En un contexto geopolítico marcado por la inestabilidad y una demanda en ascenso, resulta cada vez más evidente la necesidad de reforzar las capacidades de la defensa colectiva. La próxima cumbre de la OTAN que se celebrará en La Haya servirá no solo para revisar compromisos políticos y operativos, sino también para subrayar el papel de la industria como pilar básico de la seguridad y la defensa europea y transatlántica. Desde España, los sectores de la Defensa y la Seguridad afrontan este reto con la visión de aportar su nivel de madurez tecnológica a los objetivos estratégicos compartidos.
La cumbre de la OTAN debe servir para revisar la relación transatlántica y reforzar la defensa colectiva actuando de palanca para lograr dos propósitos específicos: el incremento de los recursos que dedicamos a Defensa especialmente desde Europa y la asunción de mayores responsabilidades europeas para hacer frente a los desafíos que afrontamos.
Detrás de todo ello la industria de defensa europea en general y la española en particular son un elemento esencial para la defensa colectiva y para que Europa refuerce sus capacidades y disponga de una mayor autonomía estratégica alineada con los propósitos de la Alianza.
La industria española ve con optimismo el contenido del Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa presentado por el Gobierno de España y que debe ser el inicio de una nueva etapa que posicione a la defensa como una prioridad básica y que debe tener continuidad en el tiempo.
Para que la industria responda a su función básica que no es otra que atender a las necesidades de nuestras Fuerzas Armadas, debe contar con escenarios previsibles para que pueda planificar su actividad. Eso implica una mejor comprensión de las necesidades operativas a medio y largo plazo y una estabilidad presupuestaria en unos niveles suficientes. La cuantificación del esfuerzo financiero será uno de los puntos de debate en la cumbre.
La industria de defensa española ha puesto de manifiesto su compromiso a lo largo de muchos años de recorrido. Su actuación, también se fundamenta en las alianzas internacionales. Las relaciones entre industrias, como entre países, se construyen sobre la confianza, la continuidad y la voluntad de compartir conocimiento, en nuestro caso tecnología. Para la industria estos factores son estructurales porque se trata de una industria de largo plazo que materializa el compromiso estratégico de una nación con su entorno y con sus aliados.
La experiencia acumulada del sector, especialmente tras la colaboración con socios como Estados Unidos, ha sido una escuela de innovación, interoperabilidad y transferencia tecnológica. Los productos que exporta nuestra industria han permitido que nuestras empresas se posicionen como actores globales especializados en el desarrollo de tecnología de vanguardia y productos completamente desarrollados en nuestro país.
La cumbre internacional también contribuirá a poner de relieve la necesidad de la cooperación para lograr una industria fuerte y capacitada. Cuando ciertas capacidades no pueden ser satisfechas a nivel nacional es necesario recurrir a colaboraciones externas. Esta decisión debe estar guiada por criterios técnicos y operativos, no por factores coyunturales o condicionantes ajenos al interés de la seguridad nacional. Lo que está en juego es la preparación, la eficacia y, en última instancia, la seguridad de todos los ciudadanos.
En esta ecuación, las exportaciones juegan un papel fundamental. La industria española de Defensa es eminentemente exportadora. En 2023, el sector avaló su dimensión exportando 3.720 millones de euros, lo que representa el 1% del total de las exportaciones españolas y el 46% de la facturación consolidada del sector. Esta internacionalización ha permitido alcanzar masa crítica, rentabilizar inversiones de largo plazo y posicionar a España como una referencia tecnológica de primer nivel, solo por detrás de grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, Francia, Alemania, China y Reino Unido.
No obstante, la clave no está en exportar más, sino en exportar mejor.
En un mundo cada vez más competitivo el verdadero valor añadido reside en la capacidad de producir bienes tecnológicamente avanzados a precios competitivos y en la flexibilidad para dar respuesta a las necesidades. La industria de Defensa española destaca precisamente por este atributo. Junto con los sectores de Seguridad, Aeronáutica y Espacio, tiene unas características que sitúan a nuestro país en el mapa global de la alta tecnología.
La cumbre de la OTAN en La Haya será una oportunidad para que España reafirme su compromiso con la seguridad y la defensa compartidas, para lo que el fortalecimiento de su base empresarial es un pilar básico La industria de Defensa española no es solo un proveedor de sistemas: es además un sector generador de riqueza, empleo y capacidades, así como un embajador tecnológico. La Administración debe insistir en el papel de la industria como socio estratégico de muchos países, manteniendo su colaboración transatlántica, y desde la convicción de que una Europa más fuerte en Defensa necesita unas industrias más autónomas y competitivas, más innovadoras, y respaldadas por políticas comprometidas por su futuro.
En definitiva, la OTAN, necesita de esta industria europea sólida, eficaz y competitiva y España está preparada para contribuir en responder a los desafíos futuros y, para lo que es imprescindible seguir invirtiendo, colaborando, exportando y liderando el mercado impulsando nuestras capacidades propias.