Los desafíos del nuevo Jemad
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Los desafíos del nuevo Jemad

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Antes de nada, hay que afirmar que la primera prioridad del Jemad, en estos difíciles y crueles momentos producidos por la Covid-19, consiste en continuar participando junto con las instituciones del Estado y las Administraciones públicas, en preservar la seguridad y bienestar de nuestros ciudadanos, al objeto de hacer frente con éxito a la letal amenaza de la pandemia. Como se hizo con la Operación Balmis, las Fuerzas Armadas seguirán actuando en todo momento y lugar para proteger al pueblo español.

Volviendo al primer párrafo, parece oportuno distinguir tres grandes campos donde el Jemad tiene una especial responsabilidad, a saber, la participación en el ya consolidado ciclo de planeamiento de la defensa -aunque sería más propio decir que debiera evolucionar en planeamiento de seguridad y defensa, en línea con las nuevas tendencias internacionales-, donde debe establecer cuáles son las prioridades operativas en la adquisición de las capacidades militares, la conducción estratégica de las operaciones militares, así como la elaboración de la estrategia militar.

El marco de referencia en el actual ciclo de planeamiento de defensa lo constituye la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, la Directiva de Defensa Nacional 2020 (DDN 2020), de junio de 2020, y la Directiva de Política de Defensa 2020 (DPD 2020), de agosto de 2020. En este sentido, en el actual proceso de planeamiento que integra al Ministerio de Defensa, al EMAD y a los tres Ejércitos se revisarán y actualizarán los Objetivos de Capacidades Militares necesarios para que la Defensa Nacional continúe siendo eficiente, sólida y creíble.

En cuanto al planeamiento operativo y de capacidades que necesitan nuestras Fuerzas Armadas se debería actuar simultáneamente en una doble dirección. Por un lado, priorizar la defensa del posible desafío o amenaza no compartida alcanzando un nivel razonable de disuasión y de defensa autónoma, capaz de asegurar nuestra soberanía e intereses nacionales y garantizar la seguridad en nuestro entorno estratégico más cercano. Por otro lado, contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos acordados. Para ello, se debe constituir una fuerza conjunta desplegable de alta disponibilidad.

A modo de síntesis, parece oportuno que en la orientación de capacidades militares de las que deben dotarse las Fuerzas Armadas españolas es necesario que haya el equilibrio oportuno y adecuado entre las capacidades enfocadas a conflictos de alta intensidad -muchas derivadas de tecnologías emergentes- y las enfocadas a conflictos de baja intensidad. En el conjunto, reforzar las capacidades sanitarias conforma un interés prioritario.

En el campo de las misiones exteriores, el Consejo de Ministros del pasado 22 de diciembre decidió prorrogar hasta el 31 de diciembre de 2021, la participación de unidades y observadores militares en operaciones de paz fuera del territorio nacional, que no superaran los 2.900 efectivos para lo que cuentan con un presupuesto de 1.176 millones de euros. Actualmente España participa en 17 misiones internacionales en el exterior: 8 en el marco de la OTAN, 5 bajo el paraguas de la Unión Europea, 3 bajo la dependencia de Naciones Unidas y 1 en colaboración con Francia. Todo con independencia de las 4 misiones propias de Diplomacia de Defensa y Seguridad Cooperativa que se realiza en cuatro países africanos.

Se prevé continuar la reducción de efectivos totales tanto en Afganistán como en Irak. Mientras que en la misión EUTM-Mali, teniendo en cuenta lo acordado con la UE, está previsto un aumento moderado y gradual del contingente en función de la evolución del conflicto. Para 2021, el Gobierno plantea un esfuerzo militar en el exterior similar al del año 2020, con ajustes numéricos puntuales en algunas misiones. Con estas premisas y con la gran experiencia del actual Jemad -fue comandante del Mando de Operaciones- nuestro despliegue en misiones en el exterior no debiera presentar dificultades.

Estrategia de Defensa Nacional

En cuanto a la estrategia militar, y para que el novedoso ciclo estratégico - aún sin regular - sea coherente y lógico debiera existir una Estrategia de Defensa Nacional (EDN), firmada por la ministra de Defensa, con objeto de llenar el vacío existente entre la Estrategia de Seguridad Nacional y la Estrategia Militar cuya responsabilidad es del Jemad. Me dirán los lectores que ya tenemos la DDN 2020 y la DPD 2020, pero no es lo mismo. Mientras que las directivas señalan líneas generales de actuación, directrices y criterios para el planeamiento de la Defensa, la EDN indica objetivos, forma de conseguirlos, escenarios de actuación junto con los medios que se necesitan.

Por ello, es preciso que exista un estrecho y profundo enlace y una alta cooperación entre el Ministerio y el EMAD, al objeto de que la elaboración del documento donde se define la estrategia militar integre algunos aspectos que debieran haber estado incluidos en la EDN - que no se ha realizado - y los propios de la estrategia militar para que exista una armonía y conformidad entre el ciclo del planeamiento de defensa y el ciclo de planeamiento estratégico.

De todo lo expuesto, lo más importante para el Jemad y para España es que nuestras Fuerzas Armadas estén perfectamente preparadas y adiestradas y dispongan de las capacidades militares necesarias para cumplir con éxito las misiones que se le encomienden al objeto de garantizar y defender nuestros intereses nacionales. Pero, para ello, como ya he señalado en estas páginas, es imprescindible que exista una Ley de Estabilidad y Sostenimiento de las Fuerzas Armadas. Y aún no la tenemos.



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