En los últimos días trascendieron los datos de la Rendición de Cuentas Anual del Gobierno uruguayo correspondientes al período 2024. El reporte refleja que si bien las tres fuerzas mostraron condiciones operativas complejas, con serias limitaciones presupuestarias y carencias de material, la Fuerza Aérea Uruguaya se destaca por una situación crítica, al borde de la inoperancia total.
De una flota total de cerca de 78 aeronaves, entre las que se encuentran unidades que definitivamente no van a volver a volar nunca, apenas el 25 % se encuentra en condiciones operativas, y resto está fuera de servicio. De las 11.800 horas de vuelo planeadas, apenas se cumplieron 7.383. La tendencia a la baja, no solamente en cantidad de unidades sino también en su operatividad deja a la fuerza al borde de ser una institución meramente nominal, casi sin aeronaves, no solamente de combate, sino de todos los tipos.
Operativdad 2024
De 17 aeronaves de combate, número que seguramente incluye 12 antiguos Cessna A-37B Dragonfly de los que apenas seis estaban de una manera u otra en orden de vuelo y cinco entrenadores avanzados Pilatus PC-7U Turbo Trainer, hay solamente tres operativos: un A-37B y dos PC-7U. De nueve naves de transporte, solámente tres, un Lockheed Martin KC-130 Hercules y dos CASA C-212 Aviocar. De 13 helicópteros —que probablemente aún incluyen algunos Bell UH-1H Iroquois desprogramados recientemente— apenas dos vuelan, probablemente un Airbus Helicopters AS-365 Dauphin y un Bell 212 Twin Huey. En aeronaves de enlace, siete están operativas de un total de 19; y de entrenamiento, cinco de 19. La recepción de seis Embraer A-29N Súper Tucano desde Brasil, a razón de dos por año comenzando en 2025, se supone que paliará un poco este déficit, pero también implica la baja de los A-37B, reduciendo nuevamente el nivel de aeronaves totales a cifras mínimas.
En el caso de la Armada, no pudo cumplir con su meta de tener al menos un día un buque navegando en la plataforma continental por carecer de buques operativos con esas capacidades y se navegaron 67.000 millas náuticas en 302 días de operación. Si bien se recibieron algunas unidades, como el patrullero rápido clase Chamsuri de Corea, los tres guardacostas clase Marine Protector de Estados Unidos o el buque científico Mt Mitchell del mismo origen, lo que ayudó a recuperar algunas capacidades, se encuentra la patrulla oceánica, situación que se espera mejore con la llegada de los nuevos OPV.
Por su parte, el Ejército mantiene los mejores niveles de apresto de las tres fuerzas, debido a sus características y material, lo que permite sostener una infraestructura extensa con relativamente menor erogación y complejidad en el mantenimiento de su material.
La destrucción política de las Fuerza Armadas Uruguayas
Estas cifras, brutales en su honestidad y que presentan una cruda realidad, son testimonio de múltiples gobiernos, de todos los partidos políticos, que sistemáticamente han ignorado y desmantelado a las Fuerzas Armadas de Uruguay. Mientras el partido político de turno se rasga las vestiduras echándole la culpa a su antecesor por los magros resultados de gestión previa, la realidad es que año a año, período tras período, las cifras continúan deteriorandose a niveles increíbles. La falta de presupuesto, de una concienciación de la población general con respecto a la necesidad de mantener fuerzas armadas correctamente equipadas y con salarios dignos y la continua estigmatización del militar uruguayo, basado en prejuicios de hechos que sucedieron hace cinco décadas, son el pesado lastre que ha llevado a las fuerzas armadas uruguayas al borde de su extinción, y que muchas de sus capacidades, ahora perdidas, sean imposibles de recuperar.
En los últimos años, las tres fuerzas han ido dejando por el camino capacidades y han sufrido un proceso de desmilitarización, convirtiéndose en fuerzas con un perfil más policial que militar, en una tendencia que hoy en día parece imposible de revertir. El Ejército ha perdido sus capacidades misilísticas antitanque, no tiene tanques de guerra ni medianos ni ligeros capaces de operar por falta de munición o simplemente por la inexistencia de ella, carece de capacidades antiaéreas modernas —incluyendo antidron— y está siendo relegado a ser una fuerza de control de fronteras, con una capacidad de combate nominal resumida en armamento de tubo, sin sistemas misilisticos de ningún tipo y sin tanques o misiles.
La Armada Nacional carece de buques de guerra, perdiendo todas sus capacidades bélicas con la desprogramación de sus fragatas, incluyendo cañones de alto calibre, quedando relegado su armamento a sistemas de tubo como máximo de 40mm, sin sistemas misilísticos o antisubmarinos. No posee capacidades reales antiaéreas o antibuque. Es una fuerza de características más similares a una Guardia Costera con limitada capacidad, por ahora y hasta la llegada de los OPV, de patrulla en aguas azules.
En el caso de la Fuerza Aérea, que otrora tuvo múltiples escuadrones de combate equipados con aviones de ataque y reactores de caza, actualmente tiene un único avión de combate "puro" disponible, junto a un par de entrenadores avanzados con limitada capacidad de armamento. No posee capacidades de interdicción de ningún tipo, muy limitadas capacidades de ataque y dispone de algunos aviones de transporte y helicópteros dedicados más a tareas de ambulancia y traslado de órganos que militares. La Fuerza como tal se ha convertido en una sombra de lo que supo ser, concentrándose en tareas secundarias y básicamente sin ninguna capacidad bélica.
Esta situación, en la medida que la clase política no reconozca la necesidad de fuerzas armadas capaces de cumplir con el mandato constitucional y la provea de los elementos, tanto a nivel de material como salarial, parece tener condenadas a las fuerzas armadas uruguayas a desaparecer, algo que de continuar este camino, será inminente en el corto plazo.