El desafío del carro de combate
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El desafío del carro de combate

Carro de combate Leopardo. Foto: Ejército de Tierra
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El cuestionamiento de según qué recursos son necesarios para el desafío de afrontar una guerra en mejores condiciones que el enemigo y además hacerlo con suficiente antelación y claridad, es una constante en el planeamiento de cualquier contienda que no siempre se consigue. En el siglo XXI especialmente, donde coexisten diferentes modos de hacer la guerra con la preponderancia del conflicto híbrido. Sin salirnos de Europa, la frontera este es ejemplo de ello.

Las dudas planteadas sobre la validez del uso de los carros de combate hoy en día y en el futuro próximo, no son nuevas, sin embargo, los rumores de la posibilidad de que el Ejército británico se plantee su obsolescencia fueron noticia no hace mucho provocando cierto ruido al respecto. No sólo carros de combate sino cualquier vehículo de combate destinado al apoyo de los acorazados en primera línea de combate.

La pregunta que cabe hacerse una vez planteada la posibilidad de eliminar al carro de combate como arma ofensiva de primer orden es ¿Se ha eliminado la amenaza por la cual el tanque ha quedado obsoleto?

Un análisis desde un plano general parece indicar que no resulta conveniente apartar el carro de combate del primer orden de batalla. Generalmente los carros de combate incluyendo los vehículos de combate, como por ejemplo los del tipo Ascod, operan de manera coordinada con otras unidades terrestres y aéreas. Además de funcionar propiamente como un arma ofensiva, también proporcionan apoyo ofensivo a la infantería y caballería, y éstos (las unidades acorazadas) reciben además apoyo aéreo, por lo que parece difícil que en esta sincronía entre unos y otros se pueda prescindir del carro de combate sin desequilibrar el resto de unidades y sin haber neutralizado la amenaza por la cual son requeridos.

Poder aéreo y mejora de los sistemas antiaéreos

La alternativa al carro de combate y que suscita recurrentemente el cuestionamiento de su obsolescencia es el poder aéreo, especialmente desde las campañas aéreas de los aliados en los Balcanes. A priori, la teoría indica que, a mayor potencia de fuego desde el aire, menos fuego terrestre será necesario, pudiendo reducir la flota de vehículos de este tipo.

La potencia ofensiva de la fuerza aérea es hoy mayor que nunca, pero los aviones que la integran también son más complejos y caros que en épocas pasadas, cada vez más, y en un ejercicio totum revolutum entre un enfoque tecnológico y de marketing, han dejado de llamarse aviones de combate, cazas, cazabombarderos, por las pomposas denominaciones de Sistemas de Combate Aéreo, Futuro Sistema de Combate Aéreo, o términos por el estilo, pero que dan idea de la complejidad tecnológica que encierran.

La increible mejora y evolución de los sistemas antiaéreos han proporcionado cambios en las políticas de defensa, derivando a soluciones más conservadoras a la hora de valorar el riesgo que supone en según qué misiones el uso de aviones caza, por ejemplo.

Ha habido un cambio y evolución en los sistemas antiaéreos con una sustancial mejoría, recordemos en este punto los modelos antiaéreos S-300 y S-400 rusos (desplegados en Siria o en Crimea) o los recientes HQ-9 chinos. Ante esta situación, no parece que los miembros de la OTAN estén dispuestos a correr el riesgo de perder aviones de estas características. Por muy bajo que sea el porcentaje real de bajas, seguirá siendo inasumible la pérdida de estos aparatos, en un ambiente de guerra no declarada y con objetivos finales poco claros o difusos, por la complejidad tecnológica que conlleva.

La suposición, por tanto de que el fuego aéreo sustituye al terrestre ya no es del todo válida, por no entrar además en materia de que no resuelve la cuestión de la toma, conquista y consolidación del terreno.

Proyección de la fuerza

Ligando con lo anterior y sumando la componente colaborativa con los aliados, el carro de combate aporta valor añadido más allá de las fronteras nacionales. Una visión miope de la relevancia o no de los tanques en uno u otro ejército se suele circunscribir en la supuesta conveniencia de su uso en territorio nacional. En España ha habido también críticas en este sentido, pero todo esto se desvanece cuando hay que desarrollar misiones en el exterior.

En el caso de Reino Unido la crítica primera es evidente: es un archipiélago y por lo tanto todos los esfuerzos defensivos deben ir en ese orden, es decir, la marina y la fuerza aérea deberían ser preponderantes para la defensa británica. Sin dejar de estar de acuerdo en ello, eliminar el carro de combate de la ecuación resulta de muy excesivo pragmatismo.

En el mundo que nos ha tocado vivir la guerra es poliédrica, y nadie puede garantizar la ausencia de guerras convencionales. Los conflictos híbridos, más de moda últimamente, no han eliminado el vehículo de combate de sus funciones. Las misiones internacionales siempre estarán ahí y la frontera avanzada seguirá siendo el lugar natural del carro de combate y se deberá contar en tales cantidades, capaces de propiciar un efecto disuasorio en el enemigo.

Incluso la menos probable pero posible guerra acorazada de tanque contra tanque no sería del todo descartable, asumiendo que China y Rusia se perfilan como potenciales enemigos directos de la Alianza, y una vez vista la relativa calidad de sus productos, de lo que si son capaces son de producir cantidades ingentes de carros.

Movilidad estratégica

Pero saquemos provecho del cuestionamiento de la obsolescencia de los carros de combate asumiendo que su evolución ha de ser conforme a las doctrinas estratégicas vigentes y para ello no hay que perder de vista lo siguiente.

Movilidad estratégica. El alto poder ofensivo del carro de combate por si solo no tiene sentido si no se es capaz de garantizar la movilidad estratégica, lo que supone capacidad de mantener potencia de fuego suficiente para hacer desistir al enemigo de una ofensiva y una cadena de suministros garantizada desde el origen hasta la primera línea de combate de manera continuada hasta finalizar la contienda.

En este sentido, el carro de combate juega a la contra. La única manera de mantener o ser superior en potencia de fuego que el enemigo, asumiendo como hemos dicho en párrafos anteriores que el lugar natural del carro de combate es la frontera avanzada, es siendo efectivos en su transporte.

Difícilmente un A400M, Galaxy, o cualquier avión de transporte similar, es capaz de transportar más de cuatro carros de combate completamente listos para el combate (hablando rápido), siendo la única posibilidad de transportar una cantidad suficiente de vehículos por mar, mediante buques de proyección estratégica, con la desventaja del tiempo requerido en su empleo para llegar al teatro de operaciones.

Por acabar con el aspecto de la movilidad estratégica, garantizar la logística es fundamental. Mantener una cadena de suministros para los carros, bien sea a causa de un mantenimiento preventivo o correctivo en plena campaña bélica se antoja sumamente complejo, ya no sólo hablamos de combustible, sino de repuestos de cadenas, GMP, baterías, ruedas tractoras, tensoras, amortiguadores, todo tipo de fungibles, munición, blindajes, etc..., capacidad de llegar a primera línea y hacer el cambio de la pieza defectuosa. Todo esto es como mínimo complejo.

Conciencia situacional

La conciencia situacional es otro de los aspectos clave a mejorar en los carros de combate, precisamente para que no caigan en la obsolescencia y eso pasa por la mejora de toda la sensorización del carro, haciendo principal énfasis en los ángulos de visión evitando zonas de sombra e incluso muertas.

La mejora sustancial en este sentido viene con la visión nocturna, las cámaras térmicas y la posibilidad de mantener una visibilidad 360º desde el interior del carro. Esto nos lleva a la consideración de la amenaza, que en origen eran otros carros o vehículos, pero desde la mejora de los vehículos de combate que transportan tropas, así como las nuevas armas de la infantería, los carros de combate deben estar previstos para detectar nuevas amenazas a nivel humano y desde luego UAS armados como se está poniendo de manifiesto en el reciente conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, haciendo especial consideración en la alerta láser.

En definitiva, habría que considerar que los nuevos objetivos prioritarios para un carro de combate ahora tienen el tamaño de un ser humano en el mejor de los casos. Detectar este tipo de amenaza, especialmente de noche se antoja algo crítico y en resumidas cuentas la evolución dicta: sistemas de protección activa, visión 360º, evolución tecnológica en la sensorización, en la térmica y en la protección de las comunicaciones.

No parece, por tanto, que la vida se le acabe al Challenger 2 británico, ni a los carros en general siempre que evolucionen y tengan en cuenta las amenazas, no olvidemos que también son vulnerables. En la guerra de Siria, hemos visto como los misiles antitanque del tipo TOW o filoguiados fueron capaces de dejar inoperativos a los Leopard 2A del Ejército turco.

Terreno político

Otra cosa distinta son las malas decisiones en adquisiciones y desarrollo en materia de Defensa o incluso las decisiones políticas sin atender a las demandas de la defensa nacional y los británicos en esto no son nuevos. Las erráticas decisiones políticas, que podemos datar por el 2010 (aunque vienen de antes) en el desarrollo de los nuevos portaaviones británicos alternando diseños para un modelo bien del tipo Catobar bien del tipo STOVL sin terminar de decidirse, acabó por dar de baja el ala embarcada de Harriers sin haber entrado en servicio los F-35B.

Sin entrar en detalles, en España fue muy cuestionado el hecho del envío de BMR españoles a Afganistán al inicio de las operaciones aliadas por la falta de blindaje, defensas ante minas y artefactos de fabricación casera. Igualmente fue cuestionable la rápida e improvisada compra del vehículo RG-31 para sustituir al BMR cuando todos los analistas y responsables de seguridad sabían que el vehículo ideal para dicha misión era y es el vehículo de combate de infantería y caballería Pizarro donde en ese tipo de misiones cobraba todo el sentido del mundo.

Afortunadamente para la seguridad de nuestras tropas no se cometió el mismo error en la misión Presencia Avanzada Reforzada en Letonia donde España participa con alrededor de 300 efectivos y por primera vez con carros de combate Leopardo 2E y los VCI/C Pizarro.

EEUU no se queda atrás en las malas decisiones y frente a una gran propaganda sobre el M1 Abrahams, único carro de combate propulsado con turbina de gas, era el más rápido sobre cualquier terreno, al menos en teoría. Durante la Guerra del Golfo, en un despliegue sin precedentes, la logística fue fundamental (recordemos la movilidad estratégica y lo que ello conlleva) con vuelos diarios trayendo material de repuesto para los carros de combate (gracias a la implacable fuerza aérea aliada que dejó inoperativa a la iraquí). Con la arena del desierto, y las partículas de arena en suspensión, los álaves de las turbinas se desgastaban muy rápidamente, teniendo que sustituir las turbinas por un grupo motor-propulsor (GMP) MTU, perdiendo el aumento de velocidad que le daba la turbina.

En el caso de los británicos, también en la Guerra del Golfo el Challenger tuvo que incluir 14 modificaciones que afectaban fundamentalmente a los sistemas de filtrado y de refrigeración (No es lo mismo Europa que el desierto iraquí).

Perspectiva de Reino Unido

Es previsible que en los próximos años haya un aumento de los conflictos bélicos, no sólo de corte asimétrico sino también convencionales, la constante amenaza de Rusia, la nueva de China, la inestabilidad cada vez más preocupante en el Mediterráneo Oriental, el norte de África, el siempre equilibrio inestable de Oriente Medio e incluso el Sahel como frontera avanzada de España y Europa, sugieren que el carro de combate esté en perfecto estado de revista en previsión de lo que pueda ocurrir.

El reciente conflicto entre Armenia y Azerbaiyán pone de manifiesto que el carro de combate mantiene su protagonismo y las cada vez más cercanas fronteras de Europa con los conflictos actuales sugieren a cualquier país en general y a los europeos en particular que mantengan y modernicen su flota de carros.

En esta línea, Infodefensa.com indicaba que el negocio de los blindados aumentaría un 5,8% anual hasta 2025 y en el caso concreto de Reino Unido, la adquisición por parte del ejército británico de vehículos de combate Ajax y la disposición de modernizar el Challenger 2 alejan los fantasmas de la extinción del vehículo que nació en la IGM, al menos en el futuro próximo.

Pero un último apunte y reflexión. Decíamos al principio que Reino Unido en su condición de archipiélago debería centrar sus esfuerzos de defensa nacional en la marina y la fuerza aérea, pero que deshacerse del carro de combate como elemento ofensivo de primer orden implicaría un pragmatismo excesivo.

Apliquemos al razonamiento de la obsolescencia del carro de combate una dosis moderada de pragmatismo desde la óptica y perspectiva británica. Es cierto que Reino Unido no necesita de carros de combate o de unidades acorazadas para hacer frente a las amenazas directas o a los cometidos propios de la Defensa Nacional y aceptemos por un momento que el ruido formado por eliminar el carro de combate del ejército británico fuera precedido en conversaciones discretas con los aliados, principalmente EEUU.

Ahora, demos un salto al continente, donde se está forjando el proyecto franco-alemán MGCS (Main Ground Combat System) con el fin de sustituir a los carros Leopard y Leclerc, donde en el teatro europeo sí son necesarios para garantizar la defensa del continente.

Con el ruido formado ¿Puede que desde Londres quieran derivar la responsabilidad del apoyo con carros de combate en los aliados continentales y EEUU en cuanto a amanezas compartidas se refieren y poder centrarse, cada vez más, en la Defensa propiamente nacional? y ahora planteemos esta cuestión en clave de ahorro de costes, reducción de presupuestos, y una crisis financiera sin precedentes en una época Covid y post Covid, en un futuro incierto.



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