El canciller alemán, Friedrich Merz, cena este jueves con el presidente francés, Emmanuel Macron, en Bregançon, al este de Marsella, en medio de un nuevo desencuentro entre los dos países en torno al ambicioso programa de Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), en el que también participa España. Pese al acuerdo previo de tratar de encontrar una solución antes de esta cita, que precede a la que los gobiernos de ambos países va a celebrar el viernes en la cercana Tolón, el momento va a retrasarse hasta finales de este año. Un documento del Ministerio de Defensa alemán conocido ahora revela este punto y, sobre todo, culpa a la industria francesa del bloqueo que está experimentando el proyecto, valorado en decenas de miles de millones de euros y que persigue contar con un avión de combate de sexta generación y todo un avanzado sistema de defensa en su entorno (drones, nube de combate, etc.) hacia 2040.
La exigencia francesa de acaparar el liderazgo exclusivo de la parte del proyecto centrada en el futuro caza impide el avance de los trabajos, según recoge el documento, al que ha tenido acceso la agencia británica Reuters. El mes pasado ya trascendió el interés francés por hacerse con el 80% del avión de combate de nueva generación del programa FCAS.
Esa pretensión llegó como colofón a la posición que desde hace tiempo ha estado esgrimiendo el consejero delegado del fabricante francés Dassault Aviation, Eric Trappier, afirmando que su empresa tiene la capacidad de enfrentar el proyecto del futuro avión en solitario, por la experiencia que cuenta en el sector, por encima de sus socios alemanes y españoles. De ahí la reclamación de un mayor protagonismo en el NGF (siglas de Avión de Combate de Nueva Generación, que es como es conocida esta parte nuclear del FCAS) lo que rompe el reparto inicialmente asignado de cuotas.
Parón y retraso
El texto del informe del Ministerio de Defensa alemán, que fue enviado el pasado viernes a los miembros de la comisión de presupuestos del Parlamento de ese país, no cita a Dassault Aviation (líder industrial del FCAS por parte de Francia), pero sí alude a la industria francesa. Si ésta logra sus aspiraciones en el programa, concluye el documento, la industria alemana experimentará graves consecuencias en su participación e incluso se verán comprometidas las capacidades del futuro avión.
Las pretensiones francesas de liderar esta parte clave del programa ya llevó hace unos años a paralizarlo durante meses, en el marco de un complicado reparto de papeles sobre todo con Airbus, que lidera la parte industrial por parte de Alemania (por España la encabeza Indra). Ese parón, que aparentemente concluyó en diciembre de 2022 con la renovación del acuerdo, llevó a atrasar hasta 2040 la expectativa de contar con el futuro sistema operativo.
El pretendido protagonismo francés no ha dejado de incomodar desde entonces a sus otros dos socios del programa FCAS. París da periódicamente señales de que es capaz de buscar su propia solución de sexta generación, sin compartirla con ningún otro país, como quedó patente en 2023 cuando se presentó el plan de modernización del caza Rafale, que en el futuro podrá operar con la aeronave no tripulada Neuron, de modo que Francia obtendrá una década antes, en torno a 2030, capacidades muy similares a las previstas en el FCAS.
Bélgica entra en escena
Con esta baza, Dassault avala su pretensión de liderar el pilar del programa centrado en el NGF, en una aspiración a la que el Gobierno del país le apoya, de acuerdo con la información recogida por la prensa alemana. Eric Trappier, máximo responsable de la compañía francesa, acumula una larga lista de declaraciones sembrando dudas sobre la posible continuidad del programa franco-germano-español. Un ejemplo reciente son sus críticas a Bélgica, que en medio de esta última disputa en torno al FCAS alimentó hace un mes las esperanzas al revelar su intención de entrar en el programa “lo antes posible”. Trappier respondió a este anuncio señalando que el proyecto belga de adquirir más aviones de combate de quinta generación estadounidenses F-35, que también acaba de dar a conocer el país, le impide entrar en el FCAS, lo que ha llevado a Bruselas a anunciar que revaluará su papel previsto en el programa europeo.
El FCAS está liderado por las compañías Airbus, como principal socio industrial de Alemania en el proyecto; Dassault Aviation, por parte de Francia, e Indra, por el lado español. En un segundo nivel también están implicados los proveedores de motores Safran, de Francia; MTU Aero, de Alemania, e ITP Aero, de España, y las compañías de electrónica y sensores Thales (Francia), y Hensoldt (Alemania) y la misilística MBDA, propiedad de la británica BAE Systems, la franco-germana, y en menor medida española, Airbus, y la italiana Leonardo.