​Con los pies en la Tierra: Visión crítica de la Estrategia Espacial de la UE (I)
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​Con los pies en la Tierra: Visión crítica de la Estrategia Espacial de la UE (I)

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“Europa es una potencia espacial global”. 

Con esta categórica declaración, que refleja el nivel de ambición de la Unión Europea en el espacio, da comienzo el documento European Union Space Strategy for Security and Defence, emanado de una comunicación conjunta de la Comisión y el Alto Representante de fecha 10 de marzo de 2023. 

Esta aspiración de “potencia global” quedaba también enmarcada en la revisada estrategia de la Unión Europea de 2016 (EU Global Strategy for Foreign and Security Policy). 

Asimismo, el reconocimiento de que “el espacio es crítico para la autonomía estratégica de la UE y de los estados miembros (MS)” evidencia la toma de conciencia de la necesidad de potenciar y proteger sus capacidades espaciales para asegurar la seguridad y el progreso de los ciudadanos. 

Dicha toma de conciencia se reflejó anteriormente en el documento Strategic Compass (2022) que ya definía el espacio como un “dominio estratégico” de manera análoga al reconocimiento que hizo la OTAN el 2019 del Espacio como un verdadero dominio de operaciones, al mismo nivel que el terrestre, marítimo, aéreo o ciber. 

Sin embargo, en la caracterización que realiza el documento del dominio espacial, existe una sutil divergencia con la visión de la OTAN, puesto que, para la UE, el ámbito “ciber” queda recogido como uno de los elementos integrantes del dominio espacial, al igual que los propios sistemas espaciales, órbitas, lanzadores segmento terreno y novedosamente también el “sector espacial industrial".

“Mapeado” de los riesgos espaciales y de la acción “counter–space” 

Resulta llamativo, que en un documento con tan elevado nivel de ambición y visión global, el apartado dedicado a los posibles riesgos, amenazas y desafíos en el espacio haya quedado excesivamente parco, limitándose a realizar una mera enumeración de posibles acciones hostiles en el espacio (disrupción, degradación, destrucción, denegación o engaño) y enumerar los potenciales efectos sobre las capacidades propias tales como la denegación de acceso o uso de los sistemas. 

A modo de ejemplo, la atención que otorga la Estrategia de Seguridad Aeroespacial 2019 española a los riesgos y amenazas, se constata en el rigor de análisis y la extensa taxonomía que presenta en ambas categorías, y contrasta con la superficialidad con que se aborda en el documento de la Unión. 

El estudio de detalle de riesgos y amenazas queda aplazado en forma de un mandato al organismo especializado Single Intelligence Analysis Capability (SIAC) para producir anualmente un informe clasificado, que en base al reconocido “carácter dual” del espacio, pueda servir no sólo a la componente de Defensa de la Unión sino al programa espacial de la UE de naturaleza civil gestionado por la Comisión. 

Comparativamente, respecto a otros apartados del documento, los redactores no han realizado un el mismo ejercicio de exhaustividad, en el análisis de riesgos y en las acciones derivadas del conocimiento de los mismos y sobre todo del bloque del documento dedicado al diseño de mecanismos de respuesta donde sí que se alcanza un mayor nivel de profundidad coherente con la visión estratégica. 

En cambio, este ejercicio de exhaustividad, si se refleja en el bloque dedicado a la Potenciación de la resiliencia y la protección de sistemas y servicios espaciales de la UE.

En este caso, la visión global del documento, conduce a agrupar en este epígrafe aspectos tan variados como el marco normativo, la soberanía tecnológica, respuesta a riesgos, y desarrollo de capacidades, incluido el acceso autónomo al espacio. 

En el aspecto normativo, la UE se muestra favorable a promover una “legislación espacial” y a realizar esfuerzos para reforzar la protección de sistemas y los mecanismos de respuesta ante incidentes de seguridad. 

Las entidades responsables en ambos casos son respectivamente, la Comisión, y la Agencia Espacial de la Unión Europea (EUSPA) en este último caso atribuyéndole la posible responsabilidad de velar por la seguridad de todos los programas de la UE, en base a la experiencia adquirida en los programas de naturaleza civil, tales como Galileo y Copérnico. 

Con el fin de garantizar la resiliencia se establece una llamada a la creación de un Centro de Análisis de Incidentes de Ciberseguridad (ISAC) que pueda integrar necesidades del sector comercial incluido el denominado New Space y las potencialidades de la Agencia Espacial Europea (ESA). 

El desarrollo de un marco normativo (Space Law) parece ser más un desiderátum que un fin alcanzable de desarrollar normas con carácter coercitivo. Sería menos ambicioso, pero más practicable promover un catálogo de buenas prácticas y de recomendaciones y de asegurar la armonización de estándares con las organizaciones como la OTAN, tal como establece el propio documento en otros apartados. 

En cuanto al objetivo de “reforzar la autonomía tecnológica” del sector espacial, se observa cierto pragmatismo a la hora de aunar esfuerzos por vía de la creación de una Joint Task Force (JTF) que incluya a los actores clave, tanto en el ámbito militar (EDA) como en el ámbito civil (EUSPA, ESA) para promover un “observatorio de tecnologías críticas” teniendo en cuenta la declarada dualidad del dominio espacial. 

También se desprende pragmatismo y coherencia a la hora de promover la programación conjunta de mecanismos de financiación estructurados en el European Defence Fund (EDF), Horizon Europe, Programa Espacial Europeo (civil), con el fin de obtener convergencia y sinergias que aseguren la resiliencia de la capacidad espacial de la UE. El mayor obstáculo en este sentido, será alinear los objetivos y los procesos de toma de decisión de los diferentes organismos de la UE con responsabilidades y recursos dedicados al sector espacial y con agendas específicas no siempre convergentes. 

La redacción del bloque dedicado a la Respuesta a los riesgos espaciales refleja por su parte, un mayor nivel de definición y de estructuración de los diferentes mecanismos de respuesta, si bien, como se apuntó al inicio, el análisis de los mismos se ha diferido a un ulterior momento y no emana directamente de la Estrategia Espacial Europea de Seguridad y Defensa. 

La articulación de las vías de respuesta se basa en la definición de la “conciencia del dominio espacial” o Space Domain Awarness (SDA), entendida como la “detección, identificación, caracterización y atribución de los objetos espaciales de interés en tiempo real, describiendo y comprendiendo su comportamiento”. 

La asunción del concepto SDA, superando los de Space Situational Awareness (SSA) y Space Surveillance and Tracking (SST), propios del ámbito espacial civil denota una pretendida asertividad de la Unión, orientada a ser no sólo un actor, sino una verdadera potencia en el dominio espacial en cuanto a seguridad y defensa.

Así, de nuevo se constata un esfuerzo por sincronizar los mecanismos de conocimiento y de respuesta al declarar la conveniencia de aunar esfuerzos entre la componente civil de la Unión, consistente en la Space Threat Response Architecture, dependiente del Servicio de Acción Exterior (EEAS), y la componente de defensa, proveedora de servicios SDA, alimentado con los recursos que puedan aportar los Estados miembros. 

La acción más concreta que se recoge en este epígrafe es la realización de ejercicios que integren capacidades civiles, militares de la Unión y de los estados Miembro para reforzar los intercambios de información y potenciar los no vagamente definidos “mecanismos de solidaridad”.




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