El impacto industrial del programa Dragón y las lecciones que deben ser aprendidas
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El impacto industrial del programa Dragón y las lecciones que deben ser aprendidas

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El programa Vehículo de Combate sobre Ruedas (VCR) es el del mayor importe de la historia del Ejército español, incluso por encima de los 235 carros Leopard, aunque este contrato se firmó hace veinte años; sin embargo, en términos industriales y tecnológicos para España éste es el contrato más importante de la historia militar moderna.

El primer y más importante efecto de este contrato es operacional. La movilidad del Ejército estaba basada en vehículos Blindados Medios sobre Ruedas (BMR) diseñados a mediados de los años setenta con un peso de unas quince toneladas; los M-113 de ayuda norteamericana y los Pizarros, diseñados a comienzos de los años noventa. Para suplir las necesidades operativas derivadas de los numerosos conflictos militares en los que España se ha envuelto desde Bosnia, se tuvieron que buscar soluciones transitorias, que fueron retrasando la toma de una decisión imprescindible como era adquirir una nueva plataforma multipropósito. Sin duda, este vehículo por su versatilidad promoverá la mayor transformación de nuestro ejército de las últimas décadas.

El segundo impacto es industrial. Sobre la base de la plataforma Piraña V, se ha diseñado un nuevo vehículo basado en los requerimientos del ejército español, es decir de una potencia militar. Se incorporan elementos muy novedosos como la transmisión, los sistemas de protección, las estaciones remotas, y la arquitectura de mando y control. Estos cambios, financiados por el gobierno español, han convertido a esta plataforma en un formidable vehículo muy superior a sus rivales franceses y alemanes, y con una proyección hacia el mercado norteamericano enorme.

Desde el punto de vista del empleo, el programa dará empleo directo a 754 personas y de forma indirecta a 1170 empleados de empresas subcontratistas; más de doscientas compañías formarán parte de la cadena de suministro del programa VCR. Este contrato ha llegado en un momento crítico para los proveedores de mecanizados, de componentes, cableado etc. que están siendo tremendamente golpeados por el colapso del sector aeronáutico. Decenas de empresas se han salvado de su desaparición gracias a la decisión del Gobierno de abordar de manera definitiva en unos tiempos tan complicados este programa. La experiencia y la historia nos demuestran que las industrias que se cierran ya nunca llegan a reabrir.

En cuanto al impacto empresarial, el consorcio industrial que gestionará el contrato constituye la columna vertebral del sector de la automoción militar en España. El indudable liderazgo de General Dynamics European Land Systems (GDELS) como integrador y autoridad de diseño de la plataforma, no sólo reafirma su posición como la principal empresa europea de vehículos militares, sino que garantiza su continuidad en España. Un retraso de unos años en este programa hubiera abocado a la empresa a una casi extinción, además de que hubiera significado perder el liderazgo de la división europea que ostenta España, y que fue un caballo de batalla del gobierno y la empresa española desde su integración en General Dynamics. Para Indra, ante las dudas y retrasos que implican los programas aeronáuticos europeos esenciales, la llegada de este programa es esencial para mantener su liderazgo en la industria española de defensa; una empresa que tras años de cotizar en bolsa debe ya normalizar su situación generando dividendos para sus sufridos accionistas, que apuestan por la piedra angular de la tecnología del siglo XXI en España. El Gobierno no debería desaprovechar los nuevos contratos navales y éste que comento, para, partiendo de su posición de accionista de referencia en ambas empresas, abordar la creación de una gran compañía de defensa que pudiera recuperar incluso algunas capacidades perdidas como la de motores de aviación.

SAPA, que ha realizado un esfuerzo de innovación como muy pocas empresas en el sector han hecho, teniendo en cuenta sus recursos y dificultades. Su aportación al programa es uno de los aspectos mas novedosos, y que producirá efectos a medio y largo plazo en otros programas internacionales, especialmente en el mercado norteamericano. Finalmente, Escribano, quizás la historia de éxito más fulgurante de la reciente historia de la industria española. De un excelente taller de mecanizados en Mejorada hace apenas doce años a no sólo codearse con los grandes en España, sino con una capacidad de innovación e internacionalización, que le señalan como una de las empresas más atractivas para invertir ante la previsible salida de su inversor financiero el año que viene.

El Gobierno se ha enmendado la plana respecto de los errores en la política industrial cometidos a finales de la década pasada, cuando se decidió dejar el futuro de nuestra industria a unas reglas de mercado europeo que sólo podrían, por nuestras circunstancias perjudicarnos. La salvaguarda y promoción de nuestras capacidades industriales de defensa, son un factor clave de nuestra política de seguridad, y los últimos gobiernos ha obrado con mucha inteligencia desarrollando un programa de I+D para definir un nuevo vehículo para las fuerzas armadas y la industria española, y una adjudicación directa alegando las excepciones que permite el artículo 346 del Tratado de la Unión Europea, actuando de la misma manera que lo hacen nuestros socios europeos en la defensa de sus intereses.

La evolución del programa, así como la gestión del programa nos enseñan, asimismo, una serie de lecciones que debemos aprender para seguir fortaleciendo a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestra industria y en definitiva a nuestro país.

Este programa se vio tremendamente afectado por la crisis financiera de 2009; justo el año en el que se lanzó la RFI para una competición internacional. Una solución que nos condenaba a buscar un proveedor extranjero renunciando a una estructura industrial nacional. Las circunstancias actuales no son más sencillas, pero la decisión de optar por una solución nacional permite justificar una inversión que de otro modo en las actuales circunstancias nadie hubiera entendido. Sin embargo, no podemos otra vez condenar a nuestro ejército a esperar veinte años para disponer de los medios básicos de su operación; los enemigos no suelen esperar tanto para aprovecharse de nuestras debilidades.

La segunda lección que debemos aprender es que el mantenimiento de esta capacidad industrial depende de la exportación del vehículo y eso pasa por una acción coordinada y decidida de gobierno y empresas para maximizar la inversión no recurrente acometida en el programa; pero también por una estructura industrial de mantenimiento. No podemos terminar de hacer la inversión y considerar que podemos reducir el nivel de disponibilidad de los vehículos, ni hay que buscar soluciones de taller de polígono para sostener una plataforma de tan alta complejidad.

La tercera lección es de índole financiera. La estructura presupuestaria del programa es inviable desde el punto de vista de la financiación de un programa. En un proyecto como éste con unos costes no recurrentes tan altos y unos márgenes tan ajustados, no se puede pretender que las empresas asuman los costes financieros del programa; en estos casos un mínimo del 25% de la inversión se gasta en los primeros 18 meses del programa. Lo lógico en estos casos sería complementar el programa con una financiación del ministerio de industria para evitar que el programa arranque con problemas que incidan en las entregas y en los sobrecostes a medio plazo.

Son muchas las necesidades que todavía deben cubrirse, la artillería autopropulsada, la defensa de costa, la defensa antiaérea, la modernización de los carros Leopardo y los sistemas no tripulados; todos ellos constituyen necesidades que no pueden esperar veinte años ni siquiera diez, pero ahora hay una estrategia y un camino claro que seguir, así que solo hace falta incidir en un modelo que fue de éxito durante décadas y que volverá a serlo. No somos menos europeos por defender nuestros intereses, sino muy al contrario, cuanto más fuertes seamos, más podremos contribuir a los intereses de la Política de Defensa y Seguridad Común.



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