Más allá de porcentajes de inversión en defensa, quizás la clave del funcionamiento de la OTAN y de lo que se le exige a cada país sean los denominados Capability targets, los Objetivos de Capacidades concretas que cada miembro de la Alianza Atlántica debe cumplir.
Precisamente a estas capacidades se refería el pasado domingo Pedro Sánchez, que llegó este martes a La Haya junto a los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa, José Manuel Albares y Margarita Robles, respectivamente, cuando aseguraba que España podría cumplir con ellas solo invirtiendo el 2,1% del PIB en defensa, y no el 5% como pide la OTAN.
Sin embargo, el secretario general de la Alianza dijo este lunes que la OTAN está "absolutamente convencida" de que España tendrá que invertir en conjunto el 3,5 % del PIB en capacidades militares puras en función del acuerdo que saldrá de la cumbre de La Haya y explicó que habrá una revisión de los objetivos en 2029.
Realmente, una de las exigencias, según fuentes de la Alianza, sería que España aumentase un 30% su capacidad militar, es decir, sus reservas de munición, armamento y equipamiento, y eso el presidente español cree que lo puede lograr manteniendo ese 2,1%, aunque es consciente de que habrá una revisión en 2029 que evaluará el grado de cumplimiento.
¿Qué son los Objetivos de Capacidades?
Pero, qué son realmente los Objetivos de Capacidades de los que tanto se habla y tan poco se sabe, a pesar de que los estados miembros están obligados a cumplirlos independientemente de qué porcentaje del PIB invierta cada uno en defensa. Para empezar, cabe decir que estos objetivos son secretos y solo los manejan los gobiernos y los mandos militares de la Alianza Atlántica.
Estos en concreto fueron acordados en la reunión de ministros de Defensa de la OTAN celebrada el pasado 5 de junio y forman parte del renovado NATO Defence Planning Process (NDPP). Son el resultado de un serio y laborioso proceso que culmina con la asignación a los aliados de la responsabilidad de proporcionar capacidades y fuerzas militares adecuadamente instruidas y equipadas para realizar todas las misiones de la Organización.
Los Capability Targets son objetivos de capacidad militar a largo plazo que cada Estado miembro se compromete a alcanzar para mejorar la interoperabilidad y la preparación de la OTAN. Están diseñados a partir del análisis de escenarios operacionales plausibles y cubren aspectos clave como unidades terrestres, defensa aérea, logística, inteligencia, ciberseguridad y movilidad estratégica.
Se actualizan cada cuatro años y se organizan según sus horizontes de implementación: a corto plazo (cero a seis años) y medio plazo (7 a 19 años). La revisión de junio de 2025 incorpora lecciones de la guerra en Ucrania y del aumento de la presencia rusa en Europa. Además, incluye nuevos dominios como el ciberespacio, el espacio y las amenazas híbridas como el sabotaje o la desinformación.
Estos objetivos no son meras aspiraciones; definen las capacidades mínimas para que la Alianza actúe de manera cohesionada ante cualquier crisis.
NATO Defence Planning Process (NDPP)
El NDPP es el mecanismo estratégico que guía la planificación militar interaliada desde la Guerra Fría. Actualmente consta de cinco etapas interdependientes: definición de escenarios operacionales clave, como defensa colectiva, apoyo a Ucrania o crisis en otras regiones; identificación de las capacidades necesarias para enfrentar esos escenarios; asignación de responsabilidades específicas a cada país, respecto de esas capacidades; evaluación anual del cumplimiento de las metas nacionales; y revisión y ajuste de objetivos en cada ciclo —cada cuatro años—.
Este enfoque convierte al NDPP en una herramienta de planificación colaborativa: cada aliado contribuye con fortalezas compatibles al esfuerzo colectivo. Así se evitan duplicaciones y se optimiza el uso de recursos.
En la reunión del 5 de junio, los ministros adoptaron un nuevo paquete de objetivos para los Objetivos de Capacidades, enmarcados en tres pilares esenciales:
Estos objetivos se complementan además con elementos transversales: formación conjunta, innovación tecnológica, interoperabilidad de sistemas de mando y control, y unidades de despliegue avanzado.
La OTAN impone los objetivos pero no cómo alcanzarlos
¿Y cómo se logran estos Objetivos de Capacidades? La OTAN establece objetivos de capacidad que determinan los efectos que los Estados miembros deben poder proporcionar en escenarios operativos concretos. Sin embargo, no impone los medios técnicos ni tácticos para alcanzarlos, permitiendo que cada aliado defina libremente qué plataformas, sistemas o tecnologías desarrollará para cumplir con sus compromisos. Esta flexibilidad nacional está sujeta, no obstante, a una exigencia fundamental: la interoperabilidad.
Dado que la Alianza Atlántica opera mediante fuerzas multinacionales, es esencial que las capacidades se ajusten a doctrinas comunes, sistemas compatibles y procedimientos estandarizados. En este contexto, la OTAN actúa como organismo normativo, promoviendo la estandarización para facilitar la integración operativa.
Aunque el desarrollo de capacidades sigue siendo una competencia soberana, la OTAN desempeña un papel central como catalizador y coordinador. A través del mencionado NDPP, la organización define colectivamente las capacidades requeridas y establece un marco estructurado para alinear las estrategias nacionales con los objetivos de la Alianza. Este proceso implica cinco fases: identificación de los requisitos comunes, establecimiento de objetivos de capacidad individuales o colectivos, asignación de responsabilidades, evaluación del cumplimiento y adaptación en función del entorno de seguridad.
La entrega de capacidades por parte de los aliados se produce mayoritariamente a través de sus propias fuerzas armadas, pero también mediante plataformas propiedad de la OTAN, financiadas de manera conjunta. Estas incluyen sistemas de vigilancia y reconocimiento, como la flota de drones AGS o los aviones AWACS. También forman parte de estas capacidades compartidas los sistemas de ciberdefensa, el suministro de combustible a través de oleoductos integrados y centros de mando y control multinacionales.
La Estructura de Mando de la OTAN es otro pilar clave, pues permite coordinar decisiones políticas y militares mediante un sistema jerárquico que garantiza fluidez en la emisión de órdenes y el control operativo.
Cuarteles generales de la OTAN
Esta estructura integra cuarteles generales, centros de entrenamiento y redes de información, ofreciendo una base para la acción colectiva. En paralelo, sistemas como el JISR (Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento Conjunto) facilitan la recopilación y análisis de información para apoyar decisiones estratégicas y operativas.
La ciberdefensa ocupa un lugar creciente en las prioridades de la Alianza. Frente a ciberamenazas cada vez más frecuentes y sofisticadas, la OTAN ha desarrollado capacidades propias como el Centro de Ciberseguridad en Mons, Bélgica, y el Centro de Operaciones del Ciberespacio, que apoyan a los mandos en el ciberespacio y protegen las redes aliadas.
El desarrollo de capacidades también se impulsa a través de la participación de los aliados en ejercicios multinacionales, misiones operativas y la contribución a unidades de alta disponibilidad como la Fuerza de Reacción Rápida de la OTAN. Además, la Alianza promueve la cooperación multinacional en adquisiciones y mantenimiento de capacidades. Este modelo facilita economías de escala y permite que países con menor base industrial accedan a capacidades compartidas. Ejemplos de ello son los Proyectos de Alta Visibilidad (HVP), como los programas conjuntos de reabastecimiento aéreo, suministro de munición de precisión o vigilancia desde el espacio. También destacan iniciativas como Starlift o Northlink para el transporte estratégico.
Paralelamente, entidades como Diana (Defence Innovation Accelerator for the North Atlantic) y el NATO Innovation Fund respaldan el desarrollo de capacidades avanzadas en nuevas tecnologías: inteligencia artificial, sistemas autónomos y ciberdefensa. La articulación con los Objetivos de Capacidades asegura que la innovación esté presente en planes concretos de despliegue y entrenamiento. Por ejemplo, algunas unidades deberán integrar drones de combate o sensores inteligentes antes de 2027.
El proceso NDPP, con sus Objetivos de Capacidades, ha sido elogiado por su visión estratégica, pero también criticado por su opacidad. Informes independientes advierten que el enfoque necesita mayor supervisión parlamentaria y claridad sobre quién financia qué y cómo se asignan prioridades.
También existe riesgo de que se prioricen capacidades tradicionales (tanques, aviones) en detrimento de la ciberseguridad, espacio o resiliencia civil. La última reformulación del NDPP intenta evitarlo integrando dominios emergentes con visibilidad en los Capability Targets.
Con la cumbre de La Haya como trampolín, la Alianza ahora debe convertir objetivos en realidad. Cada aliado presentará planes nacionales anuales, que serán revisados regularmente. En 2029 se realizará una evaluación intermedia para ajustar prioridades antes de 2035. Se espera que emergentes mecanismos presupuestarios, europeos o multilaterales, apoyen esta transformación, reduciendo el riesgo de “competencia industrial” y fragmentación tecnológica. España, con su plan de 10.500 millones de euros para alcanzar el 2% en 2025, demuestra que es posible equilibrar capacidad, innovación y cohesión social.
Punto de inflexión estratégico
Los Objetivos de Capacidades y el NATO Defence Planning Process marcan un punto de inflexión estratégico: convertir una Alianza congelada en una fuerza flexible, tecnológica y cohesionada. Pese al alcance al que se llegue este miércoles en La Haya, el verdadero reto está en su puesta en marcha: desarrollar compras ágiles, fortalecer la innovación, formar fuerzas preparadas para un entorno multidominio —desde misiles hasta ciberespacio— y garantizar que cada país, según sus posibilidades, aporte al proyecto colectivo.
Si el NDPP se ejecuta con rigor, la OTAN será más segura, móvil y resiliente. Un desafío histórico que hoy, en 2025, ha dejado de ser un anhelo para convertirse en una realidad en marcha.