La cumbre galesa de la OTAN: continuidad y novedad
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La cumbre galesa de la OTAN: continuidad y novedad

20140922 Cumbre Gales OTAN
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(Infodefensa.com) Por Jordi Marsal – Se ha celebrado la cumbre de 2014 en Cardiff en un momento especialmente crítico para la seguridad internacional y de los miembros de la OTAN.

Esta organización, desde su nacimiento, siempre ha estado en crisis y discusión. Sin embargo, nunca nadie ha querido irse de ella y siempre hay candidatos a la puerta. Nacida como defensa de los países occidentales unidos por unos mismos valores e intereses de seguridad, frente a la amenaza del bloque comunista articulado alrededor de la URSS en el contexto de la llamada Guerra Fría, desde que el Pacto de Varsovia cayó se ha ido adaptando a los nuevos escenarios y ampliando sus fronteras de acción, ya que los riesgos cada vez provienen de áreas territoriales distintas, como baluarte defensivo de los valores occidentales de libertad y democracia, lo cual ha permitido su ampliación a los países europeos en proceso de democratización y especiales relaciones con países más lejanos pero que comparten estos valores.

De un escenario de amenaza del Pacto de Varsovia, tras su caída, se pasó a un escenario sin amenazas definidas, aunque sí con nuevos riesgos de características asimétricas o híbridas en nuevos escenarios. Sin embargo, el 11 de setiembre definió un nuevo escenario con una nueva amenaza: el terrorismo yihadista internacional.

Pero recientemente con la crisis de Ucrania y la deriva de la política rusa, asistimos a un regreso a escenarios que parecían ya olvidados para siempre.

Así, la cumbre de 2014 debía dar respuestas a nuevos escenarios. En primer lugar, el cambio de prioridades de Estados Unidos del escenario europeo y atlántico al escenario del Pacífico obligaba a una reafirmación de la pervivencia y actualidad del vínculo trasatlántico. En segundo lugar, había que dar respuesta a tres escenarios geopolíticos: la salida de Afganistán (que debía ser el tema central cuando se convocó el Consejo), la evolución del terrorismo yihadista con la creación del Califato realizada por el Estado Islámico y la situación extremadamente delicada y peligrosa en Ucrania. En tercer lugar, se debían reformular las capacidades de la Alianza para dar respuesta a estas situaciones.

En lo relacionado con la primera cuestión, la cumbre aprueba una declaración específica sobre la vigencia del vínculo trasatlántico y del papel central que la OTAN juega como expresión de este vínculo. Se reiteran los conceptos tradicionales de este vínculo con referencia explícita al artículo 5 del Tratado y a la situación creada por la actitud agresiva de Rusia contra Ucrania y la anexión ilegal de Crimea. Si a ello unimos la actitud clara de las sanciones aprobadas por los Estados Unidos, parece clara la reafirmación de su compromiso con la seguridad de Europa y, especialmente en estos momentos, con los países orientales más preocupados por la deriva de la política de Rusia. Se ha de señalar el protagonismo de Polonia, donde se realizará la próxima cumbre, y su papel concreto en las medidas militares tomadas, a lo que hay que añadir el creciente papel de este país en la Unión Europea: un polaco preside la Unión y otro preside la Comisión de Defensa del Parlamento Europeo.

En relación a las cuestiones geoestratégicas se producen elementos de continuidad, pero los más significativos son de replanteamientos profundos. En relación a la salida de Afganistán se aprueba también una declaración específica sobre esta cuestión en la que se reiteran posiciones y compromisos anteriormente fijados a través del paso de ISAF a la misión Resolute Support y la contribución al sostenimiento financiero del país y de su seguridad. Parece existir un cierto optimismo por parte de los aliados sobre la situación tras la progresiva salida que tal vez no es compartida con tal intensidad por los actores afganos, que a pesar de ello siguen teniendo dificultades para llegar a acuerdos internos que permitan la concreción de los acuerdos externos.

En relación con la situación en Ucrania y los compromisos adquiridos, se dedica buena cantidad de los párrafos de la declaración final de la Cumbre, así como una declaración común de la Comisión OTAN-Ucrania. A la situación de temores en relación con posibles futuras actuaciones rusas, creada por este conflicto en países miembros, se crea un plan de reacción (conformado por doce medidas específicas) ante posibles situaciones que se concreta en una Fuerza de Reacción Inmediata en el marco de la NRF, en una mayor presencia militar en la zona oriental y un reforzamiento de la estructura de mandos, así como la realización de ejercicios reforzados en el marco de la Iniciativa de Fuerzas Conectadas. Cuando parecía que la frontera oriental europea dejaba de ser la prioridad que había sido anteriormente y que se iba a dar importancia central al marco mediterráneo y de Oriente Próximo (la zona geopolítica llamada MENA, ligada a aspectos energéticos y antiterroristas) y con su proyección al SAHEL, nuevamente los problemas con Rusia cobran un papel central dejando de lado (¿definitivamente?) la visión más idílica de unas relaciones estratégicas con Rusia.

Respecto a la zona geoestratégica MENA y a la creciente amenaza y extensión del grupo Estado Islámico, a pesar de constatarse el incremento cuantitativo y cualitativo de esta amenaza tras la proclamación del Califato, no se adoptan medidas concretas en una estrategia de dejar el protagonismo a la creación de una coalición internacional con presencia de países árabes. De esta forma se proclama una mayor consciencia de la importancia del “flanco sur” y nuevamente se impone la situación del “flanco oriental”.

Y en relación a las capacidades para asegurar la eficacia y operatividad de la organización, aparte de las novedades en relación con la capacidad de reacción inmediata, se reafirma el papel del armamento nuclear (días antes Putin había recordado que Rusia seguía siendo una potencia nuclear), la importancia de la defensa antimisiles en el marco de la defensa territorial y de la política antiproliferación, y las estrategias de seguridad marítima y de ciberdefensa frente a las cada vez más extensas e intensas amenazas en el ciberespacio.

Asegurar la existencia real de estas capacidades supone la existencia de una Base Tecnológica e Industrial para la Defensa que pueda dar respuesta a los proyectos concretos de la Smart Defence. Para ello se avanza en varios de ellos y se asume y profundiza en el concepto de “Framework Nation” para tres iniciativas: una dirigida al desarrollo de capacidades (capabilities), concretamente en las áreas apoyo logístico, protección NBQR, armamento de precisión y cuarteles generales desplegables; otra dirigida a la creación de una fuerza expedicionaria y la tercera dirigida a mando y control, estabilización y reconstrucción, etc.

Al mismo tiempo se insiste en la necesidad de dedicar como mínimo un 2% del PIB de cada país a los presupuestos de Defensa y se fijan unos objetivos (paralelamente al 2% se fija la necesidad de dedicar como mínimo un 20% a las inversiones en adquisiciones y en investigación y desarrollo) y un calendario no vinculante a diez años. Como otras veces la pregunta es hasta dónde alcanzará este compromiso político, si se irá concretando o seguirá en el campo de las buenas intenciones ante una opinión pública reacia especialmente en una situación de crisis económica y una falta de liderazgo político para concienciar a los ciudadanos de que la seguridad y la libertad no son gratis.

También se reitera el compromiso de profundizar en los partenariados; se insiste en el papel central de la relación con la UE y se cita también la relación con la Unión Africana; se reafirma la política de puertas abiertas a la ampliación con referencia a la situación de cada caso concreto; y en una declaración especial se muestra el agradecimiento a todos los hombres y mujeres que sirven en las Fuerzas Armadas y se les rinde homenaje en el 65 aniversario de la OTAN.

Como vemos existen continuidades que son la base de la credibilidad y eficacia de la organización, pero al mismo tiempo asistimos a una importante redefinición geoestratégica adaptada a unos escenarios cambiantes y muchas veces impredecibles. Veremos en los siguientes meses como se desarrollan las continuidades e innovaciones declaradas en esta, sin duda, importante cumbre.

Jordi Marsal es licenciado en Filosofía y Letras (sección Filosofía) por la Universidad de Barcelona y diplomado en Altos Estudios Militares por el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN). Actualmente ocupa el cargo de Adjunto Civil al Director de este centro.

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