La flota de aviones de combate de quinta generación F-35 de Reino Unido, que hasta el momento está únicamente compuesta por aparatos de despegue corto y aterrizaje vertical (STVOL), sumará una docena de cazas de la versión convencional. De este modo, a los más de 70 F-35B que tiene previsto recibir el país, tanto para su fuerza aérea (RAF) como por su Armada (Royal Navy), se sumarán 12 F-35A. Con estos últimos, Londres busca disponer de su capacidad para portar armas nucleares.
De este modo, la disuasión nuclear británica dejará de ceñirse al ámbito marítimo, donde dispone de submarinos capaces de portar y lanzar este tipo de armas, y pasará a completarse con vectores aéreos.
Hace tres meses, las autoridades británicas salieron al paso del distanciamiento que países como Canadá y Portugal protagonizaron del F-35, como respuesta a la agresiva política de Trump, confirmando su compromiso con este programa, al que continuará proporcionando soporte de equipos para la flota mundial de estos aparatos hasta al menos el año 2069.
En esa fecha, dentro de casi 45 años, se reveló entonces que estaba previsto que la aeronave se retire del servicio en las fuerzas armadas de Reino Unido. Así lo apuntó en el Parlamento británico la ministra de Adquisiciones de Defensa del Reino Unido (cargo equivalente a secretaria de Estado en España), María Eagle, al responder a una pregunta del también parlamentario de su partido (Laboralista) Navendu Mishra sobre el impacto de la retirada de los aviones de combate Eurofighter Typhoon del denominado Tramo 1, el más antiguos de los fabricados.
En torno al 15% de la producción del F-35, medido por su valor global, tiene lugar en empresas británicas, según la información facilitada por el Ministerio de Defensa del país. En palabras de Eagle, “este soporte de fabricación y equipo incluye más de cien proveedores con sede en el Reino Unido y ha creado más de 20.000 empleos en el Reino Unido".
Eagle afirmó que el apoyo británico al programa F-35 continuará, “probablemente”, más allá del momento en el que la aeronave será retirada por las fuerzas armadas del país, y potencialmente más tiempo que la duración de la implicación de otras naciones que también operan el avión.
En la actualidad, en torno a 1.800 empleados de la planta que la compañía británica BAE Systems tiene en Samlesbury, al noroeste del país, están dedicados a la producción de subsistemas del F-35. La responsable de adquisiciones de defensa ha insistido en el compromiso del Gobierno británico en “mantener empleos y experiencia dentro del sector aeroespacial del Reino Unido, asegurando que la industria británica continúe beneficiándose del programa multidécada F-35”.