Los chilenos y sus Fuerzas Armadas
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Los chilenos y sus Fuerzas Armadas

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(Cesim especial para Infodefensa) Los Estados de Excepción Constitucional de Emergencia y de Catástrofe decretados en gran parte del territorio nacional durante el último año, han puesto a las Fuerzas Armadas y, en particular, al Ejército de Chile en contacto directo con la población civil. A primera vista, este contacto ubica a la fuerza militar como la cara visible de las medidas restrictivas de los derechos de reunión y de locomoción que la población tiene en estados de normalidad. Sin embargo, una mirada crítica a las características de las instituciones de la Defensa Nacional, permite apreciar que el contacto entre chilenos con y sin uniforme, es mucho más profundo, diverso y permanente. Lo anterior, permite proyectar a las Fuerzas Armadas como organizaciones que mejor reflejan a la sociedad chilena.

Primero, vale la pena recordar que, como pocas organizaciones, las Fuerzas Armadas (y las policías) reúnen a personas provenientes de los distintos rincones del país. Así, cada ciudad o poblado de Chile tiene representación en más de alguna unidad castrense, permitiendo por añadidura, el aprendizaje de sus miembros en torno a las distintas realidades que conviven en nuestra nación. Esto produce además, la relación entre personas de todas las etnias del país.

Luego, se puede señalar que en estas instituciones no importa el nivel socio económico de sus integrantes, sino la vocación y consiguiente compromiso para servir a la patria. Si bien, no todos los niveles socio-económicos están representados, ya que las personas provenientes de hogares con mayores ingresos normalmente no postulan a las instituciones armadas, es evidente que cualquier persona puede abrazar la carrera militar, en la medida que lo desee y tenga las aptitudes para ello. Para profundizar aún más esta cualidad, el Ejército de Chile se encuentra afinando nuevos mecanismos para hacer del acceso a los cuadros profesionales de la institución (oficiales y suboficiales) una instancia lo más participativa y transversal posible. La idea es que la situación económica del postulante no sea una variable determinante para decidir entre ambas categorías, para que, finalmente, cada chileno pueda elegir libremente en función de sus logros académicos y vocación de servicio.

También en el Ejército, esta característica se hace aún más interesante cuando se aprecia el entramado familiar que se genera entre los miembros de la Institución. Desde hace décadas, los hijos de suboficiales han ido ingresando a la Escuela Militar, cada vez en mayor cantidad. De hecho, hoy en día, la cantidad de hijos de suboficiales de las Fuerzas Armadas que engrosan las filas de ese instituto matriz es, en promedio, dos veces mayor al número de hijos de oficiales que siguen los pasos de sus padres. Asimismo, en el Ejército coexisten matrimonios entre personas de ambas categorías. Toda esta evidencia circunscribe las diferencias entre oficiales y suboficiales solamente a una dimensión jerárquica y a las responsabilidades que se derivan de ella, permitiendo con ello, contar con un cuerpo armado unido principalmente, en torno a los valores fundamentales de la carrera militar en los niveles profesional y técnico-profesional.

En otra dimensión y asumiendo que la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres es un elemento deseable en cualquier organización, las Fuerzas Armadas pueden ser vistas como instituciones que encarnan dicho valor. Así, por ejemplo, hombres y mujeres del Ejército de Chile pueden participar de los mismos procesos, sin distinción alguna en función de su sexo. Esto implica que los cargos establecidos en la estructura organizacional pueden ser ocupados por un militar sin importar si es hombre o mujer. Este rasgo, visible en todas las Fuerzas Armadas, permite fijar otro vínculo más entre militares y civiles: las características de la carrera de las armas dan vida a muchas de las necesidades y anhelos de la sociedad a la cual sirven y por lo tanto son un reflejo de sus compatriotas.

Para cerrar una lista que de seguro quedará incompleta, el vínculo más profundo que existe entre civiles y militares, está marcado por el juramento que hacen estos últimos para, en caso de ser necesario, dar su vida por defender el territorio y a quienes viven en él. Esto da cuenta del amor que los soldados tienen por su país y sus habitantes, sin importar el nivel de ingresos, ubicación política o geográfica, credo o color de piel por nombrar algunos de los factores que distinguen a la población.

En síntesis, podemos decir que los chilenos y sus Fuerzas Armadas tienen un contacto muy profundo, diverso y permanente dadas las características y organización de estas instituciones. Ellas, además de representar eficazmente distintos rasgos de la sociedad chilena y de contribuir a la movilidad social, responden a procesos caracterizados por la igualdad de oportunidades y la ausencia de discriminación para desarrollar cualquiera de las alternativas que ofrece la carrera de las armas. Finalmente, las Fuerzas Armadas de Chile deben seguir fortaleciendo estos lazos e, idealmente, ser capaces de adelantarse a los desafíos que les depara el futuro en relación al vínculo que tienen con la sociedad a la cual se deben.

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