El Consejo de Seguridad Nacional aprobó el pasado 14 de julio la nueva Estrategia de Seguridad Aeroespacial Nacional (ESAN 2025), un documento que sustituye a la versión de 2019 y que busca dar respuesta a los profundos cambios tecnológicos, estratégicos y normativos que han alterado el equilibrio en el espacio aéreo y ultraterrestre en los últimos años. La nueva estrategia fue publicada este martes 5 de agosto en el Boletín Oficial del Estado y ya se encuentra plenamente en vigor.
El texto identifica y analiza los riesgos y desafíos a los que se enfrenta España en este ámbito y establece tres objetivos estratégicos con sus correspondientes líneas de acción, enmarcadas en un esfuerzo por reforzar la protección del país “en” y “desde” el aire y el espacio, mejorar las capacidades de seguridad y defensa y contribuir a un entorno aeroespacial más seguro, sostenible y cooperativo.
La nueva estrategia aeroespacial forma parte del conjunto de estrategias de segundo nivel que desarrollan el marco general definido por la Estrategia de Seguridad Nacional de 2021. Supone, en este sentido, una actualización crítica, pues el dominio aeroespacial ha pasado a ser un terreno cada vez más disputado entre grandes potencias, organizaciones y actores no estatales, además de un ámbito central para el desarrollo tecnológico y económico.
Estructura del sistema de Seguridad Aeroespacial
Estructuralmente, la Seguridad Aeroespacial dentro del Sistema de Seguridad Nacional comprende el Consejo de Seguridad Nacional (CSN); el Consejo Nacional de Seguridad Aeroespacial (CNSA): el Comité de Situación, único para el conjunto del Sistema de Seguridad Nacional y que será convocado para llevar a cabo la gestión de las situaciones de crisis en el ámbito de la seguridad aeroespacial; y la Célula de Coordinación, que mantendrá activados los mecanismos de enlace y coordinación permanentes con los organismos del conjunto de las Administraciones Públicas que sean necesarios para que el Sistema de Seguridad Nacional ejerza sus funciones y cumpla con sus objetivos, de manera continua.
La Estrategia de Seguridad Aeroespacial Nacional de 2019 respondía a un contexto marcado por la cooperación internacional y el uso pacífico del espacio. El paradigma entonces dominante era el de la preservación del espacio ultraterrestre como un entorno seguro y desmilitarizado, basado en acuerdos multilaterales y tratados internacionales, como el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre de 1967.
El escenario ha cambiado radicalmente en solo seis años
Sin embargo, en apenas seis años, ese escenario ha cambiado de manera sustancial. El espacio exterior ha pasado a ser un dominio más en la competición estratégica global, al mismo nivel que el ciberespacio, el dominio marítimo o el terrestre. Potencias como Estados Unidos, China, Rusia o India han incrementado sus capacidades militares espaciales, y los grandes conglomerados tecnológicos han acelerado la proliferación de satélites comerciales, lo que ha multiplicado la complejidad del entorno.
En paralelo, el ámbito aéreo ha experimentado también una revolución tecnológica con la aparición de nuevas plataformas no tripuladas, misiles hipersónicos, aeronaves de sexta generación y herramientas de guerra electrónica, todo ello en un contexto de mayor vulnerabilidad por la creciente interdependencia entre los dominios físico y digital.
El conflicto en Ucrania ha sido, además, un punto de inflexión. Según recoge la estrategia, se ha demostrado cómo el espacio ultraterrestre puede ser decisivo en un conflicto convencional, desde la provisión de imágenes de satélite hasta las comunicaciones seguras, la geolocalización de tropas y el guiado de armamento de precisión.
Estos factores han impulsado a España a actualizar su estrategia, reforzando su enfoque integral, tanto civil como militar, y buscando una mayor autonomía estratégica, interoperabilidad con sus aliados y resiliencia frente a posibles amenazas híbridas, tecnológicas o físicas.
El capítulo 2 del texto hace un repaso minucioso de las amenazas detectadas para España: conflictos armados; amenazas por eventos sanitarios; catástrofes naturales; seguridad de la cadena de suministro; terrorismo, extremismos violentos, crimen organizado y delincuencia grave; ciberamenazas; espionaje y amenazas derivadas del aumento de la actividad espacial
Un enfoque integral para proteger a España «en» y «desde» el aire y el espacio
La Estrategia de Seguridad Aeroespacial Nacional 2025 se estructura en torno a tres grandes objetivos estratégicos, cada uno de los cuales se acompaña de líneas de actuación propuestas para su cumplimiento. La descomposición en líneas de actuación busca con ello abordar las amenazas, mejorar la resiliencia y coordinar esfuerzos tanto a nivel nacional como internacional.
Las líneas de actuación recogidas en el documento pretenden proporcionar una guía de nivel político estratégico a los distintos departamentos ministeriales, que decidirán los programas dentro de su marco competencial. Aunque varias de las líneas de actuación contribuyen al cumplimiento de más de un objetivo estratégico, para facilitar el seguimiento se encuadran en sólo uno de ellos. Además, se ha elaborado un anexo con un catálogo de medidas identificadas, orientadas a la consecución de los tres objetivos estratégicos.
Proceso de evaluación cada tres años
Cada tres años se realizará un proceso de evaluación periódico de las líneas de actuación y medidas propuestas, elaborado por el Consejo Nacional de Seguridad Aeroespacial, mediante un informe que será presentado en el Consejo de Seguridad Nacional.
En cuanto a las medidas, se produce un desequilibrio entre las referidas al dominio aéreo y las del dominio espacial. Esto se debe, por un lado, a la novedad de considerar el dominio espacial separadamente, pero también a que existen en la Aviación Civil el Programa Nacional de Seguridad para la Aviación Civil («security») y el Programa Estatal de Seguridad Operacional para la Aviación Civil («safety») que ya tienen planes asociados en los que se incluyen acciones e indicadores de seguimiento y metas.
También hay que remarcar la conexión existente entre estos tres objetivos estratégicos con los cinco objetivos prioritarios que contempla el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa presentado en abril por el Gobierno para alcanzar este año el 2% del PIB en gasto militar: modernizar las capacidades de defensa y disuasión; consolidar el papel de España como miembro fiable y central de la Unión Europea; impulsar la innovación en torno a las tecnologías duales; fomentar el crecimiento y la internacionalización del tejido industrial de seguridad y defensa y favorecer la cohesión territorial mediante la creación de nuevas industrias y empleos en toda España.
Objetivo Estratégico 1: Proteger España «en» y «desde» el Aire y el Espacio
El primer objetivo recoge la necesidad de garantizar la seguridad de los intereses nacionales en ambos dominios. Esto incluye la defensa del espacio aéreo nacional frente a incursiones no autorizadas, amenazas de origen estatal o no estatal y el uso malicioso de aeronaves no tripuladas, así como la vigilancia, control y protección de los activos espaciales nacionales.
La estrategia advierte del incremento en las operaciones que utilizan el espacio como plataforma de proyección de poder o como medio para llevar a cabo ciberataques, interferencias electrónicas, vigilancia hostil o incluso agresiones cinéticas. En este contexto, se plantea reforzar los sistemas de vigilancia y alerta temprana, impulsar capacidades de detección y respuesta frente a amenazas aeroespaciales y establecer mecanismos de coordinación civil-militar para la protección de infraestructuras críticas.
Asimismo, la estrategia subraya la necesidad de actualizar el concepto de defensa aérea para incorporar la dimensión espacial, incluyendo capacidades antisatélite, medidas pasivas de protección orbital y el fortalecimiento de la arquitectura de mando y control.
Objetivo Estratégico 2: Mejorar las capacidades de seguridad y defensa aérea y espacial
Este segundo eje tiene un enfoque netamente capacitivo y se orienta al refuerzo de las herramientas tecnológicas, industriales, doctrinales y humanas necesarias para garantizar la autonomía operativa de España en el entorno aeroespacial.
El texto identifica la necesidad de consolidar una Base Industrial y Tecnológica de la Defensa (BITD) nacional fuerte en el ámbito aeroespacial, capaz de cubrir desde el desarrollo de sensores y radares hasta la fabricación de satélites, lanzadores, estaciones terrenas, plataformas aéreas avanzadas o sistemas antisatélite.
También se apuesta por la modernización doctrinal y formativa de las Fuerzas Armadas, la Guardia Civil y el conjunto de los operadores de seguridad del Estado, adaptando sus procedimientos al nuevo entorno híbrido y multidominio. Se contempla asimismo el refuerzo de la inversión en I+D+i, la colaboración público-privada y la integración con el ecosistema científico y universitario.
España se compromete, además, a contribuir a los programas espaciales europeos, como el IRIS² —el sistema europeo de comunicaciones seguras por satélite—, el futuro escudo antimisiles europeo o los sistemas de defensa aérea integrados de la OTAN. La interoperabilidad, según destaca el texto, será una prioridad, especialmente en un entorno en el que la defensa colectiva se considera fundamental.
Objetivo Estratégico 3: Contribuir a un Aire y a un Espacio más seguros y sostenibles
El tercer objetivo estratégico aboga por una aproximación cooperativa, multilateral y responsable a la seguridad aeroespacial. Parte de la premisa de que el aire y el espacio son dominios globales que deben ser preservados como entornos estables, accesibles, regulados y sostenibles.
En este sentido, la estrategia promueve la participación activa de España en organismos internacionales, foros multilaterales y procesos de gobernanza global relacionados con el uso del espacio, como la ONU, la ESA o la Unión Internacional de Telecomunicaciones. Asimismo, se impulsa el cumplimiento de los tratados internacionales vigentes y se apuesta por la elaboración de nuevos marcos regulatorios adaptados a los desafíos contemporáneos.
Una de las preocupaciones destacadas es el crecimiento exponencial de desechos espaciales, que suponen una amenaza para la navegación y las operaciones orbitales. También se advierte del riesgo de saturación del espectro radioeléctrico, de los lanzamientos comerciales no regulados y de la competencia por el acceso a órbitas clave.
En el ámbito aéreo, la estrategia subraya la importancia de la seguridad operacional, la gestión del tráfico aéreo en un contexto de coexistencia con drones y aeronaves de nueva generación, y la adaptación del marco normativo a las tecnologías emergentes.
Coordinación institucional y marco de implementación
La implementación de la ESAN 2025 será responsabilidad del conjunto de actores que integran el Sistema de Seguridad Nacional, bajo la coordinación del Consejo de Seguridad Nacional. Se establecerá un plan de acción con medidas específicas, indicadores de evaluación y plazos concretos.
El documento recoge también la necesidad de integrar a todos los niveles de la administración pública, así como al sector privado y al ámbito académico. La colaboración entre ministerios —en particular Defensa, Interior, Transportes, Ciencia e Industria— será clave para asegurar una respuesta coherente y eficaz.
El documento promueve la elaboración de planes de contingencia, simulacros conjuntos, ejercicios de ciberdefensa y escenarios de gestión de crisis compartidos. También plantea un enfoque “de sociedad”, en el que se refuerce la concienciación pública sobre los riesgos del entorno aeroespacial y se fomente una cultura de seguridad y prevención.
Un nuevo paso hacia la autonomía estratégica
Con esta nueva estrategia, España da un paso más en su proceso de fortalecimiento de la autonomía estratégica, en línea con los objetivos marcados por la Unión Europea y la OTAN. La ESAN 2025 reconoce que el control del dominio aeroespacial será determinante en los conflictos del futuro y que las capacidades nacionales deben estar a la altura de ese reto.
El texto concluye con una llamada a la cooperación, la anticipación y la resiliencia. En un entorno caracterizado por la competencia geoestratégica, la revolución tecnológica y los riesgos híbridos, España busca posicionarse como un actor relevante, responsable y preparado, capaz de defender sus intereses, proteger a su ciudadanía y contribuir a la estabilidad internacional.