La Casa Blanca ha reiterado este jueves su respaldo al nuevo umbral de gasto en defensa propuesto en el seno de la OTAN, que plantea que cada país aliado destine un 5 % de su Producto Interior Bruto (PIB) a políticas de defensa. Esta insistencia se produce después de que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, haya trasladado formalmente al secretario general de la Alianza, Mark Rutte, su rechazo a asumir ese compromiso.
En declaraciones a la prensa, la secretaria de comunicación de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, subrayó que la postura de Estados Unidos es clara: todos los países miembros, incluida España, deben aumentar su esfuerzo presupuestario en el ámbito de la defensa hasta alcanzar el umbral del 5 % del PIB. “El presidente quiere que todos los países europeos cumplan con su parte justa”, afirmó Leavitt, en alusión a Donald Trump, a quien dio por plenamente alineado con esta exigencia en caso de un retorno a la Casa Blanca.
La portavoz de la administración estadounidense defendió que dicho porcentaje es razonable, especialmente si se considera la inversión sostenida que ha realizado Estados Unidos en las últimas décadas para garantizar la seguridad común. “Los contribuyentes estadounidenses han puesto miles de millones de dólares sobre la mesa para apoyar nuestros intereses compartidos y nuestra defensa colectiva. Pedir a los demás aliados que asuman su responsabilidad no solo es justo, sino necesario”, afirmó.
Leavitt evitó comentar directamente la postura del Gobierno español, aunque sí aseguró que el presidente estadounidense, una vez esté plenamente al tanto, “dejará clara su posición sobre el papel que espera de España”.
Estas declaraciones llegan después de que Pedro Sánchez haya remitido una carta al secretario general de la OTAN en la que expresa abiertamente su negativa a adherirse al objetivo del 5 %. En el escrito, al que ha tenido acceso la prensa española, el jefe del Ejecutivo argumenta que esta propuesta es “irracional y contraproducente” para España y solicita que la declaración final de la cumbre de la OTAN —que se celebrará en La Haya los próximos 24 y 25 de junio— incluya una formulación más flexible.
En concreto, Sánchez propone dos posibles alternativas: o bien dejar claro que el umbral del 5 % no es obligatorio, sino un objetivo orientativo, o bien establecer una cláusula que permita a España quedar excluida de su aplicación. En su carta, el presidente español alega que asumir ese nivel de gasto pondría en riesgo el modelo de estado del bienestar y los equilibrios presupuestarios nacionales. “Es incompatible con nuestra visión del mundo y con las prioridades que defendemos como país”, argumenta.
Sánchez también reivindica el derecho de cada gobierno a decidir si realiza o no determinados ajustes o sacrificios, como podrían ser un aumento de la presión fiscal sobre las clases medias o una reducción del gasto público en sanidad, educación o pensiones. A su juicio, someterse a una meta fija del 5 % en gasto de defensa obligaría a España a elegir entre seguridad y cohesión social, algo que considera inaceptable.
La tensión en torno a este asunto se ha intensificado en los días previos a la próxima cumbre de líderes aliados, porque varios Estados miembros consideran insuficiente el nivel actual de aportaciones y reclaman una mayor implicación financiera de los socios europeos.
Aunque la propuesta aún no cuenta con un consenso pleno, ha ganado peso en los círculos políticos y diplomáticos de la Alianza, en parte como respuesta al incremento de la amenaza rusa, al deterioro de la situación de seguridad en flancos como el Este o el Sahel, y al debate sobre la “carga desigual” entre Estados Unidos y el resto de miembros.
El Ejecutivo español defiende además que el compromiso con la defensa colectiva de la OTAN debe medirse no solo por el gasto, sino también por la implicación en misiones internacionales, la disponibilidad operativa de las fuerzas armadas o la participación activa en programas industriales y tecnológicos. En este sentido, España mantiene desplegados más de 3.000 militares en misiones de la Alianza y de Naciones Unidas, participa en operaciones de disuasión en el flanco este y ha reforzado su presencia en escenarios clave como Letonia, Rumanía, el Mediterráneo o el Báltico.