operadores.

Los tres primeros aviones de prueba de Boeing fueron enviados a museos y exhibiciones, y el fabricante estadounidense reconoció que "no tenían valor comercial" por "la cantidad excesiva de trabajo y las modificaciones únicas y extensas" que requerían. Al no tener compradores, el cuarto y quinto fueron descartados en 2016 por el fabricante y su costo fue absorbido por la empresa. La sexta aeronave es la que compró México como el nuevo avión presidencial, bautizado José María Morelos y Pavón, por 218 millones de dólares.

Además, Ascend advirtió de que se trata de un avión muy personalizado y, si una aerolínea decidiera adquirirlo, reconfigurarlo para uso comercial implicaría 15 millones de dólares y hasta 18 meses de trabajo, algo nada atractivo para compañías que en condiciones normales (sin el factor actual del Covid-19), adquieren equipos en flota a precios mucho más competitivos o bajo figura de leasing.

Ya en 2105, Ascend informó de que existía un "riesgo importante" de que no se vendiera la aeronave en 12 meses. De venderse en 24 meses, se perderían casi 66 millones de dólares, mientras que en un plazo de 36 meses, la pérdida ascendería a 72 millones de dólares. Para enero de 2019, cuando se empezó a gestionar su venta, habría una pérdida de 128 millones de dólares respecto a los 218 millones del costo original.

Un escenario de mayor beneficio sería tratar de recomercializar la aeronave en su configuración actual, es decir, intentar venderlo en el mercado de bizliners: aviones comerciales de cabina ancha –Wide Body- modificados para personalidades muy importantes. Pero, finalemente, Ascend concluyó que es mejor conservarlo para uso del Gobierno de México.

Rifa entre la población

Pero el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, decidió hace algunos meses atrás, antes de la crisis mundial por el Covid-19, que la opción más viable era rifar el 787-8, dentro de un público con alto poder adquisitivo, con lo que se podría recaudar, aproximadamente, alrededor de 120 millones de dólares.

Durante un mensaje que emitido recientemente desde Palacio Nacional, López Obrador se limitó a referirse a las rifas para "liquidar bienes mal habidos enajenados a la delincuencia común o a la delincuencia de cuello blanco".

Hasta ahora no se ha mencionado un posible aplazamiento de la rifa, prevista para el próximo 15 de septiembre, en la que se ofrecen desde el 1 de marzo pasado seis millones de boletos de lotería a 20 dólares cada uno y con la que se busca la recaudación de 3.000 millones de pesos, es decir, cerca de 120 millones de dólares.

Para esa bolsa de beneficios, la Fiscalía General de la República contribuyó con la entrega de un cheque por 2.000 millones de pesos procedentes de recursos incautados por actos delictivos. De manera que al final se contaría con 5.000 millones de pesos (más de 230 millones de dólares): 3.000 millones de la venta de boletos y 2.000 millones de pesos de la Fiscalía.

Aún no se tiene información oficial acerca de la cantidad de boletos vendidos, ni del dinero recaudado. Los empresarios, quienes se comprometieron a la adquisición de cerca de cuatro millones de boletos, no se han pronunciado al respecto del cumplimiento del compromiso, sobre todo ahora que diversas entidades financieras coinciden con una contracción de la economía mexicana, como estima Bank of America de hasta un 8% este año, debido al desplome de los precios del petróleo y la reducción de la actividad económica.

Además, la aeronave no se entregará a ningún ganador de la rifa de la Lotería Nacional, pues de hecho no habría posibilidad real de que un ciudadano pueda operarlo por sí mismo. Ante esta situación, sumado a la crisis de la industria aeronáutica mundial por el Covid-19, no hay manera real y viable de comercializar el 787-8, por tanto es posible que el Gobierno mexicano siga la recomendación de Ascend de continuar operando la nave como transporte presidencial. Así, con la rifa se entregará una bolsa de premios en lugar del avión y se recuperará parte de la inversión para destinarla a algunas instancias del Estado.



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