10/06/2010 (Infodefensa.com) Madrid - Alguno de los arrebatados que pululan por los foros digitales llamaba días atrás "inútil" al secretario de Estado de Defensa. Ello a raíz de sus comentarios, en el seminario organizado por Navantia la semana pasada, cuestionando los resultados para España de la integración de CASA en EADS y de la venta de Santa Bárbara a General Dynamics.
Mucha gente, y no siempre de la misma cuerda política, opina que Constantino Méndez no está siendo, para nada, un mal SEDEF, a pesar de que la crisis no deja mucho juego. Cuanto menos ha tenido el valor de plantear abierta y racionalmente algunas cuestiones, sobre las que nosotros venimos insistiendo hace tiempo, como ésta del verdadero resultado para los intereses españoles de la privatización de las antiguas empresas públicas sectoriales. Un resultado que sólo se nos antoja más o menos positivo en el caso de Indra.
Hay quienes interpretan que las palabras del secretario de Estado en el acto de la semana pasada fueron, precisamente, un aviso a navegantes para quienes pudieran estar pensando en la venta de Navantia o su integración en algún consorcio. El mensaje habría venido a ser algo así como "señores: aprendiendo de los errores, procuremos buscar alianzas tecnológicas buenas para nuestros intereses, pero mantengamos la compañía bajo nuestro control, incluso aunque pierda".
En toda esta polémica -al igual que en otras- sí se puede acusar a Méndez de abusar, como disciplinado militante socialista, de la "muletilla" de que la culpa de todo lo que sucede la tuvieron los gobiernos del PP. Ciertamente la integración de CASA, la venta de Santa Bárbara y la creación de Izar fueron iniciativas de la época de Aznar, pero la poca habilidad para defender y robustecer la cuota de españolidad o el cumplimiento de los acuerdos iniciales, y permitir el vaciado de protagonismo y de contenido tecnológico de las filiales españolas, se he repetido bajo todos los gobiernos que en España han sido desde el año 2000.
Esos mismos gobiernos, al menos, en el caso de Defensa, hasta que ha llegado el racionalizador secretario Méndez, tampoco han hecho mucho por evitar que España se convierta en un mercado cautivo, matando la libre competencia, en principio mucho más sana para lograr el equipamiento adecuado de las Fuerzas Armadas. Como tampoco han hecho mucho por evitar las concesiones demenciales y totalmente políticas a ciertas comunidades autónomas.
Si a Navantia nos referimos, tanto los gobiernos de unos como de otros han lastrado ese proyecto con las rémoras de factorías que hacen inviable cualquier intento de sanear los resultados. Las alternativas empresariales finalmente adoptadas para intentar superar la crisis -lo decíamos aquí mismo hace muy poco-, como la de cargarse a la gente con experiencia, no parecen ser la solución para mejorar la capacidad tecnológica y productiva de la compañía... porque de esos polvos vienes luego los lodos, por ejemplo, de los motores rotos o cambiados de sitio.
En relación a varias de las cuestiones señaladas, otro asunto que conviene reiterar aquí y ahora es el referido al dilema de precisar hasta cuándo es conveniente apostar por un proyecto de I+D nacional, que decíamos en la última Ventana.
Ha pasado mayo. Ha llegado junio. Después de algunas reuniones habidas esta semana, insistimos en que alguien debería dar una explicación amplia y plausible de lo que está pasando. Como simple curiosidad, casi anecdótica, preguntaríamos: ¿Se va a dar luz verde para comprar las 43 piezas para las que aún queda dinero?, ¿cómo se van a sufragar las otras 150?
Ya puestos, también alguien podría dar una explicación a los sufridos contribuyentes, y a los sufridos funcionarios, de por qué en esta época de "recortes solidarios" Defensa no ha aprovechado la bonita ocasión de amortizar la plaza, y el sueldo, de vicepresidente de la empresa pública Isdefe. Habría sido uno de esos detalles que podrían dar algún atisbo de credibilidad a las ampulosas declaraciones de principios sobre las medidas de austeridad. Pero en política ya se sabe, pudiendo hacer un favor entre amigos y que te lo deban, ¿qué importa el contribuyente?
Ágora