La nueva estrategia de política exterior china
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La nueva estrategia de política exterior china

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(Especial CEEAG para Infodefensa) “La fuerza es la energía acumulada o la que se percibe. Esto es muy cambiante. Los estrategas son capaces de vencer al enemigo creando una percepción favorable en ellos y, así, obtener la victoria sin necesidad de ejercer su fuerza” (Sun Tzu. 2017: p.12).

No cabe duda que China a raíz de las profundas transformaciones de su sistema económico, implementadas durante el liderazgo de Deng Xiaoping, se ha transformado en pocas décadas en una super potencia. Su liderazgo, basado en un modelo exportador de bienes con valor agregado y su gigantesco mercado interno de 1.393 millones de habitantes (World Bank, 2018) han sido los pilares de este nuevo poder global.

De esta manera, el comercio ha sido la forma como Beijing ha logrado desplegar su influencia e interacción con el mundo que ha ido derivando con el paso del tiempo y la consolidación china en una proyección político estratégica, donde se han superado los ámbitos propios de la economía. Es así, que proyectos como la Ruta de la Seda, una serie de vías marítimas y terrestres que comunican los principales centros económicos chinos con distintas zonas del planeta, contienen una asociación más profunda con Beijing. Así mismo los acuerdos cerrados que China y las empresas con sede en ese país utilizan buscan asegurar productos con un precio estable y excluir a potenciales competidores.

Dichas situaciones entregan ventajas a China frente a las potencias rivales y lo conducen necesariamente a tener una ventaja estratégica sobre ellos. Desde esa perspectiva, el peso específico que ha llegado a tener Beijing en el mundo ha llevado a la diplomacia china a iniciar una nueva etapa en su relación con el mundo, más directa y con un lenguaje que no se condice con los estándares tradicionales del mundo de las negociaciones políticas a nivel de Estado.

Lo que algunos analistas llaman la “diplomacia pública” se caracteriza por una demostración de fuerza directa, lo que los comentaristas chinos del Arte de la Guerra de Sun Tzu han denominado el cheng y que se aleja del tradicional chí que implicaba una aproximación indirecta al adversario en el teatro de operaciones de la Guerra, en este caso la esfera de lo político y estratégico. Esta situación obedece a la necesidad de mostrar una nueva imagen de China, consciente del nuevo peso que tiene en el orbe. Una nueva etapa donde Beijing va a jugar un rol de primer orden en las decisiones globales y donde propósitos como la defensa de su integridad territorial están fuera de toda discusión.

Muy presente en la visión del liderazgo chino están los intentos pasados de posicionarse como un agente global y que fueron neutralizados hasta el límite por las potencias Occidentales y Japón, el ejemplo más claro de ello es la Guerra del Opio en el siglo XIX con el Reino Unido o la posterior ocupación de Manchuria por parte de Japón. Esta nueva realidad puede generar reacciones no deseadas en diferentes países puesto que no se entiende como una coyuntura particular sino que presenta a una China que demuestra su poder nacional sin amenazar con el uso de la fuerza. Una disuasión propia de una potencia que quiere imprimir su sello en el nuevo orden mundial.

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