El rol de la Planificación Secundaria en la Defensa
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El rol de la Planificación Secundaria en la Defensa

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Continuando con el análisis descriptivo de los procesos que acompañan la Planificación de la Defensa Nacional, en esta ocasión se abordará el concepto de Planificación Secundaria y cómo ésta se inserta en de la metodología que se utiliza para adoptar las previsiones que hagan frente a posibles riesgos o amenazas a la soberanía e integridad territorial. En este contexto, observar el rol de las Fuerzas Armadas y, en particular, del Ejército.

Primero que todo, este tipo de planificación es de suma importancia para los intereses de los chilenos ya que es aquí donde se toman las decisiones que atañen a la seguridad exterior del país. El origen de la metodología para la Planificación Secundaria comienza en el nivel primario, debido a que en este segmento se generan las orientaciones y decisiones del más alto nivel que, de acuerdo al ordenamiento jurídico del país, recaen en el presidente de la República o, según las instrucciones de éste, en el Ministro de Defensa.

Tal como se puede observar, este nivel es propio del ámbito político, en el que se aplica una lógica de conducción que se inicia desde el escalón superior, a los niveles inferiores y subordinados a tales decisiones, produciéndose el punto de contacto con la Planificación Estratégica Militar. Naturalmente estos procesos de planificación son colaborativos y, en todo momento, existen instancias de consulta y asesoría que aseguran que lo dispuesto sea posible de cumplir.

Desde la perspectiva conceptual, la definición de Planificación Secundaria se establece en el Decreto Supremo N°386 publicado a fines de 2019, en los siguientes términos: “Segmento de la Planificación de la Defensa Nacional, aprobada por el Ministro de Defensa Nacional, que materializa lo dispuesto por el Presidente de la República o, por el Ministro de Defensa Nacional, por instrucciones del Presidente, respecto del empleo de la fuerza en los casos de crisis o conflicto internacional y de las tareas a cumplir por las Fuerzas Armadas en las diferentes Áreas de Misión”.

Del análisis de esta definición, es posible colegir primeramente que es un ámbito de planificación propio de la estrategia militar, cuyo rasgo característico es lo “Conjunto”, es decir, integra y sincroniza el empleo de los medios que, cada institución de la Defensa Nacional pone a disposición del Conductor Estratégico que, en el caso chileno, corresponde a la figura del jefe del Estado Mayor Conjunto (Jemco).

En este sentido, la Ley 20.424 “Estatuto Orgánico del Ministerio de Defensa” consigna a esta autoridad la función de elaborar y mantener actualizada el nivel de Planificación Secundaria, sin perjuicio de su rol como principal asesor ministerial en asuntos propios de la conducción estratégica. Lo anterior, en materias relacionadas a situaciones derivadas de los estados de excepción constitucional y, en particular, aquellas que afecten la seguridad exterior del país, además de todo lo que se refiere al entrenamiento conjunto de las Fuerzas Armadas en tiempo de paz.

A la vez, el DS N°386 define claramente el sentido de la Planificación Primaria y Secundaria, como asimismo los principales productos que se elaboran (planes) en este contexto. Es una planificación de corto plazo, es decir orienta cómo, cuándo y bajo qué circunstancias, se deben emplear las capacidades estratégicas disponibles o, dicho de otra manera, qué hacer con lo que se tiene. Sin embargo, no aborda cómo se elabora el proceso de planificación de largo plazo o desarrollo de la fuerza.

Para efectos de mantener o desarrollar la fuerza que se necesita a futuro, el primer referente lo constituye la Política de Defensa Nacional, la Política Militar y restantes políticas públicas, en plena concordancia con lo establecido en la Ley 21.174, que establece el nuevo mecanismo de financiamiento de las capacidades estratégicas de la Defensa Nacional. Con esta orientación superior del escalón político, es posible elaborar la Planificación del Desarrollo de la Fuerza, la que tendrá una duración no inferior a ocho años. Lo anterior, permitirá obtener un horizonte claro de aquellos sistemas de armas que deban ser mantenidos por considerarse imprescindibles para generar el grado de disuasión deseado, determinar aquellos que podrían ser retirados por obsolescencia técnica, logística o operativa y finalmente avizorar los que requieren ser desarrollados para cerrar las brechas de capacidad.

Esta forma de planificar permite orientar al instrumento militar respecto a lo que el nivel político le exige a sus Fuerzas Armadas, aspecto que se ha denominado Nivel de Ambición. Sobre esta definición, que es propia del nivel primario o político, la planificación de desarrollo de la fuerza continúa en el nivel estratégico o secundario, concluyendo con el Nivel de Esfuerzo Exigido a la Fuerza, concepto que expresa en términos cuantitativos lo que las Fuerzas Armadas deben ser capaces de efectuar ante un determinado escenario bajo ciertas condiciones para su materialización. Siguiendo esta definición, cada una de las instituciones de la defensa nacional contará con las directrices que le permitirán desarrollar las capacidades estratégicas.

En este contexto, el desafío actual para el Ejército, en conjunto con el resto de las instituciones hermanas es continuar desarrollando fórmulas eficientes para disponer de capacidades estratégicas en un marco presupuestario cada día más acotado. El propósito es asegurar la defensa de la soberanía e integridad territorial y, al mismo tiempo, que estas capacidades polivalentes sean capaces de asistir a los chilenos ante situaciones de catástrofes, cooperen al desarrollo nacional a través, tal como lo ha sido a través de la historia de nuestro país. 

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