Los desencuentros entre Dassault y Airbus retrasan diez años el FCAS
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Los desencuentros entre Dassault y Airbus retrasan diez años el FCAS

El horizonte temporal para contar con el avión de combate de sexta generación franco-germano-español se alarga hasta 2050
Dassault evidencia de nuevo su desencuentro con Airbus en el FCAS
Eric Trappier, consejero delegado de Dassault. Foto Dassault Aviation
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El horizonte de 2040 como objetivo para contar con el futuro sistema aéreo de combate (FCAS) franco-germano-español ya se queda corto. Los desencuentros que en los últimos meses están protagonizando las compañías Dassault Aviation, como líder industrial de la parte francesa, y Airbus, con el mismo papel en Alemania, a cuenta del reparto del trabajo dentro del proyecto de avión de combate de próxima generación (NGF) que contiene el programa, pasarán factura en la cuenta temporal de la iniciativa. El consejero delegado de Dassault, Eric Trappier, que recurrentemente viene señalando los desacuerdos dentro del programa, ha apuntado que, ante los retrasos derivados de estos desacuerdos empresariales, contar con el futuro desarrollo “ya es demasiado tarde para 2040. Es más probable que nos dirijamos a la década de 2050”.

El compromiso de desarrollo y producción del FCAS suponía en origen complementar y posteriormente reemplazar la actual generación de aviones de combate Eurofighter y Rafale, entre los años 2035 y 2040, lo que, según Trappier, lleva camino ahora de no ser una realidad hasta 2050. El Eurofighter es un programa europeo en el que participan Alemania, Italia, España y Reino Unido y del que la francesa Dassault Aviation se salió en su momento para desarrollar su propio avión de combate, el Rafale, que es el mayor competidor del Eurofighter.

El acuerdo entre Francia y Alemania para seguir adelante con el FCAS, que algunos expertos han visto peligrar estas semanas, está ahora más cerca, según la información recogida por Defense News. Pero la solución se va a obtener con probabilidad a costa del retraso de la obtención de las nuevas capacidades. Una fuente francesa conocedora del programa, cuya identidad prefiere mantener oculta, señala que los retrasos se deben a que los tres países socios están discutiendo quién se ocupa de cada parte, además de la demora que se produce con la votación de cada compra de defensa en el parlamento alemán.

Experiencia francesa

Las principales diferencias se han evidenciado entre Dassault y Airbus, al pretender la primera ocuparse de mayores cuotas en el desarrollo de un demostrador, aduciendo su mayor experiencia en aviones de combate, con desarrollos como el Rafale. “Simplemente estamos pidiendo a los alemanes que tengan confianza en nuestro liderazgo”, apuntó Trappier el pasado julio. Y como ejemplo de su demanda puso el avión no tripulado Eurodrone, que desarrollan Alemania, Italia, Francia y España, y en el que Airbus actúa de líder, “y no tenemos ningún problema con eso. Simplemente estamos pidiendo reciprocidad”.

Por parte de Airbus, el desacuerdo se centra principalmente en el reparto de trabajo en las áreas de controles de vuelo y sigilo, donde no admite que sea Dassault, como contratista principal del futuro avión, la que las administre sin consultarle. “Airbus no es proveedor de Dassault en este avión, sino que somos el socio principal”, ha sentenciado el director ejecutivo de Airbus Defence and Space, Michael Schoellhorn. A su juicio, Dassault socava “el espíritu de cooperación y respeto mutuo” cuando afirma que en Airbus “no sabemos nada sobre controles de vuelo de los aviones de combate”, lo que además, asegura, “es falso”.

Sin problemas con el F-35

En todo caso, según expertos y analistas consultados por Breaking Defense, la compra de F-35 a Estados Unidos por parte de Alemania no está ocasionando problemas en torno al FCAS, como algunas fuentes han apuntado.

En conjunto, el programa del futuro sistema aéreo de combate europeo está liderado por tres empresas, cada una de ellas en representación de uno de los países socios. Se trata de las citadas Airbus, por parte de Alemania; Dassault Aviation, por el lado de Francia, y la tecnológica Indra, por España.



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