Uruguay y las lanchas Protector, ¿nueva etapa de las relaciones militares con EEUU?
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Uruguay y las lanchas Protector, ¿nueva etapa de las relaciones militares con EEUU?

El país busca aumentar sus vínculos en defensa con EEUU ante la atenta mirada de China, su principal socio comercial
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El pasado 1 de septiembre, en instalaciones del US Coast Guard Yard, en Baltimore, Maryland, Infodefensa.com asistió en exclusivo al embanderamiento de tres buques clase Marine Protector retirados por la Guardia Costera de Estados Unidos y transferidos a la Armada de Uruguay, en una transacción que ascendió aproximadamente a cinco millones de dólares. Estos buques, los primeros de esta clase en ser transferidos a otro país -más allá de algunos que fueron construidos originalmente para Malta y Yemen- tras su desafectación del servicio, son unidades modernas, muy efectivas y aún conforman la espina dorsal del patrullaje litoral y portuario de Estados Unidos.

Las negociaciones para la adquisición de estos buques comenzaron hace aproximadamente dos años, y luego de una interrupción causada mayoritariamente por la pandemia del Covid-19, se completaron con la entrega de las unidades después de ser completamente remozados en los astilleros de la USCG. Esta transferencia, que a nivel monetario y geoestratégico es muy pequeña, reestablece, sin embargo, una línea de cooperación entre Estados Unidos y Uruguay en materia naval, que había quedado básicamente interrumpida desde hace mas de tres décadas, luego de la recepción de dos lanchas patrulleras clase Cape, una de las cuales aun sigue navegando. 

Si bien se habían realizado pequeñas donaciones de equipamiento, fundamentalmente lanchas Metal Shark y equipo para el mantenimiento de semirrígidos, utilizando fondos GPOI (Global Peace Operations Inititative) para ser utilizados en misiones de paz bajo bandera de Naciones Unidas, esta es la primera vez que se concreta una transferencia de este tipo en muchísimos años.  

Las declaraciones realizadas tanto por el contralmirante (USCG) Douglas M. Schofield como de Mira Resnick del Departamento de Estado de Estados Unidos, remarcaron la voluntad de ese país de continuar y aumentar la colaboración con Uruguay, lo que fue refrendado por el comandante en jefe de la Armada de Uruguay, almirante Jorge Wilson, y el embajador de Uruguay ante Estados Unidos, Andrés Duran Hareau.

Wilson, acompañado por otros altos oficiales de la Armada Uruguaya, realizó una serie de visitas a altos oficiales navales incluyendo al secretario de la US Navy, Carlos del Toro, la comandante de la USCG, almirante Linda L. Fagan, y altas autoridades de la US Navy y del US Marine Corps. La intención fundamental de estas reuniones más allá de los aspectos protocolares es establecer nuevas líneas de cooperación y reforzar las existentes.

La Armada de Uruguay necesita desesperadamente de soluciones para su situación operativa, que actualmente la encuentra sin buques de guerra de ninguna clase, con apenas un puñado de buques auxiliares y de servicio activos y su capacidad de patrullaje y hasta de rescate reducidos a la mínima expresión. De estas negociaciones se espera que pueda surgir alguna novedad positiva en el corto plazo para ayudar a recuperar esa capacidades.

China y su influencia en Latinoamérica

El vacío de apoyo militar de varias decenas de años en la región abrió la puerta para que China comenzara a establecer relaciones en materia de defensa con países que históricamente dependían del material militar estadounidense. A través de donaciones y una marcada presencia política, China puso pie en la región con profusas ventas a Venezuela para luego extender su influencia a Argentina, donde instaló una base de seguimiento satelital, y ventas de aeronaves a Bolivia, entre otros. Adicionalmente, China continuamente está donando material militar a muchos países latinoamericanos, incluyendo Ecuador, Perú y Uruguay. En este ultimo caso, la reciente selección técnica de patrulleros oceánicos de origen chino para equipar a la Armada puede resultar antagónico con la intención de fortalecer los lazos de cooperación con Estados Unidos, particularmente por la compleja situación geopolítica en el Mar de China y con Taiwán.

Por otra parte, Uruguay también se encuentra negociando un tratado de libre comercio con China, su principal socio comercial, lo que coloca al país en una complejísima situación geopolítica: comprar buques chinos, por más que a Estados Unidos no le agrade, y tratar de evitar un problema con el gigantee asiático o aumentar sus lazos en materia de defensa con Washington y,  eventualmente, afectar las relaciones con el principal comprador de sus productos. A esto se suma que el presupuesto disponible para la adquisición de nuevos buques estaría muy por debajo de lo cotizado por los astilleros chinos, lo que potencialmente abriría una posibilidad de que el negocio sea inviable financieramente y dejaría abierta la puerta para algún negocio con otro país, potencialmente, Estados Unidos.

Mientras tanto China continúa con sus esfuerzos para ampliar su influencia en la región, buscando acuerdos con Argentina para ser participe del desarrollo de un canal de acceso independiente al puerto de Buenos Aires, distinto al actual y que evitaría el paso por aguas administradas por Uruguay y, eventualmente, el puerto de Montevideo, denominado Canal Magdalena. La importancia geopolítica para China de este canal radica en tener el control de las exportaciones graneleras de la región, que son de las mas abundantes del mundo.

Por su lado, Uruguay, un pequeño país de apenas 3,5 millones de habitantes, pero con una ubicación geoestratégica muy importante, como zona de entrada al continente a través de la hidrovía y cientos de miles de kilómetros de mar para proteger y usufructuar, intenta recomponer su flota naval con un magro presupuesto y condicionado por las consecuencias políticas de potenciales adquisiciones de buques. Estará en manos de los políticos la responsabilidad y habilidad para lograr obtener los medios necesarios para que la Armada Nacional pueda cumplir su misión y, a su vez, minimizar el impacto geopolítico que dichas decisiones puedan causar, logrando así el mejor beneficio tanto para la Armada como para el país en general.



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