Europa y España, ante una oportunidad histórica
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Europa y España, ante una oportunidad histórica

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Durante su intervención de candidatura a la Presidencia de la Comisión Europea Úrsula Von der Leyen hizo pocas referencias directas a política de defensa. Sin embargo, junto con muchas referencias a otras políticas, entre las que las medioambientales han sido las más replicadas, la ya presidenta habló de la importancia de defender la libertad, la paz y los valores. Algo que, aseguró, la Unión Europea "puede y debe hacer" para mantener y desarrollar nuestro modelo de sociedad. Detrás de esta idea está la necesidad de reforzar las políticas de seguridad y defensa. Son la base para construir el resto.

Curiosamente, la referencia más directa a política de defensa común la realizó Nigel Farage que acusó a Von der Leyen de ser una "fanática de la idea de crear un Ejército europeo". Durante sus años como ministra de Defensa alemana fue una decidida defensora de reforzar la defensa e impulsó las relaciones con Francia (tratado de Aquisgrán), el desarrollo de la Pesco o los programas en colaboración como el FCAS. Internamente su gestión ha sido muy criticada por cuestiones que pueden reflejar las dudas sobre el papel de Alemania en el desarrollo de capacidades de defensa paneuropeas. Una postura que no está todavía demasiado clara.

Pero a pesar de las dudas sobre la posición alemana, especialmente en el impulso al fondo de defensa común, lo que parece claro es que Alemania quiere incrementar su papel político en el futuro de la Unión, más allá del peso económico. El apoyo a Von der Leyen, descartada como sucesora de Merkel, pudiera reflejar esa vocación. El nombramiento de Lagarde como presidenta del BCE puede significar un intercambio de papeles entre Francia y Alemania.

Sea como sea los próximos años serán importantes para la defensa común. El próximo marco plurianual para el periodo 2021 a 2027, a presentar en otoño, deberá reflejar la voluntad del Consejo y del Parlamento de impulsar el plan de acción de defensa. Políticamente será necesario, entre otras cosas, aclarar el futuro de la relación con Estados Unidos, y, en concreto, la posibilidad de que empresas de terceros puedan acceder a proyectos financiados por la Comisión. Algo que puede afectar también a Israel y a otros países, como pudiera ser el propio Reino Unido.

En ese campo lo más significativo sea, quizás, la necesidad de aclarar cuál debe ser el papel de la Comisión en el establecimiento del marco general, la gestión de los proyectos y su encaje con otros organismos. Parece bastante claro que, en un futuro próximo, se creará una dirección general para defensa en el seno de la Comisión. Lo que se cuestiona es su dimensión y competencias para no romper equilibrios.

En ese juego de enlazar los papeles entre la Comisión y otros organismos la pieza clave pudiera ser la de Josep Borrell, designado vicepresidente de la Comisión y Alto Representante para asuntos exteriores y de seguridad. Una persona con mucho conocimient de las interioridades de los organismos europeos, incluido del Parlamento del que fue presidente. No olvidemos que Borrell fue uno de los encargados de elaborar el proyecto de constitución europea, donde trabajó activamente especialmente en la parte de asuntos exteriores y defensa. Su nombramiento llega en un momento importante.

A nuestro ex ministro de asuntos exteriores le tocará, con casi seguridad, revisar la estrategia global europea para resolver el doble dilema de afrontar la postura rusa y la situación en el Mediterráneo. Sin perder de vista las ideas de "visión común y acción global para una Europa más fuerte". Ese marco será esencial para definir objetivos y capacidades, que tienen que enlazar con el marco OTAN y con los objetivos del EDAP. Con carácter inmediato tendrá que defender en Estrasburgo la asignación de fondos en el presupuesto de 2020 para dotar al EDF y, sobre todo, a partir de 2021 cuando se abre la ventana de desarrollo de capacidades que mostrará la voluntad de los países para dotarse de sistemas desarrollados por la industria europea.

El papel de España en este juego es importante. Se ha elegido a un español de Cataluña (no es un detalle menor) en un puesto clave para la seguridad y defensa de Europa en los próximos años. Su nombramiento debería venir acompañado por la presencia de españoles a lo largo de la cadena, pero sobre todo por el establecimiento de políticas para que España pueda jugar el papel que debe en el futuro europeo. Los próximos años serán importantes para que la autonomía estratégica europea no se quede en una ilusión. España tiene una oportunidad para jugar un papel importante. Pero somos especialistas en desaprovechar oportunidades históricas.



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