El Sahel y el flanco sur de la OTAN, el más peligroso para España, olvidados en la cumbre de La Haya
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El Sahel y el flanco sur de la OTAN, el más peligroso para España, olvidados en la cumbre de La Haya

En la declaración final no se mencionan los otros frentes abiertos de la Alianza, especialmente en el norte de África y el Mediterráneo
Retirada de España de Senegal con la marcha del DAT Marfil
Retirada de España de Senegal con la marcha del DAT Marfil. Firma: EMAD
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Información política y parlamentaria

El flanco oriental de la OTAN sigue marcando buena parte de la agenda política y continúa acaparando la mayoría de los recursos militares, logísticos y estratégicos de la Alianza. El despliegue de fuerzas, las maniobras e incluso la aprobación de aumentar hasta el 5% del PIB en inversión en defensa vienen determinados por la invasión rusa de Ucrania y por la posibilidad de que Putin decida en un futuro cercano poner sus ojos en otro de los países de la zona.

Sin embargo, la OTAN es mucho más que esta zona, por más que sea actualmente la más caliente, y otras áreas geográficas parecen haber caído en el olvido, al menos en la cumbre de La Haya celebrada esta semana. En su declaración final, de solo cinco puntos, no se hace más mención expresa que a “la amenaza a largo plazo que Rusia representa para la seguridad euroatlántica y la persistente amenaza del terrorismo” y al apoyo a Ucrania.

La situación del Sahel, el flanco sur de la OTAN

Ni rastro de otras amenazas, una de las cuales, el Sahel, limita con el flanco sur de la OTAN, especialmente con España, pero sin olvidar que afecta también a otros países como Italia, Turquía o Grecia a través del Mediterráneo. Así, mientras se priorizan los flancos este y norte, el sur sigue siendo el origen de desafíos tan complejos como el terrorismo, el crimen organizado y la presión migratoria.

Sí que hizo mención el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en su comparecencia tras el final de la cumbre, cuando recordó la importancia del flanco sur y de zonas como el Sahel y que no todos los conflictos se solucionan con fragatas y armamento.

La región del Sahel, esa franja semiárida que recorre África al sur del desierto del Sahara, se ha convertido en una pieza central del ajedrez geopolítico y militar global. Comprende Mauritania, Mali, Burkina Faso, Níger, Chad, y partes de Senegal, Gambia, Nigeria, Camerún o Sudán y se ha transformado en una zona crítica marcada por conflictos armados, golpes de Estado, competencia estratégica entre potencias y un incremento exponencial de las amenazas híbridas. 

Insurgencia yihadista

En los últimos años, ha sido escenario de una de las mayores concentraciones de violencia extremista del planeta. La presencia de grupos vinculados a Al Qaeda y al autodenominado Estado Islámico ha dado lugar a un conflicto que trasciende lo local y se proyecta como amenaza directa a la seguridad europea. Esta insurgencia, lejos de operar en el desierto abierto, ha centrado su acción en emboscadas en rutas terrestres, ataques a convoyes y control de puntos logísticos.

La fragilidad institucional de los países de la región ha sido uno de los elementos que más ha favorecido el avance de estos grupos. En menos de una década, Mali, Burkina Faso y Níger han experimentado sucesivos golpes de Estado, lo que ha desembocado en un proceso de militarización del poder. Estas juntas han buscado nuevos aliados, rompiendo la dependencia tradicional de Occidente y acercándose a China y Rusia, países que han desplegado asesores militares y han estrechado lazos con las autoridades militares, convirtiéndose en socio estratégico. La constitución de la Alianza de Estados del Sahel por estos tres países, como una forma de distanciarse de las antiguas potencias coloniales, refleja una voluntad clara de crear una estructura propia de seguridad y desarrollo.

Retirada europea de la región

A pesar de todo ello, los países europeos han ido retirándose de la zona ante la falta de garantías para continuar operando con seguridad y eficacia. Es el caso de España, que ha puesto punto y final a su presencia. El año pasado se cerraba la misión de entrenamiento de la UE en Mali, donde los militares españoles (los más numerosos de toda la operación con hasta 600 efectivos), adiestraban a los soldados malienses para que fuesen capaces de luchar contra los terroristas. 

Quedaba únicamente en la zona el Destacamento Aéreo Táctico (DAT) Marfil en Dakar (Senegal) y también España se ha retirado. Este mes se ha procedido a su desactivación oficial tras su creación, en enero de 2013. Durante ese tiempo ha sido un instrumento clave para la proyección del poder aéreo español en el Sahel. En su última etapa, ha estado compuesto por 15 militares procedentes de distintas unidades del Ejército del Aire y del Espacio aunque es sus momentos de mayor intensidad operativa ha llegado a operar dos  aviones simultáneamente y 70 militares desplegados.

Retirada de Francia

Al mismo tiempo, la retirada de Francia y la reconfiguración del papel de Estados Unidos y otros países europeos ha dejado un vacío que ha sido rápidamente ocupado por nuevos actores. 

Este mismo año Francia entregaba su última base militar en Chad y pasaba página a sus 60 años de presencia en el país. Este traspaso se llegaba tras la decisión del presidente chadiano de poner fin a los acuerdos de cooperación en materia de Defensa con la antigua potencia colonial. Apenas un mes después, entregaba también su última base militar en Costa de Marfil. Igualmente, ha comenzado también a disminuir el número de efectivos en Senegal. Este hecho se inscribía en una tendencia que arrancaba en 2022 por la que el Ejército francés se ha retirado de Mali, Burkina Faso y Níger. 

Ante esta situación de retirada europea, Moscú ha ganado influencia mediante acuerdos de seguridad, asistencia técnica y venta de armamento, mientras que Pekín ha profundizado su presencia a través de inversiones estratégicas y proyectos de infraestructuras. Este proceso ha iniciado una nueva etapa en la que el Sahel se ha convertido en escenario de la competencia global entre potencias.

Nudo logístico del crimen organizado

La transformación del conflicto no es solo ideológica o política, sino también económica. La región se ha consolidado como un nodo logístico del crimen organizado. El tráfico de drogas, armas y seres humanos ha ganado protagonismo. Las rutas del narcotráfico que parten de América Latina atraviesan ahora África occidental en su camino hacia Europa, y muchas de ellas pasan por las zonas más inestables del Sahel. En paralelo, el crecimiento demográfico descontrolado y la crisis climática alimentan una presión estructural sobre las instituciones. 

La dimensión militar de la crisis ha llevado a una reevaluación de los enfoques tradicionales. Se ha hecho evidente que las operaciones militares no bastan para estabilizar la región si no van acompañadas de una mejora sustancial de las condiciones de vida, una gobernanza más efectiva y el restablecimiento de la confianza entre las poblaciones locales y sus Estados. 

El dilema estratégico de Europa

Europa, por su parte, enfrenta un dilema estratégico. Por un lado, tiene claro que la estabilidad del Sahel es vital para su propia seguridad. Por otro, carece de una estrategia común y sostenida para abordar el problema. La retirada de fuerzas y el debilitamiento de los compromisos políticos han sido interpretados como signos de repliegue, lo que ha erosionado su capacidad de influencia. 

En paralelo, la proliferación de acuerdos bilaterales entre países africanos y nuevos socios como Rusia, China o Turquía está reconfigurando las alianzas tradicionales. La presencia de empresas de seguridad privada extranjeras, el suministro de armamento sin condicionantes democráticos y la diplomacia militar de estas potencias están ofreciendo a los gobiernos del Sahel alternativas.

La evolución de la situación en la región también tiene implicaciones directas para las políticas de defensa de la Unión Europea. Los llamamientos a incrementar el gasto militar, mejorar la autonomía estratégica y reforzar las capacidades de despliegue rápido responden, en buena parte, al deterioro del entorno de seguridad en el flanco sur. El Sahel es ya percibido como una frontera avanzada que requiere atención prioritaria.



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