Gómez Jaén se reúne con Boissier a pesar de que DCNS mantiene la demanda contra Navantia por presunto plagio del Scorpene
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Gómez Jaén se reúne con Boissier a pesar de que DCNS mantiene la demanda contra Navantia por presunto plagio del Scorpene

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06/05/2009 Por Alfonso Izquierdo (Infodefensa.com) - Los máximos responsables de los astilleros públicos españoles, Juan Pedro Gómez Jaén, y franceses, Patrick Boissier, se reunieron "cordialmente" en Cartagena a pesar de que la empresa gala DCNS mantiene la demanda en los tribunales contra Navantia por presunto plagio del diseño y tecnología del submarino Scorpene para construir su nuevo sumergible S-80 para la Armada española.

El encuentro, el primero desde que Boissier fue nombrado presidente del grupo galo a principios de año, duró varias horas y se desarrolló en un ambiente "muy cordial", afirmaron fuentes de la naviera española que resaltaron que la entrevista había sido acordada por las empresas hace tiempo "en los primeros días de mandato del directivo galo".

La reunión, sin embargo, no parece haber sido suficiente para resolver el contencioso entre ambas compañías que amenaza con convertirse en un importante factor de fricción entre Madrid y Paris, especialmente en estos momentos de gran armonía entre el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y el jefe del Gobierno español, Rodríguez Zapatero.

DCNS: Sin comentarios

En este sentido, DCNS declinó hacer ningún comentario sobre la situación y, concretamente, respecto a la oferta de dialogo de Navantia, cuyos directivos defienden la necesidad de resolver las diferencias entre ambas compañías por la vía del diálogo y no en los tribunales.

"Desafortunadamente, DCNS no piensa comentar esta información. No podemos ayudar en este momento", declaró Emmanuel Gaudez, responsable de Comunicación de los astilleros franceses en una respuesta escrita a preguntas de Infodefensa.com.

Por otra parte, la decisión del nuevo presidente de DCNS de reunirse con Gómez Jaén ha sido interpretada en el sector naval militar español, según la Agencia Europa Press, como un gesto de acercamiento con la intención de recuperar la relación de partenariado que ambas compañías mantienen desde hace años y que tiene como mejor exponente el Scorpene.

Las fuentes consultadas indicaron que la reunión fue pactada por las dos empresas navales el pasado mes de abril, hace unas tres semanas, cuando Boissier apenas había cumplido unas semanas en el cargo de presidente y director general de DCNS.

La reunión mantenida el martes, día 5, en la factoría de Navantia en Cartagena (Murcia) -donde se trabaja actualmente en la construcción de los primeros S-80 españoles- se produce siete meses después de que la constructora naval francesa denunciara a la española ante el Tribunal de Arbitraje de París por presunto plagio del submarino de fabricación y diseño hispano-francés Scorpene para desarrollar el S-80, el nuevo sumergible español.

Curiosamente, aunque la demanda, que pide la disolución de la sociedad conjunta que forman DCNS y Navantia para el diseño y comercialización del Scorpene, fue interpuesta en octubre de 2008 en la capital gala, la noticia no ha saltado a las páginas de los diarios españoles hasta 48 horas antes de la reunión entre Gómez Jaén y Boissier.

Intervención de los Gobiernos

La situación creada por el mantenimiento del pleito en los tribunales franceses y la inminencia de importantes contratos que involucran al Scorpene parecen haber sido el detonante de la intervención de los respectivos gobiernos, español y francés, conscientes de la gravedad de las diferencias entre ambas partes y las implicaciones económicas y políticas que puede tener.

Por ello, en el marco de la visita de estado que realizó Sarkozy a Madrid la semana pasada, los ministros de Defensa de ambos países, Carme Chacón y Hervé Morin, examinaron el asunto, dentro del repaso que hicieron de los programas de cooperación que mantienen España y Francia, como, por ejemplo, el avión de transporte A400M.

En este sentido, Chacón y Morin tomaron la decisión de crear un grupo de trabajo conjunto formado por representantes de las respectivas direcciones generales de Armamento y Material para "explorar" qué posibles soluciones pueden lograrse al respecto.

Navantia no quiere los tribunales

En este sentido, la empresa española ha reiterado públicamente que no se plantea responder a la decisión francesa con otra demanda en los tribunales y propone negociar con la compañía gala para seguir colaborando, explicó su director de Comunicación, Miguel Ángel Martínez.

Según Martínez, los astilleros públicos españoles no descartan incluso la participación de DCNS en el proyecto de sumergible S-80, informó la Agencia EFE.

Navantia entiende que la decisión de interponer la demanda contra ella fue del equipo gestor francés anterior con la intención de romper el consorcio Scorpene y que el nombramiento de Boissier abre nuevas posibilidades de negociación.

Hasta ahora, y fruto de la colaboración entre ambos astilleros, se han vendido diez sumergibles de este tipo construidos a medias en la factoría de Navantia en Cartagena y en las instalaciones de DCNS en el país galo, y, en opinión del astillero español "aún hay multitud de posibilidades de colaborar en el futuro y esperamos poder sentarnos a negociar con el nuevo equipo directivo de la DCNS para continuar con esa historia de éxito", señaló.

Para Navantia, la denuncia de plagio de su socio francés es "absurda" dado que ambos comparten la tecnología del Scorpene al 50 por ciento "y hablar de plagiar nuestra propia tecnología no tiene ningún sentido", añadió.

Martínez indicó que lo mejor para ambas empresas "no es negociar en los tribunales, sino cara a cara para llegar a los mejores acuerdos que garanticen que la película de submarinos DCNS-Navantia siga funcionando perfectamente y sigamos consiguiendo nuevos contratos internacionales".

La entrada de Lockheed Martin

El origen de las desavenencias entre los socios del consorcio se remonta a la decisión del gobierno de Aznar, ratificada por Rodríguez Zapatero, de equipar el futuro submarino de la Armada española con el sistema de combate de la firma norteamericana Lockheed Martín, en lugar de hacerlo con tecnología de DCNS como esperaba la compañía francesa.

Muchos quisieron ver en esta decisión, la intención de España de convertirse en una "potencia" en la fabricación de submarinos convenciones de última generación, sin necesidad de depender de París. La alianza con Estados Unidos permitía contar con mayor libertad a la hora de comercializar sus productos en el exterior, sobre todo entre aquellas Armadas de países desarrollados que quisieran tener un arma submarina homologable y compatible en sistemas de combate con la US Navy (EEUU sólo construye sumergibles nucleares).

Con este razonamiento, España ha negado reiteradamente que sus astilleros militares públicos hayan plagiado el submarino Scorpene en el desarrollo del proyecto del sumergible S-80, el primer buque de propulsión independiente del aire (AIP) español y bastante más grande. El S-80 es "radicalmente de Navantia", enfatizaron las fuentes oficiales.

Sin embargo, los directivos de DCNS interpretaron la toma de postura casi como una "declaración de guerra", al entender que España se convertiría tarde o temprano en un competidor de los astilleros galos, algo que, por otra parte, se ha producido ya, al presentarse ambas compañías con distintos productos a diversos concursos internacionales. En este sentido, DCNS desarrolló rápidamente un submarino similar al Scorpene pero que afirma es 100% francés denominado Merlin, que para los españoles es un mero plagio del Scorpene.

En los últimos tiempos, los portavoces de Navantia se han reforzado por resaltar que la empresa "está abierta a dialogar" cualquier posibilidad que pueda beneficiar a ambas partes, "teniendo en cuenta la fuerte vinculación y la experiencia ganada en esos países donde hemos conseguido vender submarinos a medias".

Pero no está claro exactamente cómo. Una posible solución sería diseñar dos S-80. Uno que pudiera transportar y operar el sistema de combate de Lokheed Martín y misiles de crucero Tomahawk y otro al que se le pudiera instalar un sistema completamente francés. Esta solución intermedia, en cualquier caso, no evitaría que España se convierta en un respetable competidor en este mercado, junto a Alemania, Holanda y la propia Francia.

Brasil, la decisión por tomar

Un acontecimiento que ha precipitado la necesidad de clarificar las relaciones entre DCNS y Navantia ha sido el macro contrato de suministro de armamento que Sarkozy ha logrado firmar en marzo pasado con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que incluye la venta de cinco submarinos del tipo Scorpene y un amplio programa de asistencia.

Técnicamente, DCNS tendría que fabricar estos sumergibles en cooperación con Navantia (con un reparto de 65% y 35%) pero, por el momento, no está claro el reparto de trabajo, especialmente porque el acuerdo con Brasilia contempla la participación directa de astilleros brasileños en el programa cuyos detalles aún no son públicos.

En este sentido, fuentes de Navantia han afirmado no tener noticias al respecto. "No sabemos nada del contrato porque es algo que ha hecho DCNS con la marina brasileña", dijeron.

Tampoco hay que olvidar las intensas relaciones en materia de Defensa que mantienen España y Francia, especialmente en el campo aeronáutico dentro de EADS -como el desarrollo del avión de transporte militar A400M, en graves problemas por la acumulación de retrasos-, y a medio plazo posiblemente en sistemas terrestres porque se espera que la compañía gala NEXTER sea una de las empresa invitadas por el Ministerio de Defensa español al concurso para el suministro de vehículos 8x8 para el ejército español.

Recientemente, la prensa reveló que Francia estaba a punto de cerrar un contrato para la adquisición de aviones de transporte militar C-295 a la espera del A400M, lo que se interpretó como un guiño hacia Rodríguez Zapatero al aportar más carga de trabajo a España tras la polémica desatada por la integración de la división de transporte militar de EADS en Airbus, conformando la nueva Airbus Military, y los retrasos que acumula el A400M.



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