El primer submarino 100 español
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El primer submarino 100 español

Salida del submarino S-81 Isaac Peral de la nave de armamento del astillero de Navantia en Cartagena. Foto Navantia
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(Infodefensa.com)

El programa S-80 representa un antes y un después para el astillero público Navantia, la industria naval nacional y también para la Armada española. El gran logro tecnológico de este proyecto sin precedentes es el diseño y construcción del primer submarino 100 español que va a prestar servicio en nuestras fuerzas armadas. Los Clase D, desarrollados en los años 1930, son los buques españoles que quizá más se acercaron previamente a este logro, ya que también fueron diseñados y fabricados en España. Sin embargo, se trató del fruto de un encargo a la delegación en España de la compañía británica Vickers (Sociedad Estatal de Construcciones Navales), ahora parte de BAE Systems. 

Con el nuevo buque Navantia asume por primera vez en su historia el rol de autoridad técnica de diseño en submarinos, pasando de construir en España con diseño extranjero a construir en España con diseño propio. El constructor naval se embarcó en este programa después del éxito -nacional e internacional- de las fragatas F-100, el portaviones LHD Juan Carlos I y los buques anfibios de la clase Galicia. Es precisamente esta experiencia y reconocido prestigio en buques de superficie la que empuja a dar un paso más e iniciar un programa para diseñar un submarino. Algo mucho más complejo.

Hasta el programa S-80 Plus, cabe recordar, España había desarrollado su fuerza submarina con diseños, tecnología y apoyo técnico extranjero (de Estados Unidos y Francia fundamentalmente). Por ejemplo, tanto la serie S-60 como la S-70 fueron construidas por los astilleros públicos españoles siguiendo un diseño francés de la entonces DCN -hoy Naval Group-.

Solo comparable a una nave espacial

 

Para comprender mejor lo difícil que es diseñar y poner en servicio un submarino es frecuente comparar su construcción con el desarrollo de una nave espacial. En ambos casos hay que actuar en un medio totalmente hostil que ataca constantemente a un hermetismo, que bajo ninguna circunstancia puede romperse.

Obviamente, esto supone todo un desafío para los ingenieros. En el programa S-80, de hecho, ingeniería naval y aeroespacial van de la mano. Una muestra de esta afirmación es que Navantia acabó utilizando manuales de ingeniería de sistema de la NASA durante la etapa de rediseño entre 2013 y 2016, después de detectar los problemas de sobrepeso.

Es importante subrayar que el equipo de ingenieros del astillero español continuó al frente del diseño durante esta fase decisiva, asesorado por la Marina estadounidense y Electric Boat. El programa al final se reestructuró de forma integral y el astillero de Cartagena puso en marcha nuevos procesos y metodología.

La propia Navantia explica que "un submarino es un sistema diseñado para operar autónomamente en un entorno muy hostil durante largos periodos de tiempo. Requiere conocimientos altamente especializados en disciplinas diversas (materiales, hidrodinámica, mecánica, acústica, etcétera) y disponer de una base industrial y tecnológica de apoyo altamente cualificada".

La compañía, además, destaca que "el necesario equilibrio entre los diferentes parámetros de diseño hace que se trate de un producto muy compacto en el que es necesario integrar un gran número de capacidades y sistemas y en el que componentes y materiales requieren un exhaustivo proceso de calificación".

Tanto la Armada como Navantia darán un salto importante con el programa S-80. La primera conseguirá libertad de acción necesaria para dar respuesta a todo tipo de situaciones de crisis, mientras que la segunda alcanza la soberanía industrial y tecnológica, o lo que es lo mismo, independencia. Contar con un diseño propio también abre la puerta del mercado de la exportación.   

Puestos de trabajo y empleo

 

El esfuerzo en la fase de diseño y en la producción queda reflejado en las horas de trabajo que suma el programa desde su inicio. El proyecto lleva ya casi 20 millones de horas de trabajo en producción y 6,6 millones de horas de ingeniería. Estas cifras se traducen en cerca de 2.000 empleos directos y de industria auxiliar en la Región de Murcia y hasta 7.000 en periodos de alta carga, incluyendo indirectos e inducidos, lo que supone el 10 del empleo industrial de la comunidad.

Según los datos que maneja Navantia, por cada empleo directo se crean de forma adicional (industria auxiliar, indirecta e inducido) hasta seis empleos a nivel regional. Desde el punto de vista económico, el proyecto contribuye con más de 250 millones de euros anuales al PIB español. Más de 80 millones de euros son aportación directa al PIB regional (1 PIB de Murcia).

 



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