El eurodrone, ¿una realidad por fin

En el mundo en el que vivimos, la cooperación internacional no solo es conveniente sino que cada vez es más necesaria. Para que sea viable y equilibrada, la cooperación debe partir de ciertas premisas: necesidades comunes, socios de tamaño equivalente, reparto de cargas equitativo son algunas de ellas. Pero sobre todo intereses estratégicos comunes y voluntad política son las bases esenciales para cooperar.

Las instituciones europeas están desarrollando algunas iniciativas para fomentar la cooperación en el campo de la seguridad y la defensa. Desde Bruselas existe cada día mayor interés en fomentar la cooperación para hacer frente a amenazas comunes. Campos como el satelital, el ciberespacio o los drones son algunos que se señalan como prioritarios para actuar de forma más coordinada. Pero en esta vieja Europa siguen apareciendo intereses estratégicos dispares que producen desequilibrios.

A primeros de marzo, a instancias de la EDA, varios países han firmado en Riga una declaración de principios sobre cooperación en el uso de drones que plantea la necesidad de actuar de forma coordinada en el desarrollo de estos sistemas.

Casi en paralelo, el ministro de Defensa francés ha declarado que en la próxima feria de Le Bourget, prevista para el mes de junio, se hará público el anuncio del acuerdo final alcanzado entre Francia, Alemania e Italia para el desarrollo del proyecto Euromale 2020.

Según lo que se conoce, las empresas Dassault, Airbus Alemania y Alenia han cerrado su participación industrial en el proyecto a partes iguales, con un compromiso de compra inicial de los participantes a razón de entre 20 o 30 sistemas cada uno para Francia y Alemania, y entre 5 y 20 para Italia. El resto del mercado europeo, donde se incluye a España como potencial cliente, estaría entre los 20 y los 50 sistemas.

Existe una voluntad política y un interés estratégico claro por parte de los tres países participantes. El proyecto responde directamente a la intención de salvar la brecha en este segmento con los Estados Unidos.

En el caso de Francia se complementa con las iniciativas bilaterales franco-británicas en el campo de los UCAS, donde la participación de terceros parece cerrada, y con su liderazgo en el proyecto Neuron, donde España ha participado, y que en estas mismas semanas ha completado las pruebas de vuelo. De sus resultados se aprovechará, según parece, el futuro Euromale 2020. No obstante, sobre su puesta en marcha planea la sombra del fallido Talarion, en el que participó España a través de ADS.

En esta situación no parece probable que un proyecto que afecta a una de las líneas de cooperación planteada desde Bruselas como prioritaria pueda estar abierta al resto de socios europeos, que verían su papel limitado al de mero comprador.

En el caso español, la previsible adquisición de sistemas estratégicos norteamericanos cubriría con carácter interino las necesidades operativas. Una solución que en el ámbito industrial no parece que vaya a repercutir de forma directa en nuestro sector RPAS. Pero las soluciones europeas tampoco parece que ofrezcan mucho margen de juego a una industria española que, sin embargo, pudiera beneficiarse de forma más clara con iniciativas en otros segmentos menos llamativos pero igualmente estratégicos.