Durante la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya, en el centro internacional de prensa instalada en el World Forum de la ciudad neerlandesa miles de periodistas de todo el mundo hemos compartido dos intensos y frenéticos días. En nuestro caso, en la misma mesa en la que estábamos se sentaba un reportero alemán con el cual se creó cierta complicidad más basada en cierta camaradería corporativista que en el puñado de palabras que apenas cruzamos. Sin embargo, el miércoles, una vez acabada la cumbre y tras las ruedas de prensa de todos los mandatarios, incluidos Rutte, Trump y Sánchez, todos estábamos ya de retirada y llegaba el momento del adiós. Nuestro “vecino” se marchó primero y, tras la despedida de rigor y cuando ya había empezado a marcharse, se giró y nos dijo con cierto gesto burlón: “Suerte con España”.
Para mí quizás sea ese el mejor resumen de lo que ha supuesto esta cumbre, al menos para los españoles: un salto cualitativo y cuantitativo enorme para la OTAN pero con un marcado sabor agridulce para nuestro país, que se ha visto en el ojo del huracán por ser el único país en manifestar su rechazo a invertir el 5% del PIB en defensa, por firmar pese a ello la declaración final que fija dicho porcentaje para todos los países, y por negar apenas unos minutos después que vaya a cumplir aquello que ha firmado.
España ha firmado la declaración final
En definitiva, y a pesar de las palabras del presidente del Gobierno español, sabemos que ha firmado el mismo documento que han rubricado sin excepción el resto de mandatarios de la Alianza Atlántica, sabemos que luego ha negado que lo vaya a cumplir y sabemos que sus palabras han provocado la cólera del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha dedicado muy duras palabras para España y ha amenazado a nuestro país con una subida arancelaria si definitivamente no cumplo lo pactado.
Más allá de la posición española, el resumen de la cumbre es que Europa y Canadá han acordado un aumento drástico de su gasto en defensa, lo que Trump ha reivindicado como una "victoria monumental para Estados Unidos, porque estábamos cargando con lo que es mucho más que nuestra justa parte".
Esta subida de la inversión al 5% obligará a los miembros europeos de la alianza y a Canadá a gastar mucho más en su seguridad y a multiplicar capacidades, cadencias de fabricación y compras de armamento.
La irritación de Trump
En sus declaraciones, Trump no escondió su irritación con España por su decisión de limitar sus gastos militares al 2,1% del PIB.
España, amenazó Trump, pagará en el ámbito comercial por esa reticencia en alcanzar el 5%. "Es el único país que no paga lo que debe (...) Para mí, eso no tiene sentido", dijo.
En este sentido, el ministro español de Economía, Carlos Cuerpo, ha eludido comentar de forma directa estas amenazas y ha dicho que el marco de la discusión comercial es entre la Comisión Europea y Estados Unidos.
Declaraciones de España en clave interna
En cuanto a España, más allá de las reticencias previas a la cumbre a adherirse al 5%, lo que no ha gustado ni a Trump ni a otros mandatarios europeos han sido sus palabras después de firmar la declaración final, asegurando que su Gobierno se mantiene firma en no pasar del 2,1% y responsabilizando de este porcentaje a las propias Fuerzas Armadas, que son las que, según ha explicado, le han asegurado que con ese porcentaje se pueden cumplir los objetivos de capacidades que la Alianza Atlántica asignó a España el pasado 5 de junio en la reunión de ministros de Defensa de la OTAN.
Y es que Sánchez, al contrario que en otras citas, ha presentado un perfil bajo en la cita en La Haya, apenas se le ha visto conversado con otros líderes mundiales como en ocasiones anteriores, no ha cruzado ni siquiera un saludo con Donald Trump, y ha recibido críticas veladas de otros presidentes y jefes de estado, dudando que pueda conseguir lo que dice invirtiendo solo ese 2,1% de la discordia.
Rutte, en cualquier caso, ha insistido esta semana en que el acuerdo del 5% no incluye una cláusula de excepción, y que los países de la alianza estarán todos comprometidos con el aumento de gastos y eso, sin duda, incluye a España.
Lo que parece que puede haber hecho el presidente Sánchez es tratar de ganar tiempo. Y es que su postura habría que leerla en clave política interna y que sus palabras vayan dirigidas a sus socios de Gobierno más que a los jefes de Estado de la Alianza, incluido el propio Trump: el objetivo podría ser ganar tiempo para no perder el apoyo de Sumar, contrario al aumento del gasto militar, consolidar su inestable mayoría parlamentaria y, una vez logrado, solventar el tema de la inversión en defensa de una forma discreta y sin levantar ampollas a su izquierda, de tal manera que para 2029, cuando se revisen los mencionados objetivos de capacidades, si no los ha cumplido pueda plantearse, ahora sí, llegar al 3,5% en gasto militar puro fijado en La Haya. La otra opción es que, como hizó Rajoy en 2014, el reto de alcanzar el objetivo se lo deje a su sucesor, sea del PSOE o del PP, si es que él no sigue en el poder para entonces.
Ahora solo cabe esperar que la diplomacia resuelva el enfado de Trump, que esos aranceles que el mandatario norteamericano ha amenazado con aumentar se queden como están y que poco a poco se reconduzca con hecho, y no con palabras, la relación con la OTAN. Pero eso, todavía, está por ver.
Breve declaración final
La declaración final de la cumbre menciona la "amenaza a largo plazo planteada por Rusia a la seguridad euroatlántica y la amenaza persistente del terrorismo". Además, reafirma su compromiso de "ofrecer apoyo a Ucrania, cuya seguridad contribuye a la nuestra".
Llama la atención que, pese a la importancia de este salto en inversión, el conjunto de la declaración final de la cumbre tiene apenas cinco párrafos, a diferencia de los 38 puntos firmados el año pasado en la cumbre de Washington: se centra en la subida del 5%, en cómo se va a distribuir ese porcentaje, hace mención a la industria de defensa y a la situación de Ucrania. Nada más. Ni una mención, como en ediciones pasadas, a los desafíos planteados por China, Irán y Corea del Norte, ni contiene promesas sobre la lucha contra el cambio climático y la promoción de la igualdad de género.
Tras las críticas de Estados Unidos está el hecho objetivo de que Washington aportó el año pasado un 62% del presupuesto total de defensa del conjunto de la OTAN, motivo por el que, desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump amenazó con reducir sensiblemente el paraguas de seguridad que su país ha brindado a Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Y más allá de todo esto, hay que recordar que toda la cumbre se ha organizado para tratar de agradar al presidente Trump: un formato más reducido respecto al de otros años, reducción del rol del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en la cumbre, y un Rutte que se deshizo cada vez que pudo en elogios para con el mandatario estadounidense, que llegó incluso a alojarse la noche previa a la reunión en un palacio de la familia real en La Haya.
Con todo, el que sobrepasó todo lo esperado fue el propio secretario general de la Alianza Atlántica, quien llegó a referirse al mandatario estadounidense como "papito".