Opinión Pública y Seguridad Nacional

Una de las cosas que me llamó la atención en el Foro IDS sobre "La Industria de Defensa y Seguridad en los Programas Electorales" que celebramos el pasado lunes, fue la nula reacción de los asistentes ante dos ideas a mi entender muy interesantes: la propuesta de Ignacio Cosidó de crear una Agencia Española de Armamento, y el planteamiento de Jesús Cuadrado de que la Seguridad Nacional necesita de un mayor apoyo de la Opinión Pública.

Llama aún más la atención que tampoco generaran, al parecer, respuesta en las reuniones más restringidas, que, coincidiendo en ponentes y próximas en fechas, ha organizado AFARMADE sobre la misma temática con los representantes de los dos Partidos mayoritarios.

De las dos ideas, quiero hoy quedarme especialmente con la del señor Cuadrado.

Nada más cierto que la Seguridad Nacional, tanto Interior como Exterior, en todos sus aspectos, incluido el de la obtención de los sistemas que permiten garantizarla, requiere de un mayor apoyo y comprensión por parte de la ciudadanía española, que es el sujeto cuya paz, bienestar e intereses se protegen y que la financia con sus impuestos.

Para obtener un mayor apoyo y comprensión hacia la Seguridad Nacional, parece evidente que los responsables de la misma -aunque no sólo ellos, sino también otros actores que participan en ella, caso, por ejemplo, del sector industrial- deberán hacer un profundo e imaginativo ejercicio reflexivo de cómo concienciar a la Sociedad sobre su necesidad y transmitirla informaciones e ideas muy claras sobre el particular.

Acaso una de las pequeñas confusiones que se ha podido dejar pasar durante muchos años es la idea, que a veces imagina la calle, de que la obtención de sistemas es una simple cuestión industrial con repercusiones electoralistas. La Sociedad debe comprender que un sistema se adquiere en un momento determinado, ante todo porque garantiza su seguridad y no porque se produzca una presión sindical en una comarca.

Es verdad que tampoco está demás que se haga entender a la Opinión Pública que el fortalecimiento del tejido industrial, por ejemplo creando con un programa puestos de trabajo en una región determinada, también ayuda a la fortaleza global de la Nación. Pero debe ser del general dominio que la finalidad última de tal programa es la Seguridad directa del país.

Permítanme un ejemplo de actualidad.

Preguntábamos el lunes a los ponentes del Foro IDS sobre la posible orden de ejecución de la sexta fragata F-100, estimada como inminente desde hace bastantes meses y considerada como necesaria para cumplir sus responsabilidades en la Seguridad Nacional por la Armada. Comprensiblemente en un debate que era más general, nuestros ponentes no bajaron a este detalle en sus respuestas.

Particularmente somos unos convencidos de que la F-106 será construida. Y no sólo por razones económicas, como el hecho de que hacer una segunda serie de estas fragatas de un único barco sea bastante poco rentable, sino por puras razones de Seguridad Nacional.

Estamos seguros de que, si se explica bien, la Opinión Pública asumiría perfectamente que encargando un segundo buque se rentabilizarían mejor las inversiones hechas con sus impuestos.

Pero, sobre todo, comprendería bien, y agradecería, lo que estimamos que puede ser la verdadera razón para construir el barco: que el Gobierno español de turno, además de insistir en vías diplomáticas y culturales tan loables como la Alianza de Civilizaciones, considere oportuno reforzar preventivamente nuestra Seguridad Nacional ante una hipotética amenaza de misiles balísticos de reciente desarrollo, dentro de cuyo alcance queda todo el sur de Europa. Una remota -pero no absolutamente imposible- amenaza contra la que las F-105/106 serían casi la única alternativa de defensa que tendríamos.

Definitivamente, estamos con el señor Cuadrado: la Opinión Pública española, tan acostumbrada hoy a la paz y tan desconocedora de las amenazas asimétricas, debe apoyar y comprender más la Seguridad Nacional y sus necesidades de sistemas. Debe asumir que, como pasa con los coches de bomberos, lo mejor es no tenerlos que emplear nunca... pero hay que tenerlos. Y al margen de dónde o quien los fabrique, lo fundamental es que sirvan para apagar fuegos.