De un tiempo a esta parte, los temas relacionados con el ámbito de la defensa han vuelto con fuerza al Congreso de los Diputados: las presiones de la OTAN para aumentar el porcentaje del PIB que se dedica a este fin; el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, que inyecta 10.471 millones a los presupuestos militares; el veto a los programas de armamento en los que estén involucradas empresas israelíes… Y en este regreso a la Cámara Baja, la Comisión de Defensa cobra importancia por cuanto desempeña un papel fundamental en el control y la supervisión del Gobierno.
Por ello entrevistamos a José Antonio Rodríguez Salas, portavoz del PSOE en esta Comisión de Defensa y un político con un amplio bagaje. Diputado por Granada en las tres últimas legislaturas, es también miembro de la Dirección Federal del PSOE y de la Comisión Ejecutiva Regional del partido en Andalucía, además de coordinador de los diputados andaluces en el Congreso. Anteriormente fue alcalde del municipio granadino de Jun, donde destacó por su labor en redes sociales, cuando casi nadie lo hacía, y por activismo en favor de la democracia horizontal.
¿Qué papel juega la Comisión de Defensa del Congreso y qué temas aborda?
Tradicionalmente, su labor se limitaba a presentar Proposiciones No de Ley (PNL) y poco más. Por ello, decidimos crear una cultura de diplomacia parlamentaria, abriendo la Comisión al mundo. Queríamos que esta diplomacia parlamentaria apoyara tanto a la industria de defensa como a la defensa del país, algo que sí hacían parlamentarios norteamericanos o franceses. Esto es lo que hemos estado realizando y creo que con muy buenos resultados. Cuando los parlamentarios apoyamos proyectos que se venderán a terceros países, la credibilidad aumenta significativamente.
¿Qué importancia tiene la industria española de defensa y qué papel quiere el Gobierno que juegue para alcanzar o acercarse lo máximo posible a la autonomía estratégica?
Este es un proceso muy interesante. Se asemeja a lo que llamo el proceso Airbus. Cuando se constituyó Airbus, era un consorcio para potenciar la industria aeronáutica europea, y parecía que no tendría mucho futuro. Sin embargo, si observamos las ventas del último año, Airbus ha vendido mucho más que Boeing, su principal competidor estadounidense. Esto es en la industria civil, pero si nos centramos en la militar, también somos muy competitivos. Esta es nuestra visión: un sector potente, con grandes capacidades, bastante integrado y, sobre todo, haciendo que España juegue un papel central en el escenario europeo. Creo que aún estamos bastante rezagados en este aspecto.
¿Qué le faltaría a España para estar a la altura de las grandes empresas británicas o francesas de defensa, en esta idea de crear un campeón nacional?
Siempre debe haber una serie de empresas que articulen el sector. Aunque no me gusta tanto la palabra "campeón", sí me refiero a una empresa que actúe como dinamizador. En el ámbito aeroespacial, está Airbus, en el naval Navantia, y ahora Indra también comienza a competir con fuerza. Buena parte de las inversiones del Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, alrededor del 30%, son para comunicaciones y la industria aeroespacial. Esto se debe a que dependemos de terceros países en algo tan crucial, no solo en el ámbito militar, sino también en el civil. Por lo tanto, creo que el nivel de inversión debe ser acorde a esta realidad.
En la cumbre de La Haya, la OTAN exigirá a sus miembros que inviertan en defensa el 5% del PIB, algo con lo que el Gobierno español no parece conforme. ¿Podría España bloquear ese acuerdo?
Creo que España no se enfoca en los números, sino en las capacidades y las necesidades. Uno de los errores tradicionales es realizar inversiones sin una planificación adecuada y cuando esto sucede se corren riesgos importantes por lo que establecer una cifra, un 3%, un 4% o un 5%, no es lo principal. En la cumbre de Gales de 2014, Rajoy se comprometió a alcanzar el 2%, pero cuando llegó el PSOE al Gobierno, los presupuestos aprobados la semana anterior por el PP no reflejaban ese compromiso, a pesar de que se anunció. Ahora, ¿qué pasará en la cumbre de la OTAN? Creo que España deberá evaluar sus necesidades. El presidente ha demostrado que se puede subir el salario mínimo, implementar medidas sociales y, al mismo tiempo, aumentar el gasto en defensa. Por lo tanto, será el presidente quien, con cifras, y creo que Moncloa tiene un excelente equipo para hacer los cálculos, decida equilibrar la situación. Y creo que lo veremos cuando llegue el momento.
Puede ser que muchos otros países tampoco estén a favor del 5%. ¿Qué postura tendría España aquí?
Creo que esto se asemeja al ejemplo de Airbus. En el consorcio, un país fabrica el motor, otro el ala, otro la cola, otro integra los equipos. Luego está la amenaza y, en ese caso, cada país tiene las suyas. La emergencia que tenemos ahora es que vemos a un país, Rusia, que ha invadido otro país, Ucrania. Tenemos que analizar el sistema de amenaza existente, y la amenaza actual es real. Por lo tanto, debemos comprometernos a defendernos, pero, ¿tiene que ser un 5%? La amenaza que tienen, por ejemplo, Finlandia, los países bálticos, Ucrania o Polonia es inmensa. Nosotros tenemos otro tipo: en el ciberespacio, híbrida, con desinformación, o incluso más fuerte en las comunicaciones. El equilibrio es saber qué capacidades tenemos, cómo podemos coordinarlas y hacer frente con un multilateralismo europeo y mundial importante que afronte ese tipo de retos. Por lo tanto, creo que el presidente Sánchez jugará un papel clave.
Otro tema central es el embargo de armas a Israel y cómo afecta a contratos ya en marcha o firmados. ¿Cómo impactará esto en los programas militares?
Aquí hay un contexto importante: Israel fue atacada por Hamás en octubre. España fue uno de los primeros países en condenar ese atentado, pero la situación actual es muy diferente y España debe posicionarse en este escenario y actuar en consecuencia: los ataques de Israel no cesan y, por lo tanto, nuestros compromisos son claros. Es lógico que no se hayan renovado licencias. Hay una serie de garantías que se han llevado hasta el último término, de acuerdo con nuestros compromisos. Por ello, no puedo hablar del futuro, ya que esta es la situación en la que nos hemos comprometido, y el presidente y la ministra de Defensa lo han dejado bastante claro en sus comparecencias.
Este tema, junto con el aumento del gasto en defensa, está provocando críticas de Sumar dentro del Gobierno de coalición. ¿De qué manera les preocupan estas tensiones?
En un reciente foro de Infodefensa, llevé a un representante de los trabajadores de una empresa de munición en España. Una de las cosas que estamos haciendo desde la Comisión de Defensa es visitar, todos los partidos políticos incluidos nuestros socios de Sumar, las empresas del sector para que les cuenten la realidad y vean que la defensa es algo esencial. Para que pueda haber paz, tiene que haber defensa y seguridad. Putin quiere cada vez más y ante la opción de “cañones o mantequilla”, no vale solo elegir la mantequilla. En Ucrania ahora son tan necesarios los cañones como la mantequilla. Creo que nuestros socios deben ver claramente que esto es algo que hay que hacer y hay que ser consecuentes con los desafíos de cada momento. No podemos perdernos en las ideologías, porque la ideología clara es la realidad, y hay algo que Sánchez sabe hacer muy bien: adaptarse a la realidad. Y la realidad actual es que aparece un señor llamado Trump que dice que Europa se defienda sola. Entonces, Europa tiene que defenderse sola.
¿En qué medida el Proyecto de Ley de Industria y Autonomía Estratégica, que está en tramitación parlamentaria actualmente, beneficiará a la industria de defensa?
Esta ley aumentará el PIB de forma exponencial. Al final, las industrias duales sirven para todo. España apuesta mucho por la investigación y la industria dual aplicable, investigando tanto en el ámbito militar como en el civil. Las grandes empresas españolas están compitiendo a niveles muy importantes a nivel mundial. Por lo tanto, esta ley está muy actualizada a los tiempos que vivimos, teniendo en cuenta los conflictos que hemos tenido, por ejemplo, en esos primeros momentos de la pandemia cuando no recibíamos mascarillas y estábamos totalmente colapsados. Creo que aborda precisamente procesos complicados como una pandemia, pero también como una posible guerra.
En el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, una gran parte de las partidas van destinadas a ciberseguridad, tecnología… ¿En qué medida estamos preparados para luchar en este guerra híbrida y repeler estos ciberataques?
Tenemos que afrontar los desafíos que puedan surgir. Pensamos muchas veces en el coste de un carro de combate, pero es insignificante en relación con lo que hay que invertir en ciberseguridad para generar una ciberresiliencia ante un ataque a una infraestructura crítica como la electricidad o las comunicaciones o incluso contra nuestras empresas más importantes. España se adapta a sus amenazas y no hay que olvidar que, y este dato es muy importante, nuestro país ha sido el más atacado del mundo, cibernéticamente hablando, en los últimos ocho meses. Esto lo anunció el presidente de Indra en su comparecencia aquí, en la Comisión de Seguridad Nacional, de la que también soy miembro. Ante esto, España debe tener capacidades para defenderse, para repeler esos ataques. Somos una potencia en ciberseguridad y tenemos capacidad de ciberresiliencia para afrontar estos desafíos.
Siempre hablamos de lo que España aporta a la OTAN, pero ¿qué aporta la OTAN a España y al flanco sur de la Alianza?
La OTAN te da una garantía defensiva importante, disuade inmediatamente ante cualquier ataque. Es decir, proporciona una garantía: si se ataca a uno de esos países, la organización defiende todo el proceso. Nos da un entorno de protección importante ante cualquier amenaza, de cualquier país o de cualquier índole. Es verdad que un ciudadano que vive en el sur de España podría pensar "¿a mí qué me resuelve la OTAN?". Pero creo que nos da una garantía porque es mucho mejor estar todos juntos.