La reprogramación de los PEA,s: ni contigo ni sin ti
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La reprogramación de los PEA,s: ni contigo ni sin ti

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(Infodefensa.com) Por Antonio Fonfría - No se preocupe, apreciado lector, no voy a dar más cifras. Habitualmente nos centramos en el contenido numérico de los recortes, pero dejamos más de soslayo los aspectos realmente importantes. Quiero comenzar estando de acuerdo con el Secretario de Estado en su intervención en la Comisión de Defensa de ayer, en la que dice que la situación financiera del Ministerio ha llegado a ser insostenible. Pero esto hay que matizarlo. Es insostenible debido a que los pagos comprometidos por la adquisición de los diversos programas son muy elevados y desde su concepción se conculcó el más elemental de los principios económico-financieros: el de la precaución. Máxime cuando se trata de dinero público y de programas a muy largo plazo. Y esto es achacable a los sucesivos gobiernos. Pero también es insostenible a causa de las reducciones presupuestarias que se están realizando y que no consideran la situación más allá de la repetición del mantra de reducción del déficit público a toda costa.

También estoy de acuerdo con el Secretario de Estado en que no se ha hecho gran cosa hasta ahora para aliviar la situación financiera del Ministerio, igualmente por parte de ningún gobierno. El estudio realizado por el anterior SEDEF está muy bien, es útil, incluso lo utiliza e incorpora a sus argumentos en su comparecencia de ayer –deja abierta la puerta a la condonación de deuda-, pero efectivamente, habría sido más adecuado que se hubiese realizado y aplicado al principio de la anterior legislatura y no al final.

Sigo de acuerdo en otros argumentos expuestos, como son la necesidad de recuperar la credibilidad internacional de España, ya que la mayor parte de la deuda se ha contraído en los programas internacionales; en evitar penalizaciones y sanciones derivadas de los impagos (aunque el Ministerio suele utilizarlas con las empresas que incumplen sus compromisos) y, finalmente, con el “riesgo para el futuro de la industria del sector, que proporciona 20.000 empleos directos, el doble indirectos” –extraído textualmente de la comparecencia del SEDEF- . Sin embargo, el riesgo se convierte en hecho cierto al reducir en un 11,5% el montante de los contratos. Las empresas han de valorar la situación, pero salvo para aquellos programas cuya variación es cero o muy pequeña (o ven elevada la cuantía), para el resto no parece ser muy halagüeño el panorama.

La actual situación implica “que nuestra reconducción ha supuesto reducción de unidades y retraso en entregas; pero ha supuesto sobre todo la revisión de los sistemas incluidos, el sostenimiento, y el apoyo logístico en los programas” -extraído textualmente de la comparecencia del SEDEF-. Es acertado, pero no parece que ligue bien con “no excluirá la necesidad de lograr financiación extraordinaria anual, pero ésta será más pequeña y conocida de antemano” – también extraído textualmente de la comparecencia-. Por tanto, se reconoce de nuevo la falta de capacidad financiera del Ministerio y la necesidad de acudir a vías de financiación extraordinarias, como se hizo el año pasado.

Realmente no alcanzo a entender los motivos por los cuales en lugar de un parche mayor o menor, no se atiende de manera completa a las necesidades globales. Esta situación, obviamente, no ayuda a realizar una política industrial clara con el timón bien orientado y tampoco a establecer unos presupuestos que atiendan a las necesidades reales. Lleva de nuevo a tener que buscar las puertas traseras para financiar, en definitiva, las vías de no exponer claramente cuál es el gasto en defensa.

Hay una cuestión que parece necesario subrayar: las renuncias que se hacen a partir de la reestructuración. Es decir, o hasta ahora se habían planificado unas necesidades excesivas para lo que requiere la defensa española o, por el contrario, a partir de ahora nos vamos a encontrar con una capacidad militar general que no va a ser suficiente para enfrentar los riesgos y las amenazas que aparecen en el listado de la actual estrategia de seguridad que será sustituida en breve. Un par de argumentos suelen tratar de explicar este asunto, sin demasiado éxito:

-         En el momento de la firma de los correspondientes contratos las necesidades eran diferentes a las actuales. Entonces, a partir de este argumento, la reprogramación sería la manera de admitir que los equipos que se están adquiriendo ya no son útiles, como cuando se contrataron, y por ende, su colocación en otros países que se enfrenten a riesgos y amenazas similares a los de España va a ser complicada. Esta situación reduce el número de posibles clientes.

-         El número de unidades que se plantea adquirir a la firma del contrato, en el caso de los programas de corte internacional, no respondía a las necesidades reales de las Fuerzas Armadas, sino a otro tipo de argumentos, como el porcentaje de participación en el consorcio o la capacidad para atraer el ensamblaje o una parte importante de la producción a territorio español. En definitiva, una forma de hacer política industrial, aunque excesivamente cara y poco eficiente.

Además, como se ha expuesto, no hay garantías de que se pueda exportar el conjunto de unidades de cada programa que se expresa en la comparecencia del SEDEF. Ya se han sufrido varios fallidos en este sentido en los últimos meses. De nuevo el riesgo para la industria es elevado. Si se aplica el contra factual, es decir si no llegasen a exportar los equipos, ¿qué ocurriría? ¿En qué situación se encontraría la industria? ¿Cómo se justificarían los miles de millones de euros invertidos en los últimos 20 o 25 años en la industria de defensa?

En realidad, el efecto más negativo lo sufriría la pléyade de PYME´s que suministran a los contratistas principales y que dependen sustancialmente de las demandas de estos. Pero también es necesario considerar que las empresas españolas de la industria de defensa mantienen un porcentaje de sus ventas fuera del mercado militar, que ronda el 90-93% en media y que, salvo excepciones, esto es, en el caso de las empresas líderes -no más de una docena-, para las que la parte militar de su negocio puede suponer al menos un 25%, los efectos más importantes son claramente indirectos.

Tampoco parece muy adecuado el argumento utilizado en la comparecencia de que no somos los únicos que hacemos esta política de exportación de “sobrantes”. Mal de muchos… no es un argumento. Quizá sería más constructivo y útil aportar un importante rasgo de transparencia diciendo, por ejemplo, que el coste del programa de submarinos, particularmente el del S-80, sí se incrementa sustancialmente. No me refiero al incremento de coste que suponen los problemas técnicos que viene padeciendo, que también, sino a un coste adicional derivado, en palabras del SEDEF, de que “el retraso en este programa debe cubrirse con las unidades actuales, lo qud obliga a realizar la gran carena del S74 Tramontana, en los astilleros de Navantia”. Por tanto, el coste de la gran carena es directamente imputable al programa S-80.

Por último, no queda claro en la comparecencia cuál es la estrategia de la adquisición de nuevos equipos que cubran las necesidades de las FAS de cara al futuro. Posiblemente no es el tema principal de la misma, pero se menciona en ella cuando se dice que se trata de ajustar la reprogramación con el planeamiento, pero quizá, no debería ser “buscando los huecos financieros necesarios para abordar nuevas adquisiciones”. Realmente, a la industria no parece que esto le vaya a dejar muy tranquila.

En definitiva, como de costumbre en los últimos tres decenios, cualquier buena oportunidad para cambiar el estado de las cosas es susceptible de ser desaprovechada.

Antonio Fonfría es profesor de Economía Aplicada y director del Máster en Logística y Gestión Económica de la Defensa en la Universidad Complutense de Madrid.



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