Irán es copropietaria del fabricante alemán de submarinos israelíes

Los submarinos de la clase Dolphin que Alemania construye para Israel vuelven a levantar titulares críticos en Israel. Hace unos días saltó a las páginas de los rotativos locales la investigación que iba a abrirse al primer ministro del país, Benjamin Netanyahu, en torno a su intención de adquirir tres unidades más de estos buques, hasta completar una flota de nueve submarinos. La posible “irregularidad administrativa” que se va a estudiar parte del hecho de que el abogado personal de Netanyahu, David Shimron, representa también a la compañía alemana ThyssenKrupp, fabricante de las naves, como publicó Infodefensa.com.

Ahora, el periódico israelí con más tirada, Yediot Aharonot, ha revelado que ThyssenKrupp mantiene un 4,5 por ciento de sus acciones en manos del Estado de Irán, enemigo declarado de Tel Aviv. “Irán es socia en la empresa que vende submarinos a Israel”, publicó en portada el diario la semana pasada.

La información ha sido ratificada por el Ministerio de Defensa israelí, que ha reconocido que conocía desde hace más de una década la participación de una empresa estatal iraní –en concreto la Compañía de Inversiones Extranjeras, IFIC– en la constructora naval alemana.

De acuerdo con Yediot Aharonot, la estatal IFIC contaba hace menos de 40 años con casi una cuarta parte del accionariado de Thyssenkrupp, aunque en aquel momento esta última aún no controlaba HDW, la fabricante de los Dolphin. Sin embargo, cuando esta última pasó a formar parte del grupo, en 2005, la firma canalizadora de inversiones iraníes en el extranjero aún mantenía un 7,8 por ciento de las participaciones de la firma alemana. A día de hoy el peso de Teherán dentro de la empresa es del 4,5 por ciento, después de las presiones ejercidas en su momento por el entonces presidente estadounidense George W. Bush.

En una primera instancia las autoridades de la defensa de Israel negaron estar al tanto estas circunstancias, pero posteriormente reconocieron, tras lo que denominó como un “examen exhaustivo”, que sí tenían conocimiento de la participación de Teherán en la firma alemana.

Los submarinos de la clase Dolphin llevan dos décadas desarrollándose gracias a un programa de cooperación estratégica suscrito entre Israel y Alemania por el que el segundo se encarga de su construcción siguiendo las especificaciones de diseño del primero, además de incluir sistemas de mando y control israelíes.

La construcción de las dos primeras naves de la serie fue financiada por Alemania y la del tercero se dividió a partes iguales entre ambos países. En el cuarto y el quinto el capital germano ha procurado alrededor de un tercio de los costes. Para el sexto, Berlín firmó un acuerdo en 2014 con el que cubrir unos 135 millones de euros de una compra valorada en más de 600 millones.

La adquisición prevista de otras tres unidades conlleva un coste estimado en 1.300 millones de dólares (unos 1.200 millones de euros). De producirse se incluirá en el contrato de los seis submarinos anteriores, cuya última unidad está previsto entregar el año que viene. La nueva compra, si llega a producirse, también será financiada en parte por los contribuyentes alemanes en virtud a la política germana de apoyo a la defensa de Israel.

El Dolphin es un buque de 68 metros de eslora y 2.400 toneladas sumergido, capaz de transportar 16 torpedos y misiles de crucero y del que se cree que tienen un radio de acción de hasta 1.500 kilómetros, además de contar con capacidad para disparar misiles con cabezas nucleares.

Imagen: ThussenKrupp